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El Foco
Tribuna
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El presente y el futuro pasa por el ‘fintech’

El reto de la banca no es necesariamente liderar la tecnología financiera, sino promover alianzas

Thinkstock

En los medios de comunicación, en algunos programas de formación universitaria y en las entidades del sector financiero, entre otros, el término fintech aparece a diario. Y no puedo por menos de realizar un par de observaciones al respecto. La primera se refiere al recuerdo de aquella fantástica obra titulada Confusión de confusiones. Considerado como el primer gran libro de Bolsa y objeto de estudio por parte de los historiadores de economía, publicado en 1688 en Ámsterdam por José de la Vega y en cuya transcripción al español tuve la oportunidad de participar en unión de un selecto grupo de filólogas de la UEM en el año 2000. En esta obra, el autor afirma: “Solo observo que habláis en opsies sin explicar lo que sean”. Se refería a las opciones financieras. Algo de esto sucede hoy en día y podríamos afirmar que muchos hablan de fintech sin decir qué es.

Una segunda observación, al hilo de la primera y que se relaciona con el propio término. En general, en España somos muy dados a acuñar palabras de otros idiomas. Se establece así una especie de barrera entre quien las emplea y el resto. Es una práctica especialmente usada en el campo financiero, donde el experto maneja estos términos y quien no lo es asiste con fascinación a conversaciones plagadas de palabras ininteligibles, lo que le confiere un elevado toque de distinción profesional.

Pues bien, fintech no es otra cosa más que tecnología financiera. Y es que la tecnología se está aplicando de manera masiva y generalizada a prácticamente todos los sectores de la economía, lo que supone una auténtica revolución, un reto y algo impensable hace unos años.

Para centrar un poco estas líneas y las reflexiones que las acompañan me referiré al sector financiero por su importancia en la economía y la trascendencia de su evolución. La base de esta afirmación se ha robustecido después de lo acontecido en la reciente crisis económica mundial.

Así como el entramado político ha evolucionado en los últimos tiempos hacia formulas cargadas de populismos, con una cierta idea en el electorado de ir abandonando lo de siempre, la tecnología ha ido también planteando cambios en ciertos sectores, como el editorial, el transporte o la logística, por señalar algunos. Y casi sin darnos cuenta ha aparecido también en el sector financiero en áreas muy diversas. Se pueden señalar los depósitos, pagos, préstamos, transferencias, tarjetas prepago y divisas digitales.

Con todo ello los bancos se han encontrado ante un nuevo panorama y se han visto obligados a reaccionar ante estos movimientos porque si no lo hacían, si no aceptaban el reto, podrían llegar incluso a desaparecer. Había que prestar muchos servicios con mayor agilidad y menor coste.

La aparición de las compañías fintech se ha convertido en el gran riesgo de las entidades financieras a nivel mundial. Ocupan espacios del negocio antes exclusivos de los bancos con rapidez y bajos costes. Pero el asunto no es nuevo y desde el momento que se vislumbró los bancos deberían haber reaccionado con mayor celeridad.

Pero la realidad es que esto no ha sido así. Podemos pensar en que la pesada estructura de personal y oficinas no permite cambios ágiles, a lo que se une la escasa formación de muchos de sus empleados.

El desarrollo de las empresas fintech está siendo asimétrico y puede haber una razón que lo explica. Cuando un mercado está muy maduro, resulta muy difícil y laborioso cambiar ciertos hábitos de consumo y determinadas transformaciones en la manera de prestar servicios. En los países poco desarrollados, la prestación de servicios y los propios productos se implantan por primera vez o llevan poco tiempo en vigor, con lo que nacen en un estadio diferente al que se encuentran en los países muy tradicionales. Y es que a veces es mejor no ser el primero en disponer de los productos más novedosos. En los países desarrollados, el cambio viene determinado por otros factores, como son la aparición de sistemas más cómodos de acceso a los productos, menores gastos, cierta rebeldía hacia la banca tradicional y otras causas, como el cambio generacional de los usuarios de los bancos, que inevitablemente se va produciendo.

En este sentido, hay que felicitarse por la rapidez de reacción de ciertas plazas financieras como Londres, que puede considerarse el primer hub del mundo fintech y del papel agresivo en este campo de otros centros como Nueva York, Singapur, Hong Kong o París.

Como ya se ha mencionado, la evidencia del cambio se viene anunciando y viviendo desde hace ya algún tiempo y la inevitable y necesaria nueva estrategia que se acomete con lentitud observa cómo cada día surgen nuevas startups que implantan servicios de todo tipo. A esto hay que unir que las grandes compañías tecnológicas a nivel mundial están desarrollando programas avanzados para acometer la prestación de servicios tradicionalmente llevada a cabo por los bancos. Ello constituye otra gran amenaza.

El futuro pasa por fintech, aunque esto no significa que necesariamente los bancos acometan los cambios necesarios directamente, sino más bien que los bancos se alíen con quien es capaz de desarrollar los proyectos con rapidez, seguridad y avanzada tecnología.

Otro asunto a tener en cuenta es el de la seguridad de las transacciones y la regulación que las sustenta. Quienes conocen bien los mercados y los productos financieros saben que la regulación suele ir siempre por detrás de los acontecimientos. Esto supone que se pueden producir fraudes, malversaciones y problemas no deseados mientras no haya una regulación adecuada, pero al no existir cortapisas, los mercados de estos productos o los sistemas de contratación y negociación se desarrollan con una gran celeridad, que de otra forma habría sido imposible.

Podrían escribirse muchas páginas acerca de los actores actuales del fintech. Multitud de compañías han irrumpido en el mercado financiero y puede afirmarse que se van consolidado, tanto en la prestación de servicios financieros como en todo lo necesario para conseguirlo.

El futuro es presente y el reto resulta cuando menos emocionante.

Cecilio Moral es catedrático de Finanzas y director del máster de Finanzas de Icade.

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