Alibérico se abre a la “difícil” búsqueda de un centenar de ingenieros
Ofrece formación en las sedes del grupo fuera de España y la vuelta a corto y medio plazo Pone al 100% de su producción la antigua planta de Alcoa en Huesca y prevé triplicarla
Se buscan ingenieros jóvenes, dispuestos a trabajar un tiempo fuera de España y que quieran “formarse, desarrollar una carrera y crecer con nosotros”. El anuncio parte esta vez de Alibérico, el mayor grupo español de la transformación de aluminio. Y cualquiera daría por descontado que su presidente, Clemente González Soler, recibirá centenares de currículos.
Pero la tarea de captar hasta un centenar de profesionales, reconoce el empresario, “no es fácil”. El problema está en la desconexión, denunciada desde hace años por la industria, entre el mundo académico y las necesidades de la empresa.
Alibérico, con plantas en España, Marruecos, Canadá, EE UU y Australia, precisa un centenar de profesionales para atender su plan de crecimiento. “La idea es que estén unos meses fuera de España y que muchos vuelvan en el corto plazo”.
Además de la apertura de áreas de negocio en el exterior, un exponente del desarrollo del grupo se encuentra en Huesca, donde se duplicará la plantilla desde el centenar de empleados del inicio de operaciones hace tres años. Alibérico se hizo allí, en 2014, con uno de los emblemas industriales de los Pirineos desde los años veinte, la planta de aluminio de Sabiñánigo, instalación que en las última seis décadas ha pasado por las manos de Aluminios de Galicia (Alugasa), la pública Inespal y la estadounidense Alcoa. Esta última se la vendió en 2009 al fondo Bavaria y, en dos años, la fábrica fue a concurso.
Con la plantilla en la calle y la maquinaria parada sine die, Alibérico se hizo con los activos, incluidos terrenos y naves, en el proceso de liquidación. En 15 días, en el verano de 2014, la fábrica estaba en marcha y hoy funciona al 100% de su capacidad, con tres turnos que cubren todas las horas de la semana. La reactivación ha sido posible a golpe de exportación.
La filial Iberfoil Aragón, titular de la fábrica, factura ya 36 millones al año tras producir 20.000 toneladas de hoja fina de aluminio, de las que el 65% van fuera de España. González Soler tiene lanzada una inversión de 15 millones para triplicar la producción de la instalación, hasta las 60.000 toneladas anuales gracias a una nueva línea de producción que entrará en funcionamiento este verano.
La semana pasada llegó a Sabiñánigo uno de los mayores hornos construidos en este país: “Su capacidad, para cuatro bobinas con un total de 46 toneladas, es un 30% superior a la de cualquier otro horno para laminación del aluminio”, explica Iberfoil. Esta pieza, diseñada por la madrileña HEA y ejecutada por la calderería zaragozana Rapa, mide diez metros de largo, casi cinco metros de ancho y cuatro de alto. “La recepción del horno es un hito para nosotros, pero también habla de la capacidad de regenaración de la actividad industrial en España”, dice González Soler. Tras comprar nuevas máquinas, se lanza a contratar talento.
Oportunidad para una planta de 90 años
- Alibérico, a través de Iberfoil, reabrió en el verano de 2014 la fábrica de Sabiñánigo, fundada en 1927. Hoy vende 13.000 toneladas de aluminio laminado a Francia, Alemania, Suiza e Italia.
- Iberfoil produce hoja fina de aluminio, con un espesor de 6 a 200 micras, indicada para el sector alimenticio, farmacia y materiales altamente higiénicos. Sus productos están en la envoltura de chocolates y caramelos, bolsas de sopas, o los blíster de píldoras y pastillas.
- La nueva línea de producción de Sabiñánigo, que entrará en pruebas en julio, incorpora el mayor horno de recocción de aluminio y un laminador con el mayor ancho, de 1.750 milímetros. La fábrica tiene una superficie de 110.000 metros cuadrados.