El legado de Ron a Saracho: la puerta abierta a una fusión
Pese a las dificultades de Popular y la creencia del mercado “el proyecto que tiene el banco ahora es mantener su independencia”, reitera una fuente cercana a la entidad
Semana intensa y negra para unos, y rosa para otros, en Banco Popular. Sobre todo para su ya presidente en funciones, Ángel Ron, que pese a haber sido destituido en la noche del miércoles al jueves pasados debe continuar, a más tardar, hasta marzo de 2017. Eso sí, con las manos atadas para cualquier iniciativa o decisión. En la mesa del próximo presidente, Emilio Saracho, deja varios legados que el ya ex de JP Morgan puede activar, mantener o deshacer. También deja grandes incertidumbres sobre la resistencia de la entidad, causa de su declive y relevo.
Todas las fuentes consultadas aseguran que el consejo mantiene inalterables los principales puntos del plan estratégico del banco, como el proyecto Sunrise, en el que se incluirán 5.800 millones de euros de activos inmobiliarios. Y esperan que Saracho haga lo mismo, “porque es clave para el saneamiento de la entidad”, resalta un conocido experto en la gestión del ladrillo. También descartan una fusión. “El proyecto que tiene el banco ahora es mantener su independencia”, recalcaba el jueves una fuente que conoce los entresijos de Popular.
Pero el mercado, los banqueros y los expertos no se lo creen. La desconfianza del mercado sobre la posibilidad de quitarse el lastre del ladrillo de su balance (nada menos que 34.000 millones); su baja capitalización bursátil (3.764,58 millones de euros), que le convierte en presa fácil y barata para otro banco; las negociaciones que el accionista mexicano Antonio del Valle ha mantenido con otras entidades, como Sabadell, para intentar su fusión, o las últimas llevadas a cabo a la desesperada por el propio Ron, no hacen más que señalar el futuro de Popular: su absorción.
A ello hay que unirle el hecho de que el mercado espera otra ampliación de capital de entre 1.000 y 2.500 millones de euros para sanear su balance, sobre todo del ladrillo, como se ha comentado antes.
Saracho, sin embargo, ya tiene dos puertas abiertas cuando llegue a Popular. Una, la de BBVA, cuyo presidente, Francisco González, y su consejero delegado, Carlos Torres, mantuvieron contactos en las últimas semanas y hasta el último minuto con el ya defenestrado Ángel Ron. A estas reuniones le acompañaba también Francisco Aparicio, secretario del consejero y miembro de la Sindicatura (primer accionista de Popular, con el 9,6% del capital). Ron incluso llegó a contratar como asesor en esta operación a Lazard.
La cosa iba en serio, aunque solo se llegó al estado de conversaciones. Pero se presupone que el interés de BBVA por Popular seguirá abierto tres meses después, aunque puede que las condiciones que podría negociar Saracho ya no serían las mismas, y puede que la Sindicatura ya no esté tan de acuerdo en esta operación. Ron mostró esta carta a parte del consejo la noche del miércoles, pero de nada le sirvió. La suerte estaba echada.
Y eso que parece que Ron contaba con otro as en la manga, aunque de poco le ha servido. Tenía en cartera otra operación con unas condiciones parece que más favorables para el banco, aunque no ha trascendido quién era el otro protagonista ni por qué no se llevó a cabo. Eso sí, parece que esta última operación está en letargo, pero puede reanimarse.
Y por cierto, ya van saliendo más nombres a los que el consejo de administración (entonces los díscolos) ofreció la presidencia de Popular antes que a Emilio Saracho. El último fue a Ángel Rivera, ex director general de banca comercial de Popular, quien abandonó la entidad hace unos cuatro años, tras nombrar Ron consejero delegado a Francisco Gómez. Rivera es ahora director general de Santander.
Especulaciones financieras precisamente también han vinculado a Rivera con una posible fusión de Popular con Santander, en la que el banco que preside Ana Botín contaría con este ejecutivo para llevar la integración. Hay que recordar que Rivera fue el artífice del éxito del negocio bancario de Popular. Fue el que montó todo el entramado para captar el negocio de las pymes. Pero parece que esta operación se quedó en un cajón, por lo que puede que sea solo un estudio teórico y nada más.
Por cierto, la cotización de Popular volvió el viernes a caer. Lideró las caídas del Ibex, al perder un 4,6%. Y es que parece que los inversores han digerido la salida de Ángel Ron y la incorporación de Saracho demasiado pronto.
Y otro por cierto. El nuevo escenario del consejo de Popular ha cambiado las fuerzas de poder. Por primera vez en la historia del banco, el Opus Dei ha perdido mando. Es también la primera vez que el presidente de Popular no es el candidato de la Sindicatura (vinculada al Opus). Pese a este nuevo equilibrio de fuerzas, y a la participación de Aparicio en las conversaciones con Ron y BBVA, la Sindicatura tendrá una vicepresidencia, la primera. Seguramente, esta recaiga sobre Francisco Mateu, presidente de este grupo de accionistas. Además, el consejero secretario del consejero y representante de la Sindicatura mantendrá su cargo, como le ratificó el pasado jueves el consejo. Lógico.
Este grupo de accionistas permitió al final el relevo de Ron, pero además tiene tal influencia en la actualidad en el banco, que si decide vender su participación en el mercado, el agujero que le forma a Popular sería definitivo. Aunque eso no va a suceder.
51 banqueros han desaparecido desde La crisis
Desde que se inició la crisis económica y financiera en España hace más de ocho años (entre 2007 y 2008), el mapa bancario español ha sufrido un cambio radical. Era su primera y gran revolución. De las 55 entidades financieras que operaban entonces en España ahora quedan 15, y en reducción. La crisis se ha llevado por delante casi 100.000 empleos directos en este sector y un 35% de la red de sucursales para situar su número en las existentes en 1982. Y los cierres seguirán. La verdadera revolución y transformación llega ahora con la digitalización. Pero esta crisis también ha arrastrado a los responsables de las entidades financieras. Desde el comienzo del declive del sector hasta ahora solo se han salvado cuatro banqueros: Francisco González, responsable de BBVA; Josep Oliu, de Banco Sabadell; Amado Franco, presidente de Ibercaja, y Carlos Egea, presidente de BMN –liderada por CajaMurcia– (bueno, si se me olvida alguno más que me perdone). El último en caer ha sido Ángel Ron, presidente de Popular, banquero que llevaba 10 años como número uno de la entidad y 32 años trabajando en ella. Era como su casa. Pero parece que cada vez menos cosas son para siempre. El presidente de Bankinter, Pedro Guerrero accedió a la presidencia justo en 2007, pero el giro de Bankinter estuvo marcado también por la crisis. Pero nunca se pensó que fuera tan dramática como fue.
Y cambiando de tema. Casi todas las principales entidades españolas han empeorado en los últimos meses sus ofertas para los clientes. Mejor dicho, casi todas las han modificado a peor, menos Bankia, Popular y Bankinter, que conservan las iniciales. CaixaBank, Sabadell, ING, BBVA y desde el viernes Banco Santander (aunque su nueva oferta no será efectiva hasta febrero) han recortado la remuneración de sus cuentas para los clientes con nómina domiciliada, o han rebajado el coste de los regalos (gancho) que hacían por domiciliar sus cuentas, o, como en el caso de Santander, han incluido una nueva comisión en su Cuenta 1,2,3. Y es que dicen que con los tipos bajos no les sale la cuenta de resultados.