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Tribuna
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El éxito impulsado por el activismo accionarial

Las iniciativas de implicación generan retornos adicionales del 7% en los siguientes 18 meses Para algunos actores del mercado, la inversión ética implica la exclusión de ciertas industrias

GETTY IMAGES

Todavía muchos inversores tienen una visión estrecha de lo que la inversión socialmente responsable (ISR) implica. Esto limita su capacidad para impulsar un cambio y recibir, a la vez, retornos competitivos. Para algunos actores del mercado, la ISR significa la exclusión generalizada de ciertas industrias y compañías de la cartera basada en ciertos criterios ambientales, sociales o de buen gobierno corporativo (ASG), y además asumen que la ISR implica aceptar una menor rentabilidad. No obstante, esta línea de pensamiento no es del todo correcta.

Por una parte, la exclusión raramente afecta al comportamiento empresarial. Hoy en día, promover el cambio por la vía de la pura exclusión es difícil de conseguir dado que los inversores socialmente concienciados representan solo una pequeña fracción del mercado, por lo que siempre habrá otros inversores que los sustituyan y recojan esos beneficios.

Por otra parte, la exclusión significa también que los propietarios de activos pierden la oportunidad de influir o promover cambios a través del activismo accionarial y, lo que es peor, reduce la diversificación, incrementa el riesgo y minora la rentabilidad.

Entonces, ¿cuál es el camino del éxito para impulsar el cambio? La respuesta es la implicación activa. En general, se define como “la iniciativa por parte de un accionista para influir o inducir un cambio estratégico o de política en una compañía”. Los accionistas, para ejecutarlo, suelen delegar su voto (proxy voting) a través de gestores de activos que actúan en su nombre para corregir determinadas prácticas empresariales. La experiencia nos muestra que, cuando los inversores se implican en materia de ISR con una industria (como, por ejemplo, algunas prácticas laborales de la industria textil), tanto los factores financieros como los extrafinancieros de la misma experimentan una mejora relevante. Un estudio realizado en 2012 por la Harvard Business School, mostraba que las iniciativas de implicación llevadas a cabo con éxito generaban de media retornos adicionales del 7,1% para los inversores en los 18 meses siguientes a la puesta en marcha.

Encontrar otros accionistas que compartan nuestra visión no es fácil por la necesidad de trabajar conjuntamente con varias instituciones. Es más, las resoluciones de los accionistas no son vinculantes y los gestores de una compañía pueden afrontar el compromiso activista con relativa indiferencia.

El 2016 fue un año de gran actividad pues 758 compañías recibieron demandas en el mundo, lo que supone un 13% de incremento sobre las 673 de 2015. No obstante, el activismo más tradicional, que incluye esta actividad como parte de la estrategia de inversiones habitual y que normalmente busca cambios en el gobierno corporativo, solo hizo acto de presencia en el 40% de los casos, mientras que fueron los activistas ocasionales los que se movieron más. Estas últimas fueron especialmente activas en el segmento de empresas de mediana capitalización.

Pero, ¿es efectiva esta estrategia? No todas estas demandas preocupan a los gestores de las compañías por igual. Según los datos del Activist Investing Annual Review, solamente el 58% de los requerimientos iniciados en 2016 tuvieron éxito. Sin embargo, la tendencia nos da esperanzas al batir los resultados de 2014 y 2015 que rondaban el 53% de éxito.

Un ejemplo notable en 2017 ha sido la delegación de voto en el caso de la petrolera Exxon en su junta anual, puesto que un histórico 62,3% de los accionistas votaron que el gigante petrolífero reportara sobre el impacto de las medidas globales diseñadas para controlar el cambio climático y se vincularan a los incentivos del equipo gestor.

En cualquier caso, los objetivos ASG están incrementando su importancia en la agenda corporativa y un activismo accionarial adecuadamente coordinado puede ser la estrategia definitiva para fomentar un cambio relevante. Según un estudio de E&Y sobre activismo accionarial en 2015, el número de iniciativas propuestas por temáticas sería: ambientes/ sociales (34%), consejos de administración (32%), estratégicos (18%) y vinculados a remuneraciones (15%).

Por tanto, no es una coincidencia que los temas ASG estén en lo alto de la lista. La colaboración entre accionistas empieza a ser un factor decisivo para el éxito de la ISR.

Ignacio Perea es director de inversiones de Tressis

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