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¿Debió cancelarse el MadCool? No era tan fácil

El festival siguió con los conciertos tras la muerte de un artista Una suspensión es una medida extrema que puede causar más problemas

Un momento del minuto de silencio guardado en homenaje al acróbata fallecido el viernes cuando realizaba un espectáculo durante el Festival Mad Cool que se celebró en la Caja Mágica de Madrid.
Un momento del minuto de silencio guardado en homenaje al acróbata fallecido el viernes cuando realizaba un espectáculo durante el Festival Mad Cool que se celebró en la Caja Mágica de Madrid.Kiko Huesca (EFE)

El festival de música MadCool, celebrado en Madrid este pasado fin de semana, se vio tocado por la tragedia. El bailarín Pedro Aunión falleció tras caer de una altura de 30 metros cuando llevaba a cabo su espectáculo, previo al concierto de Green Day, momento estelar de la noche. Una actuación, como el resto del festival, que no se canceló a pesar del siniestro, decisión que ha sido criticada desde distintos ámbitos y por redes sociales. La organización del evento explicó que la resolución fue “coordinada entre los responsables de seguridad y los cuerpos de seguridad del Estado”, con el fin de “prevenir un movimiento incontrolado de gente, ante una posible conducta reactiva por una cancelación con 45.000 personas en el recinto”.

Uno de los grandes promotores de la industria musical de los últimos 40 años en España, Gay Mercader, ve lógica la decisión tomada, la cual no depende en última instancia de los organizadores. “Con masas de gente tan elevadas toda decisión es muy delicada. El promotor está implicado pero no es la autoridad competente”. Como explica Mercader, promotor de la última gira de AC/DC en España, que movió a 240.000 personas en cuatro conciertos, organizadores y el máximo responsable policial deben analizar la situación y las consecuencias de una u otra decisión. “No se puede suspender un evento sin dar un motivo a las autoridades”, añade Mercader.

El director del festival Portamérica, Kin Martínez, que esta semana reunirá a cerca de 20.000 personas en la localidad gallega de Caldas de Reis, señala tres prioridades al organizar un evento: seguridad, legalidad y calidad. Explica que un mes antes del evento se celebra una junta de seguridad con todas las partes implicadas: organización, protección civil, fuerzas de seguridad, administraciones... “Se analiza todo el proyecto y se crea un protocolo que contemple el máximo de situaciones posibles, y cómo actuar ante ellas”. Y la evacuación es una opción excepcional: “Es una medida extrema y debe implicar menos riesgo que continuar el espectáculo. Cancelar no siempre es lo más recomendable”, apunta Martínez.

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Conciertos y festivales están regulados por el Reglamento de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas, un decreto de 1982. En él se explica que las autoridades pueden suspender un evento en marcha ante situaciones como desórdenes públicos o exceso de ocupación. Si el promotor observa otra causa que pueda suponer un peligro, como una tormenta eléctrica, deberá consultarlo siempre con las fuerzas de seguridad.

Pero si difícil es cancelar, más aún comunicarlo a los asistentes. “De cada ocho palabras que se dicen por megafonía, la gente atiende a las primeras cuatro. ¿Cómo comunicas que se ha muerto una persona?”, se pregunta Mercader. En estas situaciones la anticipación es uno de los ases con los que los organizadores de los eventos deben contar. “El fallecimiento de un trabajador, de una forma u otra, es una crisis, y como tal es vital la comunicación”, prosigue el director general en España de la agencia publicitaria y de imagen Shackleton Buzz&Press, Elvis Santos.

La comunicación con el público es un momento trascendente y delicado durante una situación de crisis

En todos estos casos, cuenta, suele existir un manual de crisis y un protocolo a seguir. “La muerte de un trabajador, en todos los planes de comunicación, suele estar incluida porque es una casuística que puede llegar a suceder”, reconoce Santos. Se debe tener preparada la respuesta, y en el caso de que la situación no se haya supuesto previamente, debe haber establecido un equipo de crisis que se encargue de esta tarea.

