Al ataquerrr
A Chiquito el éxito le llegó en la madurez porque supo innovar Lo hizo con elegancia, la que otorga la experiencia
El chiste era lo de menos, lo importante era cómo lo contaba. Daba igual lo que dijera, tampoco había que esperar hasta el final para descubrir en qué acababa la gracia y soltar la esperada carcajada. Con él, con Chiquito, la risa estaba garantizada desde el primer instante. Fue el gran innovador del humor de las últimas décadas. No echaba mano de recursos escatológicos, ni del chiste picantón, ni humillaba a ningún colectivo. Su humor era limpio, travieso. Se inventó un lenguaje propio, que adoptó media España.
Palabras como fistro, jorl, condemor o duodenal, o expresiones como pecadores de la pradera, no puedorr, al ataquerrr o por la gloria de mi madre han sido adoptadas al vocabulario de muchos y se quedarán en la memoria de otros tantos para siempre, ahora que Chiquito de la Calzada ya no está. Este malagueño, que se había dedicado al flamenco y tenía tablas sobre el escenario, además de experiencia internacional, ya que para ganarse las habichuelas tuvo que expatriarse hasta el mismo Japón, irrumpió en la pequeña pantalla de televisión a los 62 años. El hechizo con los telespectadores fue inmediato. Era diferente, pero sobre todo era mayor para los cánones de la televisión y ni qué decir para los del mundo de la empresa, donde impera una ley no escrita por la que se acostumbra a expulsar del mercado de trabajo a aquellos que sobrepasan la cincuentena, sin medir realmente cuál puede ser la aportación de estos a la organización.
A Chiquito el éxito le llegó en la madurez porque supo innovar, aportar algo diferente a la empresa más difícil que existe en la vida, la de saber hacer reír. Y lo hizo con elegancia, la que otorga la experiencia.