Riesgos e imprevistos, parte de nuestro plan financiero
Los datos sobre el aumento de la esperanza de vida son continuos en los medios de comunicación, cada vez hay más personas que alcanzan edades avanzadas y, además, tal y como vemos en las noticias, lo hacen en muchos casos en mejores condiciones que en el pasado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que uno de los posibles efectos de este envejecimiento es el aumento de las personas con discapacidad o enfermedades crónicas, ya que la edad es un factor determinante en la aparición de este fenómeno.
De acuerdo a las cifras del INE, Instituto Nacional de Estadística, la esperanza de vida libre de enfermedad crónica al nacer es de 31,3 años en los hombres y de 26,2 en el de las mujeres. Y la esperanza de vida en buena salud es de 57,3 años en los hombres y 53,4 en las mujeres. Por su parte, la esperanza de vida libre de discapacidad es de 71,3 en los hombres y de 73,8 años en las mujeres.
Una preocupación que comparten muchas personas es que pasa si, en el futuro, tienen problemas de movilidad que les provoquen un desembolso económico para adaptarse y recibir los cuidados necesarios o qué ocurrirá si pierden capacidades cognitivas, qué sucederá si sufren un proceso degenerativo por enfermedad. Como en el resto de cuestiones vitales y profesionales, la planificación financiera también supone una ayuda importante. Y en este caso, además, hay que tener en cuenta algunos aspectos legales.
Así, podemos generar un ahorro específico para cubrirnos en el futuro si necesitamos más dinero como consecuencia de una enfermedad o discapacidad, podemos contratar determinados tipos de seguros o también podemos recurrir a figuras como el poder preventivo. Vamos a ver brevemente algunos de estos aspectos.
El poder preventivo presenta un amplio abanico de posibilidades para que la persona tome una serie de decisiones y estructure un sistema de protección. El poder es adecuado para atender los problemas de gestión y administración de una manera rápida, así como para aquellas personas que prevean una futura incapacidad o que deseen evitar un procedimiento de incapacidad judicial, más largo y costoso.
Respecto a los seguros, podemos valorar como parte de nuestro plan financiero es la contratación de este tipo de productos para cubrir esa caída de ingresos o incremento de los gastos que las enfermedades y la incapacidad pueden suponer.
Por un lado, podemos recurrir a los seguros de incapacidad. A la hora de contratarlos, es importante revisar en profundidad la póliza para no llevarnos sorpresas, debido a que, en ocasiones, no coinciden los tipos de incapacidad de la Seguridad Social con los cubiertos por la póliza. Antes de contratar un seguro, debemos de analizar cuales son las situaciones que nos gustaría proteger.
Los seguros de incapacidad más comunes son los temporales. Por otro lado, los seguros de incapacidad profesional para la profesión habitual, no son muy frecuentes. Normalmente exigen la realización de unas pruebas médicas que le permitan comprobar a la compañía de seguros que el asegurado tiene un riesgo normal de incapacidad (por ejemplo, prueba de esfuerzo).
Por otro lado, podemos recurrir a seguros de enfermedad, para cubrir enfermedades graves, degenerativas o asociadas a la edad, y también a seguros de vida, para dejar cubiertas las necesidades de nuestra familia si nos ocurriese algo.
Además, existe la posibilidad de contratar seguros de vida. Los seguros de vida pueden ser temporales, que proveen protección financiera por un período de tiempo limitado (un viaje, el plazo de amortización de un préstamo, etc.) o hasta que se cumpla una determinada edad (cuando el hijo cumpla 22 años). Si la muerte ocurre dentro del plazo establecido el beneficiario recibe el capital asegurado. En caso contrario, no recibiría nada, perdiendo el importe de las primas satisfechas. Por tanto, al no generarse acumulación de ahorro, generalmente, estos seguros son los más económicos.
O pueden ser seguros de vida permanentes, que ofrecen cobertura por tiempo indefinido. Al margen del periodo objeto de cobertura, las principales diferencias entre el seguro de vida temporal y permanente, son que estos últimos tienen derecho de rescate, derecho de reducción y derecho de anticipo.
Otros seguros que podemos valorar como parte de nuestro plan financiero son los de amortización, los de capital o los de renta de supervivencia. Como siempre decimos, en cada caso interesarán unas opciones u otras, en función de nuestras circunstancias y necesidades.
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