30 años para jubilarme, ¿cómo invierto si soy conservador?
¿De verdad soy conservador? Comprueba si merece la pena arriesgar Valora las opciones reales del mercado
Cada vez es más creciente entre la población de una edad comprendida entre los 35 y los 45 años la preocupación de cómo invertir los ahorros para tener una jubilación digna. Aunque es algo que se deberían haber planteado generaciones anteriores hay dos factores que han espoleado a los futuros jubilados: el preocupante futuro de las pensiones públicas y la baja remuneración de las inversiones con poco riesgo.
¿De verdad soy conservador?
Cuando una persona con estas inquietudes va al despacho de su asesor financiero, a foros o al banco donde tiene otros productos suele definirse como "conservador", en algunos casos poniendo la coletilla "no quiero perder dinero". Evidentemente nadie quiere perder dinero, ni siquiera el inversor más agresivo, así que no es una definición válida. Veamos a continuación los principales factores que definen un perfil de inversor:
- El horizonte temporal, o el tiempo que se va a tardar en querer recuperar el capital: es básico ya que nos indica si se puede invertir en un producto más o menos volátil, es decir si se pueden asumir pérdidas puntuales de la inversión en momentos negativos con el fin de buscar más rentabilidad en los positivos.
- Colocación de otros ahorros: la inversión de cada persona debe tener en cuenta la distribución de todos sus activos ("asset management"). Es importante que una parte de los ahorros estén colocados con poco riesgo para evitar echar mano de los destinados a largo plazo. Así se respetará el destino de cada "compartimento", en este caso la jubilación, y en segundo porque podría necesitarse en uno de los momentos puntuales de pérdidas.
- Capacidad de ahorro: va muy ligado a lo anterior, si una persona sabe que puede ahorrar periódicamente podrá hacer frente a eventualidades mejor que otro que al que le sea imposible.
- Aversión al riesgo: no es más que el miedo de cada persona a perder dinero, los anglosajones lo llaman "sleeping point", es decir el punto de riesgo te deja dormir por las noches. Por lo tanto a una persona a la que le quedan 30 años para jubilarse, tiene una cantidad significativa ahorrada en productos con poco riesgo y una capacidad de ahorro muy alta no debería estar invertido en vehículos con riesgo de pérdidas puntuales si éstas no le dejan dormir o le crean algún tipo de ansiedad… la salud es lo primero.
- Cultura financiera: es la solución para evitar la irracionalidad del punto anterior y poder vivir una jubilación de una forma merecida. Está claro que si todos los factores objetivos permiten una inversión arriesgada y más rentable a largo plazo, hay que trabajar en la subjetiva. Conocer por qué se producen caídas, las herramientas que hay para controlarlas, y las posibilidades de éxito/fracaso reales ayuda mucho.
La mayor incongruencia del conservador
Muchas personas que se definen como "inversores conservadores" tienen o buscan la posibilidad de invertir en inmueble de forma directa, ya sea para vender más caro en poco tiempo o para alquilar y obtener rendimiento. No en vano casi el 75% del total de activos de las familias españolas son inmobiliarias, justo al contrario que los países anglosajones. Veamos a continuación los riesgos de esta inversión, comparándola con el de una cartera de fondos de inversión bien diversificada:
- ¿Riesgo de precio? Tanto la bolsa como el inmueble pueden sufrir caídas en los precios, con el añadido que la primera tiene unos gastos añadidos que no tiene la segunda y, por tanto, aumenta el valor de compra, véase notario, registro, mantenimiento, impuestos, inmobiliaria, y en muchos casos intereses por financiación.
- ¿Riesgo de liquidez? La crisis inmobiliaria reciente ha demostrado que es un componente muy alto de riesgo el no poder vender cuando se necesita.
- ¿Riesgo de concentración? Mientras que en una cartera de fondos se invierte en todo el mundo y en varios sectores económicos, en un inmueble se hace en un activo de muy reducidas dimensiones, por grande que sea, y en una zona muy limitada. Cualquier problema cercano derivará en una pérdida de valor.
Es decir, el riesgo de la inversión inmobiliaria es mayor que el de la inversión en bolsa por lo tanto el inversor conservador debería huir. Además las rentabilidad también son inferiores, decir lo contrario sería asegurar que las empresas generan menos riqueza que los inmuebles en los que trabajan. Por no hablar que vía bolsa se puede invertir en el sector inmobiliario sin los riesgos comentados anteriormente, algo que pocos españoles hacen.
¿Vale la pena arriesgar?
Una pregunta que se hacen muchos es si vale la pena formarse, contratar a un profesional, y arriesgar para buscar algo más. La respuesta es más fácil darla con un ejemplo: veamos la diferencia de una persona que invierta hoy 50.000 al 3% conservador (aunque ahora parece muy alto es lo mínimo para evitar la inflación) y otra que lo haga al 8% arriesgado (es poco ambicioso teniendo en cuenta que las rentabilidades de las bolsas mundiales a largo plazo son superiores):
- Inflación (2% objetivo del BCE): Capital equivalente 90.568,08 euros. La subida de precios equivale a 40.568,08 euros
- Conservador (3%): Capital final 121.363,12 euros. El beneficio es de 71.363,12 euros, siendo el real (descontando inflación) de 30.795,04 euros.
- Arriesgado (8%): Capital final 503.132,84 euros. El beneficio es de 453.132,84 euros, siendo el real de 412.564,76 euros.
Sobran las palabras viendo el resultado.
¿Qué se puede hacer?
Hay varias estrategias que se pueden hacer para invertir cara a la jubilación, y distintos vehículos para hacerlo:
- Planes de pensiones: Son el más mediático debido las ventajas fiscales en las aportaciones, sin embargo hay que tener en cuenta otros factores como las desventajas fiscales en el rescate (junto a los alquileres de la inversión inmobiliaria es el único rendimiento que no tributa en la base del ahorro y lo hace en la general).
- Fondos de inversión: no tienen ventajas fiscales en las aportaciones, pero el rescate no es gravoso. Además hay más variedad de productos y de gestoras, incluyendo las internacionales.
- Acciones: permiten una diversificación mucho menor, exige que el inversor esté mucho más pendiente y tenga más conocimientos. Los dividendos pueden suponer un problema al ser una descapitalización que a largo plazo es significativa, incluso en caso de que se reinvierta se han descontado unos impuestos que vía fondos o planes se van acumulando.
En cualquier caso, una inversión a muy largo plazo, bien diversificada, protegiendo los rendimientos de auténticos crashes bursátiles y optimizándola mediante una gestión de calidad, está demostrado que permitirá vivir una jubilación mucha más digna que siendo "conservador".