El CEO de ThyssenKrupp quiere cambiar el acero por la energía verde
Heinrich Hiesinger está reorientando el negocio de la histórica marca Le encanta el senderismo, que practica junto a su mujer, y cree que descansar es necesario para pensar en el futuro
Creció en una granja y ha acabado dedicado al negocio del acero, del que se está alejando para apostar por las soluciones industriales y las energías limpias. Heinrich Hiesinger (Bopfingen, Alemania, 25 de mayo de 1960) es el presidente del grupo alemán ThyssenKrupp, que acaba de crear una joint venture al 50% con su rival indio Tata Steel para fusionar sus actividades de acero en Europa.
El grupo será el segundo de Europa por detrás de ArcelorMittal, y su objetivo es afrontar el nuevo escenario del negocio europeo, marcado por la caída de precios, la sobrecapacidad en el mercado y las importaciones baratas desde China.
El mayor de seis hermanos, Hiesinger es doctor en ingeniería eléctrica por la Universidad Técnica de Munich. Preguntado en una entrevista reciente con el diario China Daily si esta formación es relevante para ser CEO, Hiesinger contestaba: “Ser ingeniero nunca es una desventaja. Hoy en día, todo es cuestión de innovación y para mí es mucho más fácil seguir lo que está pasando que para alguien que carece de habilidades y conocimientos en ingeniería. Además, me gustaba mucho ser ingeniero, me parece un trabajo fascinante”.
En 1992 comenzó a trabajar en Siemens, donde fue escalando hasta llegar al consejo de administración en 2007. Tres años después, dejó la compañía por entrar en el consejo de ThyssenKrupp, de la que fue nombrado presidente en 2011. Durante su mandato, ha convertido el grupo en uno de los gigantes globales del acero, apostando por los componentes de alta tecnología y los proyectos de energía limpia.
“Para calentar nuestra casa usamos energía geotérmica. Naturalmente, nos preocupamos mucho por el medio ambiente y también tenemos un gran jardín. Cuando era niño, crecí en una granja, así que siempre me preocupé por el medio ambiente, las plantas y los animales”.
Además, en su tiempo libre, le gusta hacer senderismo. “Afortunadamente, a mi esposa también le gusta y tenemos un perro, por lo que salimos mucho al campo. Un CEO necesita relajarse y tomarse tiempo libre. Si te sientes totalmente agotado, no podrás cumplir con tus deberes en la oficina”. Por eso, intenta dejar libres los fines de semana. “Hace falta apartarse y reflexionar sobre cómo dar forma al futuro.”
Y el futuro tiene menos que ver con el metal asociado con ThyssenKrupp durante dos siglos. El acuerdo con Tata Steel le libera, según el analista de Reuters Olaf Storbeck, de un negocio “volátil y de capital intensivo que lleva años luchando para ganar su coste de capital”.
El acuerdo puede recortar los costes totales entre 400 y 600 millones de euros, entre gastos de oficina, optimización de la distribución y presión a los proveedores. También beneficiará a la situación financiera de ThyssenKrupp, según el analista, pues transferirá obligaciones valoradas en 4.000 millones a la joint venture. Y aunque habrá 4.000 despidos –el 8% de las plantillas– entre ambos socios, “será mejor que si las compañías hubieran seguido por separado, puesto que el grupo alemán habría hecho esos recortes por sí solo.” 2.000 despidos serán de administrativos y los otros 2.000 en producción.
Thyssenkrupp Steel tiene nueve plantas en Europa, todas ellas en Alemania y Bélgica. En España tiene 5.500 empleados y genera 1.600 millones de euros, principalmente por su producción de ascensores.
Por su parte, Tata Steel cuenta con acerías en Reino Unido y Países Bajos, y plantas de manufactura en toda Europa. En España tiene el centro de servicios de Layde, dedicado a la transformación de los productos de acero, en Durango (Vizcaya).
El acuerdo está pendiente de la aprobación de las autoridades antimonopolio, y del consejo supervisor de ThyssenKrupp, la mitad de cuyos asientos están controlados por los trabajadores.
Preguntado por cómo enfrentarse a los reveses del negocio, Hiesinger contestaba: “Hay que ser positivos, hay que hacer frente a los desafíos. También es importante tener una visión. Esto le ayudará a superar los problemas y resolverlos lo más rápido posible. Después de atravesar un revés, uno es mentalmente más fuerte dado que ha solucionado los problemas.”
El CEO de ThyssenKrupp, al anunciar el acuerdo, afirmó: “Queremos darle a Thyssenkrupp y Tata un futuro duradero. Abordamos los desafíos estructurales de la industria siderúrgica europea mediante la creación de una empresa fuerte, número dos del sector”. Está previsto que el contrato se firme a principios de 2018, y que la empresa conjunta reciba la aprobación regulatoria a finales de 2018. Hiesinger todavía tendrá que ordenar el resto del negocio de ThyssenKrupp.
La ‘joint venture’ con Tata Steel
La nueva empresa se llamará ThyssenKrupp Tata Steel y tendrá su sede en Ámsterdam (Países Bajos). Tendrá unas ventas pro forma de 15.000 millones de euros y una plantilla de 48.000 trabajadores. La producción será de unos 21 millones de toneladas al año.
ThyssenKrupp tiene una estructura de negocio ecléctica: ascensores, submarinos, ingeniería de plantas y componentes de automóviles, entre otros productos y servicios. Para Olaf Storbeck, de Reuters, esa diversificación “es difícil de justificar".