Los mimbres de Popular para evitar una nueva ampliación
La presentación de unas pérdidas que superarán los 3.200 millones eclipsan los temas hipotecarios
Las cláusulas suelo y la futura Ley Hipotecaria han acaparado y acapararán esta semana las presentaciones de resultados de la banca en 2016. Los beneficios obtenidos por los bancos han pasado a un segundo plano, todos menos en el caso de Popular. Sus luchas internas, cambio de presidente, el ataque de los fondos especulativos y la presentación de unas pérdidas que superarán los 3.200 millones eclipsarán a la opinión de la entidad sobre cualquier tema hipotecario.
Popular aún no ha cerrado las cuentas correspondientes a 2016, lo hará el miércoles, aunque hasta el mismo viernes 3 de febrero, día que presentará los resultados del pasado ejercicio podría hacer algún ajuste de última hora. Los números rojos que presentará el banco superan considerablemente sus previsiones, y que a principios de diciembre sumaban unos 2.700 millones de euros. Pero los cambios contables y las provisiones de 229 millones que ha debido realizar a finales de año ante posibles reclamaciones por la retroactividad de las cláusulas suelo han aumentado las ya abultadas pérdidas.
La exigencia del Banco Central Europeo en las últimas semanas de que incrementase también las provisiones de ciertas operaciones crediticias, al considerar que tienen más riesgo del declarado inicialmente por Popular también ha influido negativamente en la presentación de sus pérdidas.
Pese a este nuevo desfase en sus cuentas, que le llevarán a presentar unos números rojos superiores incluso a sus previsiones y marcarán un récord, en el banco existe la esperanza de que no se va a necesitar una nueva ampliación de capital, tras la realizada en junio por 2.500 millones de euros (en tres años y medio ha inyectado 5.450 millones de capital). Esta sensación no es compartida por los analistas, que esperan que cuando Emilio Saracho tome las riendas de Popular a partir del próximo día 20 de febrero pueda anunciar una nueva ampliación, que Citi calcula en unos 3.000 millones de euros.
En el banco, aún presidido por Ángel Ron, han analizado esta alternativa, pero consideran que pese a lo abultado de las pérdidas sus ratios de capital seguirán cumpliendo con los requisitos mínimos de solvencia que exige el BCE, pero se estrechará considerablemente la holgura de la que disfrutaba antes de las nuevas obligaciones de aumentar su saneamiento.
La esperanza de que suban los tipos de interés y reste presión a los márgenes y mejore por lo tanto sus ingresos forma parte de la hoja de ruta de Popular. La aprobación por parte del BCE, CNMV y Economía de su proyecto inmobiliario Sunrise, con la salida de su balance de 6.000 millones de euros en ladrillo sigue siendo la pieza principal para rechazar una nueva ampliación de capital.
Su aprobación se ha visto retrasado ante la exigencia del BCE de que Popular realice una tasación independiente de sus activos adjudicados y otros créditos vinculados al ladrillo más exigente, lo que ha derivado en un nuevo aumento de sus provisiones. Esta labor la está llevando a cabo KPMG. De esta forma, el banco espera el ok a la creación de Sunrise entre finales de febrero y marzo, y su salida a Bolsa para junio o julio.
El banco tiene, además, nuevas vías para soltar lastre inmobiliario que se irán anunciando tras la llegada de Saracho a la presidencia. Pero hay más medidas que, pese a no dejar unas plusvalías sustanciosas, sí liberan capital, y por lo tanto mejoran los ratios de solvencia, ya que la penalización del capital es importante.
Este es el caso de su filial estadounidense TotalBank. Popular lleva meses tanteando el mercado para su venta. Lo mismo sucede con la venta de la nueva sede del banco bajo la fórmula sale & lease back (compra con arrendamiento). Los edificios susceptibles de protagonizar esta operación son los situados en la calle Juan Ignacio Luca de Tena (San Blas) y el Edificio Abelias, situado en el número 1 de la calle homónima. (ver Cinco Días del 11 de agosto).
Estas operaciones están en cartera, y podrían ejecutarse una vez que Saracho sea presidente y comunique el sí definitivo. También está en el cajón la posibilidad de retomar la venta de un 51% de su filial de banca privada, suspendida en septiembre, tras el anuncio de un ajuste de plantilla de 2.600 empleados y el cierre de 302 sucursales.
Pero al margen de las operaciones de saneamiento para reforzar su capital, el consejero delegado del banco, Pedro Larena, tiene un reto importante, atraer a clientes jóvenes. Sus usuarios son muy fieles, a lo mejor los más files de la banca española, pero su edad es muy elevada. Más del 50% de los clientes vinculados sobrepasa los 70 años de edad.
Y dejando a Popular a un lado, un apunte. La reputación de la banca vuelve a estar en entredicho. Los parece que en gran parte demostrados abusos cometidos por estas entidades durante años han encendido las alarmas de los jueces, según se desprenden de sus sentencias. Ahora no es la burbuja del crédito, ni posibles irregularidades en salarios, gastos u operaciones vinculadas a los antiguos gestores de las también antiguas cajas de ahorros. Ahora la mala imagen de la banca viene por la falta de claridad en los gastos, comisiones o letra pequeña en los contratos hipotecarios. Por ello, en poco ayuda al sector llamar a la prensa “pesados” por preguntar en rueda de prensa por las cláusulas suelo, como hizo el viernes el presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu.