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La innovación médica, el último fichaje de los clubes de fútbol

La medicina se resiste a la capacidad de crear negocio del fútbol Los proyectos más innovadores buscan la inversión de futbolistas

Ya hay tratamientos médicos personalizados, a la carta de cada jugador.
Ya hay tratamientos médicos personalizados, a la carta de cada jugador.Getty Images
Pablo Sempere

En el fútbol profesional se dan las condiciones idóneas para que la medicina avance. Hay recursos y presupuestos muy amplios, la exigencia del deporte de élite precisa de resultados inmediatos, los tratamientos no pueden fijarse a meses vista, sino al momento y, al contar con plantillas razonablemente reducidas, el club tiene la capacidad de monitorizar, analizar y trabajar con cada profesional, personalizando todos los servicios. “Es este cóctel el que posibilita que la medicina deportiva dé un salto cuantitativo y cualitativo gracias al fútbol, para más adelante ir democratizándose y extendiéndose al resto de la sociedad”, explica el director general de la Fundación para la Innovación y la Prospectiva en Salud en España (Fipse), Alfonso Beltrán.

Esta organización, entre otros de sus cometidos, trabaja con diferentes clubes del deporte rey en España, animándoles a invertir en innovación en salud como palanca de desarrollo de negocio y mejora del rendimiento deportivo. Primero, con el objetivo de desarrollar sistemas y servicios médicos que resuelvan problemas de salud y lesiones. Segundo, para que, una vez asentados, den el salto hacia otros sectores, “como ha ocurrido con la Fórmula 1. La mayoría de los sistemas y avances que tienen hoy los coches empezaron gracias a las escuderías”.

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El problema es que, tal y como cuenta Beltrán, en todo lo que respecta a la innovación médica no hay una cultura emprendedora, y la generación de negocio, hasta ahora, se ha quedado de puertas hacia adentro. Esta situación, eso sí, poco a poco está cambiando, y varios equipos españoles comienzan a adoptar soluciones propias que más tarde lanzan al mercado, para ser utilizadas en un sinfín de supuestos. “El caso del Atlético de Madrid es ilustrativo. Hace años se sirvieron de una camiseta inteligente para estudiar los ritmos cardiacos de uno de sus jugadores, y hoy esa solución ya se utiliza fuera del deporte, en muchos tratamientos cotidianos de corazón o de obesidad”, apunta. Para Beltrán, es vital que los avances del fútbol se extiendan, y tras su adaptación a los perfiles medios, se implanten en los hospitales, laboratorios y centros de rehabilitación. Sobre todo, debido a las buenas ideas que hay en los clubes hoy en día.

“En nuestro entorno, la monitorización total del jugador es ya una realidad”, señala el responsable de servicios médicos del Atlético de Madrid, José María Villalón. En la escuadra rojiblanca, el personal médico ya trabaja a diario con sistemas de medición GPS, para ver lo que corre cada jugador, el ritmo de su recuperación, la frecuencia cardiaca, las pulsaciones... “También recibimos los datos relativos al entrenamiento invisible, es decir, las horas de sueño o las calorías ingeridas”, añade. Y así, con este cúmulo de información, el equipo técnico cuenta con referencias objetivas que indican el estado en el que se encuentra el futbolista, cuáles son sus puntos débiles y qué entrenamiento necesita. “El fin es prevenir lesiones y patologías, ya que un hombre parado supone un impacto económico brutal al equipo”.

Trabajamos a diario con sistemas de medición GPS con cada jugador

José María Villalón, del Atlético de Madrid

Con Villalón coincide el jefe de los servicios médicos del Valencia C.F., Luis González Lago: “La tecnología en el fútbol está enfocada a prevenir las lesiones y a reducir al máximo posible el tiempo de recuperación. Y esto es algo complicado, debido a que este deporte es cada vez más físico y las lesiones musculares, que suponen el 60% del total de dolencias, aumentan cada año un 4%”. Para estar precavidos, en el caso de la plantilla valencianista, los expertos miden todas las variables que la tecnología permite analizar. “Miramos el rendimiento, el tipo de hierba, la humedad, la velocidad a la que corre el futbolista, el esfuerzo que lleva a cabo, y a su vez contamos con apps que nos muestran si ha descansado bien, su nutrición, la medición y acidez del sudor, el pH...”.

Con este conglomerado de datos, la medicina pasa a ser totalmente personalizada, a la carta de cada jugador, y así, cuando la lesión ha sido imposible de evitar, todos los esfuerzos se concentran en disminuir los días de baja sin que haya recaídas. No hay que olvidar que el jugador es un recurso más de la empresa, “y que número arriba, número abajo, un hombre parado le cuesta al club medio millón de euros de media al mes”. A estos métodos se le añaden otras armas de tecnología puntera para tratar las lesiones, como la medicina regenerativa de precisión o las ansiadas células madre, una técnica que, pese a ser revolucionaria, aún no parece haberse llegado a aplicar. “El tratamiento ya es del deportista, con nombres y apellidos. Viendo el perfil genético o los factores de crecimiento podemos aplicar soluciones a una rodilla en concreto, a un perfil particular”, ilustra Alfonso Beltrán.

