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Tribuna
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Gestores de riesgos 4.0: una nueva realidad

Los riesgos globales son cada vez más inminentes

A finales del siglo XX, las hermanas Wachowski nos enfrentaron al dilema dicotómico entre decantarnos por la píldora roja o por la azul. La elección es sencilla. Si decidimos asumir la, en ocasiones, dolorosa verdad de la realidad tomaremos la roja. Si, por el contrario, preferimos la dichosa ignorancia de la ilusión elegiremos la azul.

Comenzada la revolución tecnológica, seguimos aceptando como creencia generalizada que el buen gobierno de las compañías es una misión encomendada únicamente por y para el bien de los accionistas. Sin embargo, son muchos los stakeholders dependientes de unas buenas prácticas en materia de gestión corporativa. Acreedores, clientes, trabajadores, Administración y la sociedad en general se acaban viendo afectados, en mayor o menor grado, por el adecuado devenir de nuestras empresas.

En aras de velar por este planteamiento responsable y sostenible, la última reforma del Código Penal ha hecho necesario que las sociedades adopten e implanten modelos de prevención y control de riesgos como requisito necesario para evitar posibles responsabilidades de las empresas, los administradores y los directivos.

Pero más allá del cumplimiento de la jurisprudencia aplicable, la supervivencia de las sociedades necesita de niveles de supervisión y gestión eficaces que representen cierta garantía de éxito ante los nuevos retos competitivos, en donde aspectos como la presión regulatoria, la transformación digital, la convergencia contable, la evolución del entorno económico-financiero y un control integrado de riesgos han pasado a ocupar un papel preponderante.

Es aquí donde debe cambiar el enfoque de la cultura corporativa y donde está cambiando el rol y responsabilidades de los directivos en su papel estratégico y de control, pasando de requerirse perfiles centrados en la consecución de valor a corto plazo a necesitarse verdaderos líderes capaces de gestionar capital humano cualificado en competencias como visión estratégica, digitalización y análisis de datos, cumplimiento normativo y gestión global de riesgos.

Considerando la extrapolación del panorama geopolítico actual, parece lógico anticipar acontecimientos cuyo desencadenante causa-efecto se presentan difíciles de prever. Con toda probabilidad, los próximos años traerán consigo nuevas variables, brexit o Trump, necesitadas de un profundo análisis y de un razonable posicionamiento.

Además, la combinación de una ingente cantidad de datos y el rápido desarrollo de nuevas tecnologías que permiten almacenar y procesar esta información está transformando el modo en el que las empresas defienden sus negocios. Después de un periodo inicial, en el que big data era considerado algo opcional para la mayoría de las compañías, su valor es hoy ampliamente reconocido. Big data y analytics empiezan a formar parte del día a día de las organizaciones. Aspectos como cimentar la ciberseguridad, el conocimiento de lenguajes de programación, el aportar valor diferenciado ante el desarrollo de la robótica o el saber cómo combatir a los competidores en la sombra han sido aspectos poco considerados hasta ahora en la formación de las nuevas generaciones de profesionales dentro del ámbito de actuación de los riesgos, pero que empiezan a suponer un impacto relevante en nuestra ecuación disruptiva sobre nuevas tendencias en materia de competencias demandadas.

Según el último informe global de riesgos del Foro Económico Mundial, los riesgos globales son cada vez más inminentes y pueden materializarse en nuevas y a veces inesperadas formas. Ante la cuarta revolución industrial, estos riesgos globales afectan de manera directa al funcionamiento de instituciones y de la economía en general. Con todo, nos vemos por tanto en la necesidad de pasar de la mitigación a la adaptación y resiliencia, construyendo un mejor entendimiento de cómo el nuevo escenario tecnológico afectará a las empresas para la fijación de estrategias de desarrollo.

Ante este reto en el manejo de escenarios inciertos y de exceso de información cuantitativa, los gestores de riesgos se presentan como colaboradores clave en la obtención de información cualitativa que facilite la toma de decisiones relevantes. El efectivo vínculo entre estrategia y riesgos debe estar basado en un apetito asumido según la cultura de las organizaciones que guíen a las comisiones de seguimiento estructuradas al respecto.

Una encuesta a directivos de todo el mundo concluye que para afrontar de manera independiente y con solvencia un entorno tan cambiante en el ámbito de riesgos necesitan de información raramente asumible por profesionales no cualificados en las nuevas necesidades analíticas. Del hallazgo de estos profesionales depende la óptima gestión de las nuevas variables a considerar en los órganos de gobierno de las compañías, aportando las aptitudes y herramientas con las que deben contar e interactuar dichos órganos en aras de la consecución de objetivos responsables. Como dijo Kennedy, el cambio es ley de vida, y aquellos que miran al pasado y al presente, con certeza, no asimilarán el futuro. ¿Se atreven con la píldora roja?

Óscar Bastanchury es Profesor del máster en Auditoría Financiera y Riesgos del IEB

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