Una ofensiva para racionalizar el derecho de huelga en los sectores vitales
La factura para las aerolíneas en 12 años de conflictividad supera los 5.300 millones
La hoja de ruta de Bruselas para aumentar la competitividad del sector aéreo incluye una propuesta cuyo objetivo es limitar –y racionalizar– el derecho de huelga de los controladores europeos. La Comisión Europea ha pedido a los Gobiernos que eleven a 14 días el plazo mínimo de preaviso de las huelgas, que obliguen a los trabajadores a comunicar con 72 horas de antelación si secundarán o no el paro; que garanticen el servicio de control a los vuelos que atraviesen el espacio aéreo durante los paros, y que eviten la autorización de las huelgas en los periodos punta de actividad. El objetivo de Bruselas es proteger la economía europea frente a la potente conflictividad laboral de un gremio que entre 2004 y 2016 ha realizado 375 huelgas en el conjunto de la UE. La brutal capacidad para paralizar la actividad que tienen los controladores se aprecia con dos o tres cifras: según la CE, el colectivo ha causado en poco más de una década la cancelación de 243.000 vuelos, con más de 27 millones de pasajeros afectados.
La ofensiva de Bruselas no es legislativa, dado que carece de competencias para regular el derecho de huelga, pero insta tanto a Gobiernos como a agentes sociales a pactar restricciones que garanticen los servicios cuando se desaten los conflictos. La propuesta constituye un triunfo para el sector aéreo europeo, cuyas principales compañías se han agrupado para pedir una normativa capaz de frenar el daño económico potencial que tienen los controladores. No en vano la factura para las aerolíneas en 12 años de conflictividad supera ya los 5.300 millones de euros.
Pese a la previsible oposición sindical, que ya se ha manifestado a través de la Confederación Europea de Sindicatos, la racionalización del derecho de huelga debería extenderse a otros colectivos cuya capacidad de paralización de la actividad es similar a la de los controladores. Es el caso de los estibadores, que comenzaron ayer un nuevo paro de 48 horas, o de los transportistas, que han demostrado sobradamente su fuerza para bloquear carreteras, ferrocarriles, aviones y puertos europeos. Ningún derecho es ilimitado, porque implica pisotear derechos de otros. Ejercido de forma abusiva, el derecho a la huelga convierte en rehenes a todos los ciudadanos.