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El Foco
Tribuna
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La industria europea del motor tiene que ponerse las pilas

Algunos analistas estiman que para 2025, el coche privado podría desaparecer de las grandes ciudades

Thinkstock

Los smarphones han abierto la posibilidad de compartir vehículos de manera sencilla. Uber y otros han desarrollado plataformas que ponen en contacto a conductores y pasajeros, haciendo posible encontrar un conductor o compartir coche con un solo clic. Estas compañías están impulsando un cambio en los patrones de uso del coche privado, que tendrá importantes consecuencias.

El vehículo eléctrico está alcanzando cotas de autonomía y coste que lo hacen competitivo con los vehículos de combustión interna. Tesla ha impulsado de manera decidida el desarrollo de este tipo de vehículo con una enorme inversión en la producción de baterías eléctricas y una apuesta coordinada por el desarrollo de la energía solar.

El vehículo autónomo empieza a aceptarse como una posibilidad real en un futuro no muy lejano. Tras años de inversión en las tecnologías que harán posible un vehículo sin conductor, lo que comenzó como una apuesta altamente especulativa de Google (un moonshot) es, desde finales de 2016, una nueva unidad de negocio, Waymo, bajo el paraguas de Alphabet.

Algunos analistas estiman que para 2025 el coche privado podría desaparecer de las grandes ciudades: un estudio reciente muestra que para atender los desplazamientos de personas de una gran ciudad europea, una flota de vehículos autónomos compartidos necesitaría solo el 10% de los vehículos que usamos hoy. La congestión desaparecería, las emisiones se verían reducidas en un tercio y el espacio para aparcar, hasta un 95%. Aunque cada vehículo recorrería diariamente diez veces más kilómetros que en la actualidad, el total de kilómetros recorridos se reduciría en casi un 40% durante la hora punta.

Un ciclo de reposición de los vehículos más rápido permitiría acelerar la incorporación de nuevas tecnologías, vehículos cada vez más limpios y menos emisiones de CO2. Las baterías eléctricas recargables de cientos de miles de vehículos servirían, a su vez, como un enorme almacén de energía eléctrica. Esta enorme pila compartida podría competir o servir como un relevante complemento para la actual red de distribución eléctrica.

"Europa es hoy un actor relevante en la industria del automóvil, pero no en el desarrollo de la economía digital"

Con el negocio tradicional de venta de vehículos en riesgo, la información sobre uso y hábitos de conductores y pasajeros adquiere un enorme valor para los fabricantes de vehículos. McKinsey estima que podrían obtener entre 450.000 y 750.000 millones de dólares en 2030 por nuevos productos y servicios basados en los datos recogidos en los vehículos. El coche autónomo se convertirá en una nueva plataforma que los pasajeros utilizarán para desarrollar todo tipo de actividades en línea.

El sistema operativo de los futuros vehículos supone otra enorme oportunidad. Con un papel tanto o más crítico que el de los actuales sistemas operativos de los smartphones, los proveedores de esta nueva plataforma de servicios adquirirán una posición dominante en una industria automotriz renovada y el mercado de la movilidad. Google y Apple están ya bien posicionados, pero los fabricantes actuales están reaccionando. Hace poco más de un año, Audi, Daimler y BMW en consorcio adquirieron Here, el proveedor de mapas digitales. Hace unos días Ford anunciaba una inversión de 1.000 millones de dólares en Argo, una startup que desarrollará inteligencia artificial para Ford.

Europa es hoy un actor relevante en la industria del automóvil, pero no en el desarrollo de la economía digital. El escándalo de las emisiones de Volkswagen es una llamada de atención para la industria europea. ¿Puede Europa mantener una posición de liderazgo? ¿Puede aprovechar esta tormenta perfecta para recuperar protagonismo en esta nueva revolución industrial en la que estamos plenamente sumergidos?

Los campeones de la economía digital han sido compañías que han sabido aprovechar los efectos de red y los rendimientos crecientes de la economía digital. Google, Apple, Facebook, Amazon, Uber o Airbnb han sabido hacerlo de manera magistral. Han ganado clientes aprovechando su ventaja fundacional y han ido añadiendo constantes mejoras a su oferta mediante la incorporación de servicios, en muchos casos de terceros, que aprovechaban esa misma ventaja fundacional como plataforma. Han revolucionado la forma en que se conectan proveedores y consumidores, habilitando nuevos mercados.

La economía de las plataformas digitales supone una transformación en la manera de producir y entregar servicios; un nuevo modelo participativo que permite a consumidores y proveedores relacionarse directamente, facilita el desarrollo de nuevos productos y servicios y crea nuevos mercados; una forma de hacer negocio disruptiva para los negocios establecidos. El concepto de producto como servicio está creando un cambio de paradigma también en el mundo de la manufactura. La servitización creará nuevas formas de diferenciarse y direccionar mercados. Los productos conectados incrementan los puntos de contacto con el cliente, y facilitarán el desarrollo de la economía circular, con un control completo del ciclo de vida del producto: fabricación, uso y mantenimiento, reutilización y reciclado de los materiales.

"Los productos conectados facilitan el desarrollo de la economía circular, con un control de su ciclo de vida"

Por ahora, el liderazgo en la transformación de la industria del automóvil lo llevan tres empresas americanas: Uber, Tesla y Google. Pero los fabricantes establecidos no están cruzados de brazos. Todos están ya activamente colaborando por medio de alianzas y tomando posiciones por medio de subsidiarias o de sus unidades de capital riesgo corporativo, en muchos de estos nuevos entrantes. General Motors es inversor en Lyft, uno de los competidores de Uber, y la europea Daimler es propietaria de Mytaxi y Hailo, cuya fusión configurará el que será el principal proveedor de taxis en línea en Europa.

Europa tiene la posibilidad de ganar terreno apoyándose en la fortaleza de sus actuales empresas industriales y aprovechando la economía de las plataformas, la economía colaborativa y la economía circular. Europa tiene las fortalezas y todo el mundo parece consciente del momento de cambio, de las oportunidades y de la necesidad de actuar. Pero ser consciente no es suficiente y si se nos permite formularlo así: ¡hay que ponerse las pilas!

Francisco Jariego es miembro del IFI Innovation Council. Totti Könnölä es CEO de Insight Foresight Institute (IFI).

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