La socimi como vehículo inversor y como escudo fiscal
El MAB está para que pequeñas empresas lancen sus proyectos No para crear un escudo fiscal
La figura societaria de socimi (sociedad anónima cotizada de inversión inmobiliaria) se importó del mercado británico, que a su vez la había cooptado del norteamericano en los años sesenta, replicando una figura conocida como Reit (Real Estate Investment Trust). Son corporaciones que agrupan intereses de inversión de varios partícipes, que tienen muy pocas exigencias de capital y de activos, pero que gozan de jugosos privilegios fiscales, tanto en Sociedades como en Transmisiones Patrimoniales o Actos Jurídicos Documentados. En concreto están exentas de pagar impuesto sobre beneficios y tienen una bonificación de hasta el 95% en los citados impuestos autonómicos. A cambio tienen la obligatoriedad de cotizar en mercados regulados y repartir obligatoriamente dividendos, que pueden llegar al 80% de los rendimientos si provienen del alquiler o al 50% si se trata de plusvalías por la venta de activos inmobiliarios.
En los años inmediatamente posteriores a la gran recesión han funcionado como vehículos de inversión para agrupar activos muy infravalorados, y algunos lo han hecho con gran éxito, con grandes volúmenes de negocio, elevados valores patrimoniales y cotizando incluso en los índices más selectos, como es el caso de Merlín, Colonial, Lar o Hispania. Pero en los últimos meses se han convertido en un instrumento de optimización tributaria incluso para particulares con negocios inmobiliarios no necesariamente millonarios. Basta un inmueble y un capital de cinco millones de euros para constituir una socimi, ponerla a cotizar y distribuir dividendos entre un accionariado que muchas veces está formado por el promotor del proyecto con el 99% de los títulos y un 1% de minoritarios.
La plataforma elegida para la cotización es habitualmente el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), con limitadas exigencias regulatorias, y donde ya hay 40 socimis cotizando, muchas de ellas con volúmenes de negociación ridículos o inexistentes. Bien está que proyectos de inversión de sociedades industriales o de servicios capturen capital en el MAB, pero parece abusivo que se utilice como un mero trámite para esquivar el pago de impuestos por parte de patrimonios inmobiliarios.