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La caída de la población se acentúa ante el descenso de la natalidad a mínimos

Los nacimientos bajan de 200.000 y las defunciones se elevan un 4,5% El saldo arroja un retroceso histórico de 32.132 personas en el primer semestre de 2017

Evolución demográfica en España
Alejandro Meraviglia
Juande Portillo

El volumen de población española retrocede. Y la tendencia, iniciada en 2015, se agrava. En España hay más muertes que nacimientos. El saldo negativo fue de 32.132 personas en el primer semestre de este año con un grave descenso de la natalidad, en mínimos históricos, y un nuevo incremento de las defunciones, según refleja la Estadística del Movimiento Natural de la Población publicada este martes por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Las cifras que el INE ofrece sobre natalidad y mortalidad en el país indican que en el primer semestre de 2017 se registraron 187.703 nacimientos. Se trata de la cifra más baja que se recoge en la serie desde 1999, en la última década nunca había mostrado números por debajo de los 200.000. La evolución indica un descenso de la natalidad del 6,3% frente al mismo periodo del año anterior, solo superado por la caída interanual del 7,7% registrada en el arranque de 2013.

“Continúa así la tendencia decreciente en el número de nacimientos desde 2008, interrumpida por el eleve incremento experimentado en el año 2014”, refleja la nota de prensa emitida por el INE.

Más allá, la tasa de natalidad española se sitúa ya en el 8,8 por cada 1000, lo que arroja la cifra más baja de toda la serie estadística iniciada en los años 60 del siglo pasado. El indicador llegó a superar el 10 por 1.000 en los últimos años, si bien la media de las últimas décadas ha estado situada entre el 9 y el 10, frente al 18,7 por mil que llegó a registrarse en el año 1975, por ejemplo.

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En paralelo, en el primer semestre de este año fallecieron en España 219.835 personas, lo que supone un 4,5% más que un año antes y la cifra más elevada desde el arranque de 2015. “Este aumento se debió fundamentalmente al mes de enero que, en 2107, estuvo caracterizado por una alta mortalidad”, explicaban desde el INE. La tasa de mortalidad se sitúa ya en el 8,79 por mil.

Así, el crecimiento vegetativo de la población española, es decir, el saldo resultante de la diferencia entre muertes y nacimientos, arroja una caída de 32.132 personas entre enero y junio de este ejercicio. La cifra es muy superior a la caída de 10.145 personas registrada en los primeros seis meses de 2016. De hecho, se trata del crecimiento vegetativo negativo semestral más elevado de toda la serie histórica, iniciado en 1941. 

Conviene tener en cuenta que el primer semestre de cada año se caracteriza por tener mayor mortalidad y menor natalidad que el segundo, advierten en el INE, por lo que habrá que esperar a conocer los datos de cierre del ejercicio para sacar conclusiones. Sin embargo, la evolución es preocupante pues se trata del crecimiento vegetativo negativo más pronunciado que se registra en los datos recopilados, que se centran en los últimos diez años.

En España, comenzó a morir más gente de la que nacía en 2015, año que se saldó con una caída de 2.300 personas (con una disminución 20.280 personas en el primer semestre que el saldo positivo de 19.002 de finales de año no logró compensar. Esta tendencia se contuvo en 2016, cuando al saldo negativo de 10.045 personas en el primer semestre le siguió un incremento de 10.017 en el segundo que casi anuló el retroceso del año. Sin embargo, las cifras que se conocen por el momento complican que en 2017 se produzca un vuelco semejante.

La estadística publicada por el INE también recoge los datos definitivos de algunos indicadores demográficos del ejercicio 2016 que estaban pendientes de certificar. Es el caso de los datos referentes a la esperanza de vida, que indican que el español medio llega a los 83,11 años de edad. Los datos también revelan que la maternidad sigue retrasándose hasta situarse de media en los 32 años, mientras que el primer matrimonio suele llegar a los 33,95 años.

Así, las proyecciones hablan de un país con una población decreciente y envejecida en un momento en que el sistema de pensiones comienza a ser un elemento de preocupación en cuanto a su sostenibilidad a largo plazo.

El fondo de reserva, la llamada hucha de las pensiones, está casi agotada por el efecto de la crisis, y pasará a depender de créditos del Gobierno para poder seguir cubriendo el déficit de cotizaciones para hacer frente a los pagos.

En este marco, solo un cambio en la tendencia, con más nacimientos que defunciones, y la llegada masiva de inmigrantes parecen poder asegurar la persistencia del sistema actual de pensiones, en los términos con que funciona, de cara al medio y largo plazo. En todo caso, la evolución demográfica promete ser uno de los datos macroeconómicos que más expectación despierte en los próximos años.

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