La inflación ha vuelto: ¿Puedo hacer algo para protegerme?
El enorme salto que ha dado la inflación en España hasta el 3%, puede haber pillado a muchos consumidores y ahorradores por sorpresa cuando era algo que ya veníamos avisando desde hace tiempo. La subida del petróleo en contraste con las bajadas de hace un año lo hacía inevitable, aunque la puntilla ha sido el precio de la luz. Por ello, la única “sorpresa” es su tasa del 3%, cuando las cifras que se barajaban de entorno al 2%.
Independientemente de todo ello, hay varias realidades. La primera, ni las rebajas han paliado este efecto. Es posible que en febrero veamos una pequeña frenada y descenso, si la luz lo permite, pero durante los próximos meses la inflación moderada ha venido para quedarse y con ello, un problema importante para el consumidor.
- Segmentar y diversificar nuestro ahorro
En primer lugar, el discurso, de que, aunque una cuenta remunerada rente solo un 0,2% tienes una ganancia muy superior por la inflación negativa te hacía ganar poder adquisitivo, muere. Y es una “muerte” dolorosa, ya que ahora mismo los tipos del llamado ahorro seguro: depósitos, cuentas remuneradas e incluso alternativas como los seguros ahorro apenas cubrirán entre el 10%-15% de la pérdida del poder adquisitivo.
Desde luego, es mejor ganar un 0,2% en un depósito que no ganar nada, pero desde luego ha roto el único y débil sostén que sustentaba seguir contratando estos productos, al menos en exclusividad o como ahorro mayoritario y por ello, es el momento de dar una vuelta de tuerca a la diversificación de nuestro ahorro.
- Un entorno complicado para tipos de interés y renta fija
Más allá de productos muy específicos para el inversor cualificado como los bonos indexados a la inflación, de una utilidad también limitada si tenemos en cuenta el gap existente entre la inflación española y la de la zona euro (1,2 puntos más bajos este mes en Europa que en España) el inversor más común puede y debe buscar otras alternativas.
Una de ellas sobre el papel estaría en buscar productos con un mayor soporte de seguridad, al menos manteniendo la inversión invariable o estable hasta su vencimiento o a largo plazo como es la renta fija directamente o los fondos de renta fija. El problema es que su horizonte a corto plazo es igual de malo o peor. Los tipos bajos, cercanos a cero, ya están llegando incluso a los bonos corporativos. Otros bonos de alto rendimiento o high yield, los equiparíamos a inversiones de alto riesgo.
El siguiente paso es afrontar inversión de mayor riesgo. Esto no significa pasar todo el dinero conservador a otro de riesgo, sino personalizando por las necesidades y objetivos que tenga este ahorro. Por ejemplo, si queremos ahorrar para la jubilación y tenemos un horizonte de tiempo más largo el porcentaje que podemos dedicar es mayor y durante más tiempo. Si el ahorro es exclusivo para tener un colchón para imprevistos, las cantidades serán mucho menores y a más corto plazo.
El objetivo es si conseguimos con estos productos, como media anual, por ejemplo, del 5% de ganancia, consigamos añadir una rentabilidad adicional que compense el crecimiento de precios. Por ejemplo, un 5% para un 30% de la inversión nos daría un 1,5% de rentabilidad, una cifra muy cercana a la inflación media que nos encontraremos.
Nos movemos en una fase complicada con tipos de interés deprimidos y una inflación que no se debe tanto al crecimiento económico sino a un aumento exponencial de los precios energéticos. Una coyuntura en la que si el cliente bancario no es activo y busca mayor rentabilidad se encuentra en uno de los peores escenarios una pérdida acumulativa de poder adquisitivo. En las manos está cambiar la forma en la gestión del ahorro y pensar más en el largo plazo que en el corto plazo.