Unas cuentas cuadradas por la gracia cíclica
Más influencia que las decisiones puntuales tomadas sobre la marcha para lograr controlar los gastos y cumplir los objetivos de ingresos, ha tenido el comportamiento de la economía
El Gobierno lleva camino de cuadrar, este año sí, las cuentas públicas tal como se había comprometido con las autoridades comunitarias y con los mercados financieros que le financian. Tras encontrar unas finanzas con un alarmante déficit fiscal en diciembre de 2011, en el quinto presupuesto realizado por el Gobierno de Rajoy, realizado con urgencia por los caprichos del calendario político, con indisimulada intencionalidad electoral y modificado tanto en gastos como en ingresos por los imperativos europeos, se ceñirá al déficit del 4,6% autorizado. Pero más influencia que las decisiones puntuales tomadas sobre la marcha para lograr controlar los gastos y cumplir los objetivos de ingresos, que no ha sido poca, ha tenido el comportamiento de la economía. Los datos hasta noviembre en el Estado y hasta octubre en las comunidades autónomas apuntan a un desequilibrio del 4,6% fijado, pero sigue pareciendo complicado lograr una reducción adicional (hasta el 3,1% del PIB) para 2017 si la economía crece menos, las decisiones fiscales tienen que pasar el filtro del consenso parlamentario y ya se han explorado algunos resortes que proporcionaban ingresos adicionales.
En los once primeros meses del año, el Estado ha registrado un déficit fiscal del 2,36%, y contabilizando también las comunidades autónomas, el desequilibrio hasta octubre es del 2,68%, lejos aún del 4,6% previsto para todo el año. Hasta noviembre, los ingresos impositivos directos han aumentado un 1,8%, con un avance superior al 10% en Sociedades como consecuencia del cambio de régimen en los pagos fraccionados, con un tipo mínimo para las sociedades de tamaño medio y elevado, y un estancamiento en las aportaciones del IRPF, pese a que el impuesto, como el de Sociedades, experimentó reducción de los tipos. La imposición indirecta, que corre paralela al consumo interno, ha avanzado más del 4%, con más dinamismo en el IVA que en los Especiales. Pero además del ciclo en los ingresos, ha contribuido a reducir el saldo negativo de las cuentas de las Administraciones públicas el control del gasto (cae más del 6%), fundamentalmente por el descenso de las inversiones y una reducción del 2,1% en los gastos de personal.
Llama la atención que la factura de gastos financieros se ha estancado, pues el descenso de tipos (con una refinanciación cada vez más barata) ha sido neutralizado por el incremento de la deuda, que está en el 100% del PIB. Probablemente esta partida podría seguir reduciéndose con la abultada refinanciación de 2017 (casi 170.000 millones), pero las alegrías de este capítulo de gasto se esfumarán si la subida de tipos se consolida en todos los plazos, y máxime si tenemos en cuenta que, a falta de otra alternativa de ingresos para costear las pensiones, desde 2018 el déficit de la Seguridad Social generará deuda adicional, pues los déficits habrán engullido ya todo el fondo de reserva.