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Tribuna
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Las ventajas de la inversión responsable

El mercado ISR en España se ha multiplicado por más de seis en los últimos diez años

La sostenibilidad se ha convertido en un concepto crecientemente utilizado en el mundo empresarial, y también, cada vez más, entre los inversores; y es que hay buenas razones para ello. La inversión socialmente responsable (ISR) o con criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno) tiene ventajas importantes que los inversores deben conocer.

Si miramos un poco hacia atrás, el interés por los partícipes sociales, hoy denominados stakeholders, no es nuevo. Hace ya por lo menos 40 años que en Deusto Business School se hablaba sobre ello explícitamente, se escribía y se investigaba. No basta con ocuparse de los accionistas, nos explicaban, hay que atender los objetivos de todos los implicados directa o indirectamente en la actividad empresarial.

Los conocimientos en este campo han ido avanzando y se ha ido consolidando el concepto de sostenibilidad empresarial, que en mi opinión debe incluir el desarrollar una actividad sostenible en lo financiero, en lo social y en lo ambiental; logrando el equilibrio financiero, el bienestar social y el respeto al medio ambiente y a las generaciones futuras. Hoy se está investigando más que nunca en este campo: desde cómo medir la sostenibilidad hasta la rentabilidad de las inversiones sostenibles; y nos queda, sin duda, amplio campo para seguir avanzando, pero enseguida comentaré algunas cosas de las que ya sabemos.

Un dato que es evidente es el creciente interés de los inversores por adquirir activos sostenibles. Manejando datos de Spainsif (Foro Español de Inversión Socialmente Responsable), el mercado ISR en España se ha multiplicado por más de seis en los últimos diez años, y en Europa por más de diez en ese mismo periodo, según datos de Eurosif; puede haber problemas metodológicos al identificar la inversión ISR y hay, seguramente, algo de moda en algunos casos, pero hemos de aceptar que este tipo de inversión va avanzando de la mano de valores como la solidaridad, la transparencia o la compasión, y el rechazo al chanchullo, al abuso, a la mentira o al fraude. ¡No todo vale!, y queremos saber qué se hace con el dinero que invertimos.

Lo anterior justificaría sobradamente el interés por la inversión con criterios ASG, pero hay más: la inversión sostenible puede tener ventajas para el inversor desde el punto de vista del desempeño financiero (performance).

A nadie se le oculta que a la hora de realizar una inversión es importante recopilar toda la información relevante e interpretarla adecuadamente. Ya mis profesores de finanzas me explicaban hace muchos años que debía fijarme en la rentabilidad, el riesgo y la liquidez de las inversiones. Pues bien, según nuestros análisis, las empresas calificadas como sostenibles suelen ser más grandes, y por lo tanto más líquidas, a la vez que más rentables y menos arriesgadas.

Por otro lado, también hemos investigado cómo se gestionan los fondos ASG frente a los fondos que podríamos llamar convencionales; y si nos fijamos en dos habilidades fundamentales para un gestor de fondos, la capacidad para seleccionar los mejores activos para su inversión (stock picking) y la pericia para adelantarse a los movimientos del mercado (market timing), los fondos ASG lo hacen mejor que los convencionales.

Sobre todo lo anterior hay muchos estudios, con resultados diferentes e incluso contradictorios, pero estas son nuestras conclusiones.

Muchas pueden ser las razones para el éxito de la inversión en activos sostenibles, y así podemos hablar de la búsqueda de inversiones con menores riesgos –tema especialmente sensible en épocas de crisis– o que las inversiones sostenibles pueden ser más rentables en el largo plazo, además de las motivaciones éticas de muchos inversores o simplemente por actuar de una forma “políticamente correcta”.

En todo caso, soy partidario de divulgar las virtudes de la ISR entre gestores de fondos y entre clientes, pues sus beneficios pueden ser importantes para todos.

El problema es que no es nada fácil discriminar las empresas que entienden la sostenibilidad como algo consustancial con su estrategia y las que utilizan el concepto, principalmente, como un atributo de imagen, sin consecuencias profundas en sus procesos de toma de decisiones.

Hemos asistido a demasiados desastres provocados por empresas que, nominalmente, aparecían como muy preocupadas por cumplir criterios ASG. En mi opinión, si queremos consolidar la inversión socialmente responsable como una tendencia de futuro que coadyuve a alcanzar un mayor bienestar y que no sea simplemente una moda o una herramienta de propaganda, es ineludible depurarla, y que las empresas que aparecen como sostenibles realmente lo sean.

Fernando Gómez-Bezares es Catedrático de Finanzasde Deusto Business School

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