El negocio del seguro de decesos: los más ricos del cementerio
20 millones de españoles están cubiertos por este tipo de pólizas
Isabel Elena de Mandalúniz Castelo d’Ortega es una de las mujeres más ricas de España, aunque su perfil tremendamente discreto hace que sea una desconocida para el gran público. Esta empresaria –duquesa de Veragua y casada con Cristóbal Colón de Carvajal (heredero directo del descubridor de América)– es vicepresidenta y accionista del Grupo Ocaso, una compañía especializada en seguros de decesos. El grupo generó en 2015 un beneficio de 98 millones de euros (121 millones en 2014) y emplea a 2.200 trabajadores, según los datos depositados en el Registro Mercantil.
Su madre, Isabel Castelo d’Ortega –marquesa viuda de Taurisano– sigue ostentando la presidencia de la compañía, aunque su hija es quien supervisa la gestión del día a día. La familia controla un emporio que cuenta con edificios en las mejores ubicaciones de Madrid, Sevilla o Barcelona. La sede principal, en la calle Princesa de Madrid, está justo en frente del Palacio de Liria (la residencia en Madrid de la Casa de Alba). La revista Forbes calcula que la matriarca de la familia acumula un patrimonio de más de 800 millones de euros.
Su caso no es único, sino más bien la tónica general de un sector poco conocido, pero tremendamente desarrollado en España. Más de 20 millones de personas tienen pólizas que cubren los gastos de defunción (velatorio, desplazamientos, enterramiento, coronas...). El 60% de los funerales que se celebran están costeados por una aseguradora. Este tipo de pólizas generó en 2015 un volumen de primas superior a los 2.100 millones de euros. Ningún otro país del mundo cuenta con un negocio de seguros de defunción tan potente.
- Santalucía
La compañía líder del ramo es Santalucía, también controlada por grupos familiares y también de origen gallego. El presidente y máximo accionista es Carlos Javier Álvarez Navarro. Forbes estima que su patrimonio y el de sus herederos supera los 1.300 millones de euros –justo por encima de la familia Lara (Grupo Planeta) o de Florentino Pérez (ACS)–. Sin embargo, a penas hay fotografías suyas. Tan solo en algún acto benéfico, como un acuerdo firmado en 2014 con la Fundación ONCE.
Los Álvarez comparten la propiedad de Santalucía con los Díaz Martínez. Según Forbes, esta familia controla el 22% de la compañía aseguradora y acumula un patrimonio que supera los 450 millones de euros.
El grupo Santalucía ha ido diversificando su actividad en los últimos años, añadiendo nuevos seguros a su cartera de productos y apostando por nuevos negocios, como las residencias de ancianos. También está desarrollando una potente división en la gestión de activos, con la firma Alpha Plus. La compañía registró un beneficio en 2015 de 64 millones de euros. El pasado ejercicio comercializó 361.000 nuevas pólizas. La sede del grupo está en un imponente edificio en la Plaza de España de Madrid.
Entre Santalucía y Grupo Ocaso controlan el 55% del mercado de seguros de decesos, de acuerdo con datos ICEA (un organismo ligado a la patronal del sector). Hasta hace unos años, la cuota que manejaban los dos líderes del sector era superior, pero otras compañías vieron la resiliencia de este segmento en tiempos de crisis y han empezado a ganar terreno. Mapfre tiene ya el 13% del mercado, Adeslas (del grupo Mutua Madrileña) un 6,7%.
Catalana Occidente, que controlaba algo menos del 4% al cierre de 2015, materializó hace unos meses la compra de Previsora Bilbaína (otra compañía familiar) para crecer en un ramo que consideran estratégico. Kutxabank, producto de la fusión de las tres cajas de ahorros del País Vaco, anunció hace tan solo una semana que va a empezar a comercializar seguros de decesos.
Más allá de los cinco grandes, surgen otras muchas compañías, casi todas de carácter familiar. Almudena Seguros (con más de un millón de asegurados), Preventiva Seguros (de origen asturiano), Divina Pastora... son aseguradoras que han demostrado una gran capacidad de adaptación y resistencia.
“Los propietarios de estas compañías no suelen tener ningún interés en vender. Tienen un negocio en un mercado bastante cerrado, con fuertes barreras de entrada, y muy rentable, por lo que están cómodos con sus participaciones”, explica un directivo de un banco de inversión, especializado en compañías aseguradoras.
Una gestión cada vez más profesional
Aunque compañías como Santalucía o Seguros Ocaso aún mantienen un perfil público bajo, en relación con aseguradoras de tamaño similar, ambos grupos hace años que optaron por separar la gestión, de la propiedad, y poner al frente del negocio a gestores profesionales. En el caso de Santalucía, la firma nombró director general a Andrés Romero, un directivo de la casa sin relación con ninguna de los dos grupos familiares que controlan el grupo.
Romero ha puesto en marcha un ambicioso plan estratégico que busca diversificar al máximo las fuentes de ingresos (potenciando los seguros de vida-ahorro y alcanzando acuerdos con otras compañías). También ha promovido el desarrollo de productos financieros (como planes de pensiones), así como la digitalización de la compañía.
“No renunciamos a nuestro pasado como aseguradora de decesos, pero ahora nos vemos más como una compañía multiservicio, que ofrece soluciones para toda la familia”, suele explicar en sus presentaciones.