Un éxodo de profesionales hacia el sector privado difícil de frenar
La fuga de talento del sector público es un fenómeno natural en una economía abierta
La fuga de talento desde el sector público al privado no es un fenómeno nuevo, sino una consecuencia natural de una economía de libre mercado donde la oferta y la demanda funcionan con fluidez y sin obstáculos. Aunque los datos apuntan a que, de media, los empleados del sector público están mejor remunerados que los de la empresa privada –un 37% más–, la tendencia se invierte cuando se trata de puestos de alta cualificación, lo que explica ese fenómeno de trasvase de profesionales. Según los últimos datos del INE, los niveles más altos de la Administración Pública, directores y gerentes, cobran de media un 16,4% más en el sector privado por las mismas funciones que realizan en el público. Ello explica, en buena parte, la migración desde las filas de la cosa pública a un tejido empresarial interesado no solo en la calidad profesional de estos fichajes, sino también en su profundo conocimiento sobre el funcionamiento de la Administración y en su agenda de contactos.
El mecanismo que suelen utilizar los profesionales para dar el paso al sector privado es la excedencia. Las estadísticas apuntan a que más de un 6% del personal cualificado de la Administración está en esa situación laboral, lo que supone algo más de 39.000 directivos y altos funcionarios de entre un colectivo de casi 590.000 personas, que representa a su vez el 23,3% de toda la plantilla que trabaja para las Administraciones Públicas. La segunda causa de petición de excedencias en los funcionarios del nivel A1 y A2 de la Administración (tras el deseo de cambiar de escala o cuerpo) es precisamente el deseo de trabajar en la empresa privada.
Sin duda, el fenómeno supone un perjuicio para el sector público, y sin duda también se trata de un problema de difícil solución. Los sindicatos reclaman mejores salarios e incentivos para esta élite de la Administración en un intento de mejorar la media de sus retribuciones. Y sin embargo, ninguna mejora salarial impedirá que ahora o en el futuro las empresas sigan realizando ofertas sustanciosas a estos profesionales. Tal vez resulte más eficaz recuperar un discurso político y social que dignifique la labor de aquellos que siguen encauzando su carrera hacia la Administración.