Bankia-BMN, pistoletazo de salida para un nuevo mapa bancario
La operación de Bankia mete más presión a Santander, BBVA, CaixaBank y Sabadell para crecer
La ya casi segura fusión de Bankia y BMN ha dado definitivamente el pistoletazo de salida para un nuevo cambio en el mapa bancario español, el tercero desde que estalló la crisis financiera en 2008, aunque fue entre 2010 y 2012 cuando las integraciones protagonizaron el puzle financiero. Los estrechos márgenes de intereses consecuencia de los bajos tipos de interés en Europa, unido a la fuerte competencia, la baja rentabilidad del sector, sus todavía elevados costes si se tiene en cuenta su futuro digital, y las presiones de los supervisores internacionales, hacen casi inviable la subsistencia de algunas entidades que en otras condiciones podrían ganar tiempo y sobrevivir.
La integración de Bankia y BMN no altera el ranking financiero español. La entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri se mantiene en cuarta posición, pero acorta su distancia con Banco Santander, lo que mete presión al grupo que preside Ana Botín, según explican varias fuentes financieras. También a BBVA, aunque este último banco ha logrado mejorar su cuota de mercado con las compras en los últimos años de Unnim y CataluñaCaixa, dos antiguas cajas de ahorros.
Bankia, además, ha decidido que ha llegado el momento de crecer en el mercado español, una vez que tuvo que reducir su balance más de un 40% como consecuencia de su intervención en 2012, con el cierre de más de 1.000 oficinas y la salida también de más de 6.000 empleados y la venta de toda su cartera de participadas.
A finales de junio termina el veto que le impuso Bruselas tras recibir 22.424 millones de euros en ayudas públicas. Podrá así volver a crecer con compras y abrir en las regiones donde tuvo que salirse como consecuencia de las exigencias de la Comisión Europea (CE). Bankia quiere restablecer su condición de banco privado y sin límites para crecer, salvo los condicionantes, que no son pocos, de su rentabilidad y solvencia. El reto de Goirigolzarri es devolver las ayudas recibidas por el banco y la normalización en toda la operativa de la institución, aunque para ello cuenta aún la suculenta inyección de capital llevada a cabo por Europa.
Sus rivales, de hecho, insisten en que Bankia cuenta con ventaja para competir. Sus últimas propuestas, como las hipotecas sin comisiones, o la devolución de forma exprés de las cláusulas suelo a casi todos los clientes, han levantado ampollas en el sector, que aseguran que ellos no pueden llevar a cabo planes tan agresivos.
Las principales entidades financieras españolas ya han puesto el ojo en otros bancos más pequeños para crecer si estos se ponen a tiro, y parece que sí, que es cuestión de tiempo, meses, una vez que ya hay un Gobierno que parece más o menos estable (hay que ver el apoyo que consigue con sus Presupuestos Generales del Estado).
De momento, Deutsche Bank España ha entrado en el listado de vendibles. La banca doméstica espera que el libro de ventas se active en abril, y será una operación rápida. WiZink, banco especializado en tarjetas de crédito, también podría estar en el mercado en breve, o por lo menos el 49% del capital de Popular. Parece que tiene varios novios, aunque esta operación podría transformarse en una salida a Bolsa de este porcentaje, lo que permitiría al grupo que preside Emilio Saracho embolsarse unos 1.000 millones de euros, y mejorar en más de 150 puntos básicos su dañado ratio de capital.
Popular es otro de los bancos que tiene como alternativa su fusión a otra entidad. Saracho, de hecho, no descarta ninguna posibilidad, “todas están abiertas”, insisten fuentes del banco, aunque inicialmente intentará vender todos los negocios no estratégicos para obtener plusvalías y aminorar su impacto en su ratio de capital. De momento, BBVA ha sido el último en acercarse a hablar con Popular. Fue su presidente, Francisco González, y su consejero delegado, Carlos Torres, quienes se sentaron con el ya expresidente de Popular, Ángel Ron, y con el secretario general y consejero, Francisco Aparicio. El interés de BBVA quedó así demostrado.
Santander o Sabadell podrían también participar en una posible puja por Popular. CaixaBank está inmerso en su fusión con BPI. Algunos analistas también señalan a Bankia como uno de los bancos que más encajaría con Popular, pero parecería una operación más teórica que factible. Las quinielas también apuntan a Liberbank como el siguiente banco en ser absorbido por un tercero.
Las también antiguas cajas, Ibercaja y Unicaja, tienen previsto salir a Bolsa o vender una significativa participación a inversores, aunque la operación la van retrasando día a día. Pese a todo, el mercado insiste en que están abocados a una fusión a corto o medio plazo. De momento, ambas entidades mantuvieron contactos con Popular para su fusión entre el verano de 2015 y principios de 2016, pero era necesario una elevada ampliación de capital para llevar a cabo la operación, y el mercado no estaba dispuesto a sostentar esta operación, según varias fuentes.
De hecho, un poco más tarde, en mayo de 2016, Popular tuvo que solicitar a sus accionistas una nueva inyección de capital (era la tercera en tres años) de 2.500 millones de euros. Eso sí, los ejecutivos de las cajas de ahorros más reacios a una fusión ya no están en primera línea directiva. Este es el caso de Amado Franco, hasta hace unas semanas presidente de Ibercaja, y Braulio Medel, expresidente de Unicaja y ahora de la Fundación. Carlos Egea, presidente de BMN, el ahora más veterano del sector tras González de BBVA, también dejará su cargo en verano tras llevarse a cabo la absorción de BMN por parte de Bankia.
KutxaBank y Abanca podrían mantener su independencia algún tiempo más.