“En estos grupos suelen estar perfiles importantes del evento, entre directores generales, perfiles del departamento legal, alguien del equipo de comunicación o de recursos humanos”. Este comité debe tener un número controlable de miembros para que la decisión sea rápida y consecutiva. Esto, en opinión de Santos, es medianamente fácil de elaborar: “El MadCool se celebra una vez al año, tienes tiempo para prepararlo. El problema es que la comunicación se enfoca a lo comercial y no siempre a estas situaciones”. Para Kin Martínez, es clave “transmitir tranquilidad al comunicar algún percance, ser prudente, y evitar detalles hasta que estén claros. Lo peor es la contradicción”.

Una vez superado el primer lance, es importante mostrar desde el minuto uno, en el primer comunicado, las condolencias por el fallecimiento, ponerse a disposición de amigos y familiares y, en el caso de que la decisión de no cancelar el evento sea de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, hacerlo público, como hizo la organización de MadCool. Elvis Santos coincide con Gay Mercader: “Yo conozco a gente que acudió el viernes por la noche y no supo del fallecimiento del artista hasta que cogió el taxi para volver a casa, ¿cómo se explica durante un festival un suceso así?”, ilustra. Lo que sí habría sido necesario, cuenta el experto, es mostrar humanidad con el fallecido y, en el primer comunicado, mencionar su nombre, algo que MadCool no hizo y que ha sido muy criticado en las redes sociales. “También hay que informar a todas las partes implicadas”, recalca Santos. El propio líder de Green Day, Billie Joe Armstrong, reconoció que a ellos tampoco se les informó del suceso hasta que finalizó su actuación, y que de haberlo sabido, no habrían tocado.

El cantante y guitarrista de la banda estadounidense Green Day, Billie Joe Armstrong, durante su actuación en el Festival Mad Cool.
El cantante y guitarrista de la banda estadounidense Green Day, Billie Joe Armstrong, durante su actuación en el Festival Mad Cool.Kiko Huesca (EFE)

Toda esta labor de seguridad lleva “meses” de trabajo, como reconoce Iván Méndez, uno de los fundadores del Resurrection Fest, que el pasado fin de semana congregó a 30.000 personas diarias en el recinto ubicado en Viveiro (Lugo), cuya población es de 16.000. “Tenemos estudiados los tráficos de gente, por dónde se mueven más y menos. Hay que tener esto muy controlado”. Y reconoce que el nivel cuatro de alerta terrorista está influyendo en la organización de estos eventos, como cortar las calles “con los problemas que conlleva para los vecinos”.

¿Y si se produce la cancelación? El promotor debe haber asegurado debidamente el evento, “desde inclemencias meteorológicas hasta accidentes, desde el recinto al público, a la incomparecencia del artista. Son fundamentales en esta industria”, comenta Gay Mercader, quien también reconoce que blindar eventos de masas al 100% es imposible. Y, además, como dice Kin Martínez, “hacer las cosas bien es muy caro”.

Lo que dice la ley sobre la devolución de las entradas

El Reglamento de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de 1982, que regula eventos como los festivales, explica en su artículo 58 los derechos de los asistentes. Entre ellos, dice el texto, “la devolución del importe de las localidades adquiridas, caso de no hallarse conforme con la variación del espectáculo o actividad o de sus condiciones o requisitos (...) salvo que hubiese ya comenzado y la variación obedeciese a causas de fuerza mayor”. Es decir, si el evento sufre una variación, por ejemplo, de localización, el usuario sí podrá reclamar el importe, no así cuando haya comenzado, aunque cada festival tiene su política. Kim Martínez, de Portamérica, recomienda a los usuarios, en todo caso, revisar las condiciones de su entrada. “Es su contrato con el evento. Tiene un texto que te avisa de cuáles son las situaciones y las condiciones de compra, que nunca pueden ser abusivas”.

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