El cicloturista, un viajero al alza y con poder adquisitivo
Las vacaciones en bicicleta ganan adeptos gracias a una oferta personalizada al milímetro
El running se ha convertido en los últimos años en un deporte de moda. Las calles de las grandes ciudades son una buena prueba de ello, con corredores aprovechando cualquier hueco de su jornada para ponerse en forma, y con la celebración de carreras populares casi cada semana.Pero no es el rey del deporte en España. Ni tan siquiera el fútbol. Ninguno de ellos puede desbancar al ciclismo como práctica deportiva favorita, la cual, además, es generadora de un negocio cuantioso.
Según la encuesta de hábitos deportivos en España, que realiza el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el 38,7% de los españoles, que practicaron deporte en 2015, lo hicieron montados sobre una bicicleta, dos décimas más que el siguiente en la lista, la natación. La facturación del sector ha crecido en los últimos cinco años a un ritmo anual del 10%, rozando ya los 1.000 millones de euros de volumen de negocio, según los datos de la Asociación Nacional de marcas del sector del ciclismo (AMBE).
Los aficionados no dejan aparcada la bicicleta, y cada vez menos, en vacaciones. El cicloturismo, que genera unos 1.640 millones de euros al año en España, y 44.000 en Europa, es una opción creciente para disfrutar de los días libres. “El cicloturismo no estaba considerado como un sector hasta hace casi dos años. Ahora está creciendo y es un modelo incipiente”, afirma Pablo Muñoz, director general de la agencia de viajes especializada en cicloturismo Bike Spain. Este experto lo define como un tipo de turismo “especial”, por el grado de especialización y de personalización de la oferta que requiere. Una idea que comparte Juan Sarrión, uno de los directores de la agencia Rutas Pangea, abierta desde 1993.
Los Alpes y los Pirineos son los destinos favoritos en el extranjero. El Camino de Santiago, en España
“Es un producto turístico que necesita mucho mimo”, afirma. Por el pequeño tamaño de las agencias especializadas, estas tienen que diseñar su oferta “muy a la medida del cliente”, lo que requiere un concienzudo trabajo con los proveedores de destino, como hoteles o restaurantes, para no dejar ningún cabo suelto. Porque el cliente del cicloturismo exige calidad:“Va dirigido a un publico concreto y fiel. Es un producto de alta calidad, pero también más caro. Esto conlleva más dificultades a la hora de venderlo, pero es muy motivador ofrecer algo tan elaborado”, dice Sarrión. El precio de un viaje de hasta diez días parte de los 1.000 euros, sin contar los billetes de avión.
Este constata una mayor demanda de clientela española. Sus destinos favoritos fuera de España, son los Alpes y los Pirineos. Dentro del territorio nacional, los parques naturales, generalmente, en el norte. Pero sobre todo, destaca la tendencia al alza de los visitantes internacionales, no solo europeos. “Para empresas pequeñas, como la nuestra, es un reto llegar a ellos, tienen un poder adquisitivo alto, les gusta mucho la bici. Requieren de mucho más detalles y de un buen servicio, pero a la vez valoran más tu trabajo”, detalla Sarrión.
“Casi todos los viajes que hacemos para extranjeros son casi de lujo. Pagan más y quieren alojarse en hoteles de cuatro o cinco estrellas, con guía, además viajan siempre con acompañante...Es un público exigente, demanda una buena comida y sitios exclusivos, y estos no son fáciles de encontrar”, revela Pablo Muñoz. Su procedencia más habitual se reparte entre EEUU, Australia y Canadá, y prefieren viajar en mayo, junio y septiembre. Los españoles, entre julio y agosto, aunque los puentes y fechas como la Semana Santa también generan un buen volumen de negocio. Estos, además, empiezan a optar por rutas autoguiadas, es decir, sin acompañantes. “Es lo que funciona cada vez mejor, y creo que es hacia donde se dirige el negocio. Está creciendo en Europa y suele ser la que marca la pauta”, dice Sarrión, de Rutas Pangea. Un cicloturista que no solo es amante de la bicicleta, sino también, veterano.Según datos de la Asociación de Viajes de Aventura (ATTA, por sus siglas en inglés), el 49% tiene una edad de entre 41 y 60 años. El 38%opta por hoteles de tres o cuatro estrellas y el 46% son mujeres.