El pacto turco-ruso puede sobrevivir
Acusar a un enemigo exterior común es útil, dados los fuertes vínculos económicos entre ambos países
El asesinato del embajador ruso en Turquía podría no haber causado daños serios a la frágil relación entre ambos países. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, enojó a su homólogo Vladimir Putin en noviembre de 2015, cuando las fuerzas turcas derribaron un avión militar ruso. Rusia prohibió las importaciones de productos turcos, pero Erdogan se disculpó y se levantaron las sanciones. Después de comentar recientemente que su ejército estaba en Siria para derrocar al presidente Bachar el Assad, aliado de Rusia, Erdogan volvió a retractarse.
La reacción al asesinato de Andrei Karlov ha sido de una unidad sorprendente. Ambos países se apresuraron a afirmar que el ataque tenía como objetivo romper sus lazos. Los medios turcos dijeron que el asesino era un policía que perdió su empleo tras el intento de golpe contra Erdogan en julio. Decenas de miles de turcos han sido despedidos o arrestados alegando que apoyan al clérigo exiliado Fethullah Gülen. Al llamar al asesino “gülenista” se sugiere de forma poco sutil que tenía apoyo occidental. Los medios estatales turcos ya han culpado a la CIA.
Rusia importa alimentos y bienes de consumo de Turquía, que siempre ha sido un destino turístico popular para los rusos
Los culpables exteriores son útiles, dado que Ankara y Moscú tienen fuertes vínculos económicos. Rusia importa alimentos y bienes de consumo de Turquía, y depende mucho de los trabajadores turcos para la construcción. Turquía siempre ha sido popular como destino turístico para los rusos. Y está previsto que se construya un oleoducto de gas natural desde Rusia, a través del Mar Negro.
Además, ambos Estados tienen dolores de cabeza económicos. Rusia depende del petróleo y sufre sanciones internacionales. Desde el golpe, la lira turca ha caído más del 20% frente al dólar. La economía turca se contrajo un 1,8% interanual en el tercer trimestre, la primera caída en siete años.
Ankara ha aceptado a regañadientes la conquista de Alepo por el ejército sirio, apoyado por Rusia e Irán. Los vínculos entre Rusia y Turquía, a diferencia de los que tienen con la UE y Occidente, pueden reforzarse.