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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Europa necesita fortalecer el tamaño de sus empresas para competir

El nacionalismo debe ser desterrado del capital corporativo europeo para competir con EEUU y Asia

El proyecto político europeo construido sobre los cimientos franco-alemanes desde hace sesenta años, que dispone ya de una moneda única defendida por un banco central único, sigue pendiente del recurrente deseo de la construcción de grandes corporaciones industriales y de servicios europeas. Salvo muy contadas excepciones en las que ha existido siempre un interés político prioritario como es el caso de Airbus, las empresas industriales han recelado siempre de entregar protagonismo en la propiedad y la gestión de sus negocios a nuevos socios competidores pero vecinos. El nacionalismo ha germinado también en la vida de las corporaciones y romper el tabú sigue siendo complicado. La anunciada fusión de la división ferroviaria de Siemens (Alemania) y Alstom (Francia) es un paso decidido para romper este miedo cerval a las fusiones transfronterizas.

Pero en este caso se trata, tal como han admitido los gestores de ambas empresas, de un movimiento defensivo ante la pujanza en los mercados de su competidor chino CRRC, creado en 2014 también con una fusión de dos empresas, pero ambas estatales. Ante el apremio de una empresa que factura más del doble que las dos europeas juntas, los accionistas de Siemens y Alstom, con el Estado francés de por medio, no han tenido más remedio que entenderse y dejar los remilgos nacionalistas para las gaseosas declaraciones públicas. Francia, celoso defensor de su industria nacional, ha admitido que Siemens controle la nueva sociedad con un 52% del capital en unos años, a cambio de un hipotético mantenimiento de las factorías y el empleo en Francia.

Este camino iniciado por estas dos grandes empresas en Europa es el único para ganar la posición en los mercados y con economías de escala competir en un mundo abierto, y poder evitar episodios como los que esta misma semana se han producido entre Canadá y EE UU en el sector aeronáutico por la supuesta defensa con dinero público de una cuota de mercado. Un camino que debe extenderse a todos los sectores manufactureros y de servicios si Europa quiere recuperar el lugar de privilegio que siempre tuvo y que está en retirada por la pujanza norteamericana y asiática.

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