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La temporada de las flores (III)

Seducción de Kundry - Dúo Acto II

Parsifal de Richard Wagner.

Waltraud Meier (Kundry)

Poul Elming (Parsifal)

Daniel Barenboim (Director musical)

Harry Kupfer (Director de escena)

Staastoper Berlin (1992)

Ya es una realidad con la que habrá que lidiar en los próximos años: Donald Trump ganó hace casi un semana la presidencia de los EEUU a aprtir del año que viene. Además lo hizo en contra de todo y de todos. El establishment todavía no esta recuperado del enorme «Trumpazo» que se ha llevado contra la realidad. Las niñas-flor de los sondeos, de los estudios econométricos, sociológicos, de las encuestas de opinión, de nuestros flamantes datos (todos ellos plagados de numerosas ecuaciones) no le permitieron ver la realidad. Y cuando la realidad se presentó ante ellos con toda su crudeza, la tragedia no pudo se evitada.

Hubo una inmensa falta de compasión con la realidad, con el sufrimiento de nuestros semejantes delante de nosotros mismos. Casi parecía que la realidad era la que tenía que adaptarse a nuestros datos y no, como parece lógico, los datos a la realidad.

Este dúo, que prosigue a la escena de las Blumenmädchen (niñas-flor) que vimos la pasada semana es el centro dramático de toda la obra y trata en extensión (dura unos 40 minutos casi el 80% de todo el acto) su tema central: la compasión como modo de conocimiento. El momento del beso [16:50] es donde Parsifal siente la compasión. No la ve, o la imagina o la asume a través de complicados instrumentos de captación de la realidad. La padece, la siente en sí mismo viendo al otro sufrir. Pero lo más importante: NO TIENE LA HERIDA. No le es extraño el dolor del otro.

Aquí Parsifal se desliga completamente de un personaje como Rigoletto, que solo sufre el mismo dolor de los padres, hermanos, maridos, novios, ... al ver a SU hija violada por el Duque de Mantua. No es una ser tan vil que antes apoyaba la institución que destrozaba las vidas de muchos de sus integrantes y solo la deja de apoyar cuando le hace daño a él. Es importante tener esto en cuenta pues los garantes intelectuales del establishment, como plañideras del «mundo del ayer», vienen copando todos los medios de comunicación con sesudos análisis sobre lo que ha pasado. Pero quizás llegan tarde y solo muestran el dolor inservible de Rigoletto. Deberían saber que la única conclusión a la que pueden llegar es que han fracasado y no pueden estar llamados a la regeneración.

Todo ello se explica en otro momento clave del dúo [26:00]: Kundry nos explica que su continuo vivir-morir (es el personaje más budista de la ópera) se debe a que cuando, en una de sus reencarnaciones, vio a Jesús en Jerusalén con la cruz a cuesta, en un determinado momento se cayó delante de ella, le miró a la cara y se rio de él. Esa imagen la persigue y le tortura. Pero es la imagen poética más impactante de la falta de compasión en el sufrimiento de los demás.

La conclusión de todo el dúo y la obra en general es muy simple: sin la compasión (la constatación de la existencia del «otro»), el conocimiento de la realidad es totalmente incompleto, imperfecto y falso. Veremos que la compasión es una elemento vital en la regeneración.

Con ello aprendido, Parsifal empieza su proceso de regeneración, que será largo y tortuoso. De hecho, Wagner no lo escenifica. Entre el segundo y tercer acto podría venir el verdadero meollo del proceso de regeneración que plantea Parsifal y el que siempre me ha intrigado. Pero no es abordado por el compositor (o yo no he logrado contactar con él, o la obra no ha querido todavía desvelármelo)

De entrada recupera la lanza (lo que yo podríamos llamar el sector financiero, germen de la gloria fingida) y debe ahora buscar como juntarlo con el cáliz (la economía real). El proceso será largo y tortuoso (no se ve en la obra) pero le llevará al final de la ópera a encarnar la redención y la trasformación verdadera que dará nueva vida a los caballeros del Grial, recuperando su antigua fortaleza, cerrando la herida sangrante de Amfortas.

Si se si sigue todo la escena en video (o vais directamente al final) podréis ver como el mundo de las Blumenmädchen (niñas-flor) se destruye nada más recuperar la lanza de Klingsor: el plano tridimensional con su televisores, aparece destrozado y en el suelo. En parte en nuestra realidad, ya esta sucediendo.

La ópera Parsifal de R. Wagner acaba con el cumplimiento de la profecía que los ángeles transmitieron a Amfortas justo en el momento en que cayó: “La salvación vendrá del puro (inocente), tonto (loco) educado (sabio) en la compasión”. Con este último tema quiero cerrar este ciclo, en torno a Parsifal, pero me llevará algo más de tiempo.

La pregunta clave ahora es ¿Es Trump nuestro Parsifal?

Me temo que no, pero no se si sabré dar una respuesta válida. Pero lo veremos la próxima semana.

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