Las constructoras españolas pisan más fuerte en el mundo
ACS se consolida como mayor contratista mundial y Ferrovial sube puestos como segundo grupo español
El mercado internacional de la construcción lleva cuatro años sometido a las tensiones ligadas a conmociones geopolíticas y financieras, pero también a la caída de los precios de metales básicos y al colapso del petróleo. Este panorama se refleja en la bajada, por tercer año consecutivo, del negocio de las grandes empresas fuera de sus países de origen, cuantificada en el 6,4% en 2016 por la prestigiosa revista especializada Engineerin News-Record, que elabora el ranking de los 250 mayores contratistas internacionales. Un recorte este que se ha compensado, en términos agregados, con la subida del 3,4% del negocio doméstico, lo que mantiene la actividad total del grupo en los 1,4 billones de euros, la misma cifra que el año anterior.
En este escenario, sin embargo, hay algo que no solo se mantiene, sino que se refuerza: el papel de las empresas españolas como contratistas internacionales. ACS se consolida como primer jugador mundial y lidera el ranking por sexto año consecutivo, su filial alemana Hochtief sigue segunda y la australiana Cimic, también subsidiaria del grupo español, gana diez puestos, hasta el 17. Pero, además, se da un ascenso generalizado de todas las grandes constructoras españolas, salvo OHL, afectada por algunos proyectos fallidos. Ferrovial, en concreto, se reafirma con fuerza como segundo grupo español, en el número 13 del mundo, tras ganar tres puestos.
Este desempeño, que mide el pulso exterior de las constructoras, vital para diversificar riesgos, superar el freno de la contratación interior y ganar mercados, es el mejor ejemplo del despliegue de la economía española hasta la última frontera. Una muy saludable estrategia a la que cada día se están sumando con acierto también más pymes.
Pero el peso español en el concierto mundial de la construcción tiene más mérito porque se ha conseguido enfrentándose de tú a tu con los grandes conglomerados chinos, la mayoría de capital público, que hasta ahora pujaban en el exterior gracias a la ventaja de acompañar sus ofertas con los precios imbatibles de su financiación estatal. Una estrategia de barra libre que ha empezado a cambiar, lo que también beneficiará a los grupos españoles.