Viendo el perfil genético, podemos aplicar soluciones a una rodilla en concreto

Alfonso Beltrán, de Fipse

“¿Qué pasaría si todos estos avances saliesen del fútbol?”, se pregunta Beltrán. “La transformación de la medicina sería bestial”. El primer paso para lograr esta meta es que los propios equipos cambien su mentalidad: “La generación de negocio en torno al fútbol es evidente en cuanto a imagen, merchandising, publicidad, audiencia... Sin embargo, todo el conocimiento médico con el que cuentan los grandes clubes, no se explota”.

Por esa razón, los expertos de Fipse se dedican también a asesorar a pequeñas empresas y startups del sector de la medicina deportiva, para que puedan entrar de lleno en los grandes clubes de fútbol. “Hay muy buenos proyectos y grandes investigadores, lo que falta es inversión”, sentencia Alfonso Beltrán. Y aunque es posible que equipos con grandes presupuestos, como el Atlético de Madrid o el Valencia C.F., desarrollen estas tecnologías desde sus propios departamentos médicos, y otros como el Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid, los dos más avanzados en estas técnicas en España, lo hagan desde sus equipos de investigación e innovación, los más pequeños sí pueden ser una buena puerta de entrada. “En nuestro caso, vamos a empezar nuestra segunda temporada en Primera División, por lo que la situación es relativamente nueva para nosotros y la inversión se dedica a mínimos, como la preparación física o las instalaciones”, cuenta el director médico del Club Deportivo Leganés, Alberto Lam.

Un jugador parado le cuesta al club, de media, medio millón de euros al mes

Luis González, del Valencia C.F.

Pero el equipo ya ha presentado presupuestos y una de las directrices para la temporada que viene es generar alguna idea y adoptar novedades en lo que a la medicina respecta. “De cara a la innovación, nosotros sí damos cabida a pequeños proyectos que no han podido entrar en los equipos más grandes y con mayores presupuestos, que tienen en sus puertas a muchísimas empresas con ideas novedosas vendiendo sus ideas. Nosotros les escuchamos con más calma”. Explica Lam que, pese a trabajar en un club mucho más pequeño, no dejan de estar en Primera División, por lo que ya tienen una imagen asentada “que a la hora de la verdad sí ayuda para atraer proyectos”. Eso sí, en términos generales, “lo que hacemos es aprovechar los medios de nuestros hermanos mayores, que son referentes en esto”.

Así, técnicas consolidadas, como la medición de esfuerzo o la monitorización de los jugadores, en el Leganés las llevan a cabo con técnicas más rudimentarias, “echándole un poco de imaginación”, prosigue. De esta forma, si toca realizar una medición de fuerza, en vez de apoyarse en máquinas novedosas o cámaras termográficas, “utilizamos el cronómetro y medimos a mano la longitud o la aceleración”. Pese a esto, Lam es optimista, ya que los clubes, cada uno en función de sus necesidades y capacidades, se están dando cuenta de que invertir en salud es invertir en el jugador, que es el recurso más preciado. “Al fin y al cabo, si previenes lesiones y reduces el tiempo de recuperación, dejas de perder dinero”, sentencia.

El futbolista es el mejor inversor

En el momento de fichar a un jugador, hoy se tienen en cuenta multitud de factores, más allá de que el deportivo siga siendo el principal. La capacidad del futbolista de generar expectación, consumo, merchandising y explotación de su imagen, se mira con lupa desde las directivas de los equipos. Y a esto se le añadirá un nuevo punto: “Debido a que el fútbol es cada vez más físico, en un futuro muy próximo, si es que esto no ocurre ya, los factores médicos también serán un detalle a tener en cuenta”, explica Alfonso Beltrán, de Fipse.

Un futbolista lesionado, y por ende parado, le cuesta dinero al club. A esto se le añade que él, como profesional, también necesita jugar, para crecer y poder ascender. Por esa razón, asegura este experto, ya son varios los jugadores profesionales de la Primera División española que están próximos a comenzar a invertir, directamente, en avances médicos, al igual que hacen con otros sectores como el inmobiliario o el de la moda. “Cabe recordar el caso del exmadridista Fernando Redondo, un jugador que tenía problemas frecuentes de rodilla y que decidió no cobrar mientras estuviese lesionado. Algo parecido ocurrió hace poco con el brasileño Kaká, aunque finalmente parece que no dejó de recibir su salario”.

Sea como sea, al profesional le interesa estar en plena forma.Esto, además, puede desembocar en una nueva fuente de ingresos. “Se trata de aprovechar el factor tractor de un futbolista, no solo para vender camisetas, sino para vender, por ejemplo, un kit de diagnóstico temprano de fibromialgia o de regeneración muscular”, prosigue Beltrán, no sin pasar por alto el efecto que un suceso así supondrá en cuanto a inversión. “Si un futbolista profesional invierte en algo así, rápidamente se formará alrededor una ronda de inversores”.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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