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Tribuna
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Dinamismo empresarial

Los niveles de productividad permanecen aún por debajo de los promedios europeos, especialmente entre las pymes

El crecimiento económico y el fortalecimiento del tejido empresarial son dos realidades directa e indisolublemente ligadas. El pasado año 2016 se crearon en España más de 100.000 empresas, según la Estadística de Sociedades Mercantiles del INE, niveles próximos a los alcanzados en 2008 y que supusieron un incremento del 6,8% respecto al ejercicio precedente. Esta tasa de avance del tejido empresarial español, además, duplicó el crecimiento económico del 3,2% registrado para el conjunto del año.

Este positivo dinamismo del tejido empresarial, sin duda contribuirá a proseguir por la senda de consolidación de la reactivación, a través de más empleo, inversión, innovación, digitalización o exportaciones, entre otras tendencias asociadas. De este modo, según nuestras previsiones, las empresas seguirán siendo decisivas durante 2017, contribuyendo a un crecimiento de la economía española en el entorno del 2,5% para el conjunto del año, marcando un perfil de suave ralentización.

Como contrapartida a estas perspectivas favorables, el capital medio suscrito por compañía creada en 2016 descendió un 19,9% en términos interanuales, situándose en los 62.253 euros. Este resultado mostraría la mayor presencia relativa de empresas de reducidas dimensiones entre la nueva base empresarial de nuestra economía, estabilizándose el tamaño medio de nuestras firmas en menos de diez trabajadores (9,8 empleados por empresa en 2016, con notables diferencias sectoriales). De otro modo, el 95,7% de las empresas españolas tienen menos de diez empleados, mientras que apenas concentran un tercio del empleo total de nuestra economía.

Asimismo, el número de sociedades mercantiles disueltas en el pasado ejercicio se incrementó en un 2,2% interanual, sumando más de 21.000, tras dos años consecutivos de descenso. Indudablemente, esta evolución es el resultado tanto de las cautelas y limitados recursos de los emprendedores durante las etapas iniciales de su proceso de afianzamiento y expansión, como de la lenta reactivación del crédito y la permanencia de ciertas trabas al crecimiento empresarial.

"Las empresas seguirán siendo decisivas en 2017, contribuyendo a un crecimiento de la economía española en el entorno del 2,5%"

Desde el punto de vista sectorial, el mayor número de sociedades creadas durante 2016 correspondió a actividades del sector servicios, como el comercio (23,1% del total), la hostelería (10,8%) y las actividades inmobiliarias, financieras y de seguros (10,2%), con un repunte asimismo en el periodo de las compañías de la construcción (14,8% del total). No obstante, esta misma rama de la construcción, junto con la industria y la energía, y las actividades profesionales, también recabaron el mayor balance negativo en el ejercicio, con una mayor proporción de compañías disueltas que nuevas.

A la reducida dimensión media de nuestro empresariado y la concentración sectorial (y geográfica por regiones) se añade una insuficiente supervivencia a largo plazo de los nuevos proyectos empresariales, de suerte que apenas el 15% de las compañías actuales existían hace 20 o más años. Por último, los niveles de productividad aún permanecen por debajo de los promedios europeos, especialmente entre el colectivo de pymes y a pesar del paulatino avance experimentado desde el 2007, evolución muy vinculada a la destrucción de empleo durante la crisis económica. En este escenario, es preciso fortalecer e incrementar el tamaño medio de las empresas españolas en todos los niveles, tanto de las recientemente constituidas como de aquellas con experiencia. La mayor dimensión del empresariado está directamente relacionada con mayores niveles de productividad, requisito imprescindible para abordar la inversión productiva, la innovación, la internacionalización, la creación y consolidación de empleo estable y, en suma, la mejora de la capacidad competitiva y del bienestar colectivo. Todo ello, además, velando por un modelo productivo con una equilibrada diversificación sectorial y geográfica.

Por ello, el tejido económico español necesita seguir avanzando en la disposición de un entorno favorable para el desarrollo de la actividad, reduciendo las trabas burocráticas y demás obstáculos que frenan o postergan el aumento del tamaño empresarial. En particular, continuar con los esfuerzos por simplificar los procedimientos para la constitución y la supervivencia/consolidación de las empresas, impulsar la tele tramitación y la coordinación interadministrativa, y garantizar la unidad del mercado nacional. Asimismo, otras medidas en este sentido deberían orientarse hacia el fomento de la vocación emprendedora y de la figura del empresario entre la sociedad, con análisis regulares y campañas de sensibilización ciudadana e información pública sobre el papel clave de la empresa como eje vertebrador de la sociedad y la economía del país, y garante del bienestar. En suma, conseguir un contexto que permita aprovechar e impulsar la destacada asociación positiva entre la actividad empresarial y el progreso económico común.

Raúl Mínguez es director Servicio de Estudios Cámara de Comercio de España.

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