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Theresa May descubre el peligro de chocar con Martin Selmayr

La primera ministra británica, Theresa May, parecía tener controlados todos los ángulos y aristas del brexit. Pero había descuidado la peligrosa presencia de Martin Selmayr, el implacable jefe de gabinete del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

"Algunos en Bruselas no quieren que estas negociaciones tengan éxito", ha proclamado hoy May (here) en una solemne y sorprendente declaración delante de Downing Street. El innominado ataque parece dirigido contra los eurócratas en general. Pero en la capital europea se ha colocado rápidamente en la diana a Martin Selmayr, un funcionario (alemán) que a sus 47 años se ha labrado ya en la Comisión Europea una leyenda digna de alguien al final de su carrera.

La rabieta de May llega sólo unos días después de que un diario alemán publicase un detallado y sesgado relato sobre el choque frontal de la primera ministra británica con Juncker durante la cena que mantuvieron el mes pasado en Londres.

Juncker, según el "acta" europeo del encuentro (here), salió de Downing St convencido de que el gobierno de May no entiende la gravedad del brexit, que la primera ministra no confía en el ministro encargado del proceso y que Londres espera un acuerdo a la medida que deje casi intactos los privilegios que disfruta dentro del club pero sin ninguna obligación.

El retrato de May como una persona fuera de la realidad ha escocido en Reino Unido, donde se culpa a la UE de tergiversar lo ocurrido durante la cena con Juncker. La primera ministra incluso ha acusado hoy a Bruselas de enturbiar la negociación con el objetivo de perjudicarla en las elecciones adelantadas al 8 de junio.

El origen de la filtración de la cena apunta a Bruselas. Y quienes conocen la capacidad de Selmayr para maniobrar entre bambalinas sospechan que el jefe de gabinete no andaría muy lejos de la fuente del relato.

Selmayr (aquí) es un consumado negociador. Eficiente, artero y habilidoso, según sus aliados; intransigente y dictatorial, para sus enemigos. En todo caso, amante de las batallas difíciles, entre las que el brexit puede alcanzar un carácter casi épico.

El mandato de la Comisión actual se juzgará en gran parte por el resultado de la negociación con Londres. Y Selmayr parece dispuesto a jugar muy fuerte para intentar salvar el legado de Juncker, aun a riesgo de pasarse de frenada y estrellarse contra la dura realidad que se teje en las capitales.

El jefe de gabinete ya ha apostado fuerte otras veces. Y con éxito. La más reciente, la propia llegada de Juncker a Bruselas como primer presidente surgido, indirectamente, del resultado de las elecciones al Parlamento Europeo. Como jefe de su campaña, Selmayr ayudó a poner en marcha una imparable bola de nieve que llevó al ex primer ministro de Luxemburgo hasta la presidencia de la Comisión Europea a pesar de las objeciones de Londres y Berlín, entre otras capitales.

David Cameron, entonces primer ministro británico, intentó impedir con ayuda de Angela Merkel el nombramiento de Juncker (aquí). Pero la canciller alemana se echó atrás cuando vio que el veto a Juncker podía interpretarse como un desprecio al proceso electoral (aquí).

Selmayr vuelve ahora a provocar las iras de Londres. El astuto funcionario fue una de las pocas personas en Bruselas que antes del referéndum del 23 de junio de 2016 previó que el gobierno de Cameron perdería la consulta. La espantada no le ha cogido desprevenido. May, en cambio, parece haber descubierto de repente que tiene enfrente a eurócratas que no están dispuestos a que el brexit se convierta en un cómodo precedente que llame la atención del electorado en países como Francia y Holanda.

Foto: Martin Selmayr, durante una cena-mitin de Jean-Claude Juncker en el norte de Portugal (B. dM., 17 de mayo 2014).

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