_
_
_
_
_

Hillary Macrón versus Donald Le Pen

"¡No importa cuánto logré durante el estándar ridículo de los primeros 100 días, y ha sido mucho (incluyendo S.C.), los medios matarán!"

A punto de cumplir los primeros 100 días al frente de la Casa Blanca, Donald Trump pretende rehacerse de los últimos encontronazos con la REALIDAD y mostrarse seguro de su capacidad para cumplir sus promesas.

Parece que empezamos a comprobar que la batalla ente familias políticas y el caos desplegado dentro del seno de la Casa Blanca plagada de peleas, filtraciones y la indisciplina no es más que una extensión del caos previamente existente en su mente.

Ahora desprecia el “estándar ridículo de los primeros 100 días” pero su agenda en los primeros días (incluso antes de la investidura) fue frenética. “Está cumpliendo sus promesas y lo hace a una velocidad vertiginosa”, llegó a decir su jefe de gabinete de la Casa Blanca, Reince Priebus, a «Meet the Press» de la cadena NBC, citando las iniciativas de Trump para salir del pacto de libre comercio de la Asociación Transpacífica, impedir que la factoría de Carrier en Indiana se trasladara a México y despidiera a sus trabajadores, así como su fuerte aumento del gasto militar.

En medio de todo este debate todavía está por explicar convenientemente (más allá de utilizar como ariete su mala relación con la prensa y bailar alrededor de la delgada línea que en su mundo separa la verdad de la falsedad) sus cambios de parecer en torno a la política de su antecesor en torno a Síria, Rusia, la OTAN y, por último, la práctica del golf.

Ayer, a punto de cumplir el “estándar ridículo de los primeros 100 días” el presidente Trump, "abre el melón" de una de sus promesas más anunciadas durante su campaña: la reducción de los impuestos. Aunque ello tenga que hacerse "sacrificando" otra, como era la construcción del muro con México.

El plan prevé una reducción de los impuestos a las empresas al 15% desde el actual 35%, que las cantidades pagadas en concepto de Impuesto de Sociedades en el extranjero puedan ser desgravadas en EEUU y una reforma del impuesto de la renta (equivalente al IRPF), cuyos tramos pretende recortar de 7 a 3, con tipos más bajos que los actuales, del 10%, el 25%, y el 33%. Aunque los detalles y su configuración final quedarán para las negociaciones en el Congreso, Trump empeña su prestigio en esta nueva iniciativa.

La reforma, que tiene muchos obstáculos para salir adelante, se presenta en medio de una semana ya de por sí ajetreada, en la que la Casa Blanca y el Congreso están trabajando contrarreloj (el plazo acaba el sábado) para negociar un acuerdo de gastos y un nuevo límite de endeudamiento que evite un cierre parcial del gobierno federal. La reforma tributaria cuenta con la oposición demócrata aduciendo que no beneficiará a los ciudadanos, y muchos de los congresistas republicanos tienen reparos con ella dado que estiman que su puesta en práctica crearía un enorme boquete en las cuentas públicas (10 billones de $ en la próxima década).

El secretario del Tesoro, Mnuchin, señaló ayer que la administración está más preocupada por impulsar el crecimiento y la creación de empleo que con el impacto en los ingresos del gobierno. El lunes añadió que Trump está convencido de que los Estados Unidos puede lograr un crecimiento económico sostenido de 3% o más, lo que pagaría los recortes de impuestos junto con “billones de dólares” repatriados de paraísos fiscales. Todo se resumen en la frase de Mnuchin: “El plan tributario se pagará con el crecimiento económico”.

En medio de todo ello, Trump también está presionando a los republicanos de la Cámara Baja para que reanuden los esfuerzos para reemplazar el "Obamacare" después de que el fracaso del pasado marzo, dañó fuertemente su capacidad de liderazgo y su popularidad.

Su otra promesa de cerrar puertas a la inmigración, fracasó dos veces ya que sus proyectos quedaron en suspenso por jueces federales.

A este lado de del Atlántico, Emmanuel Macron ha perdido su primera batalla mediática con Le Pen que lo dejó KO con una inesperada visita a los trabajadores en huelga de la fábrica de Whirlpool en Amiens, que desde enero pasado se sabe que cerrará y se trasladará a Polonia. Pero cuidado, Whirlpool es una multinacional americana, nadie se ha preguntado si, en su momento, el traslado de EE.UU. a Francia no fue una deslocalización también.

El baño de masas de su rival ultraderechista fue devastador sobretodo porque mientras ello ocurría Macron se reunía a puerta cerrada con los sindicatos en la Cámara de Comercio de la ciudad. Los selfies de los trabajadores en huelga con Le Pen en el parking de la planta y los gritos de "¡Marine president!" obligaron a un cariacontecido Macrón a mover ficha. Se presentó en la fábrica a la que antes se negaba a visitar. No sabemos si el remedio fue peor que la enfermedad.

La lucha anti-establishment tiene aquí su siguiente episodio. Estamos ante el combate Hillary Macrón versus Donald Le Pen. El intercambio de sexo impedirá, esta vez, apelar a la ideología de género. Tampoco tendremos la posibilidad de decir que no sabíamos en que acaba todo esto cuando Marine sea presentada a la REALIDAD.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_