Así debería ser el nuevo gobierno
Son necesarios políticos negociadores y dialogantes Deben atender a la diversidad de género y enfrentarse a la brecha generacional
Casi un año sin gobierno. Hoy, Mariano Rajoy se encuentra ante una oportunidad única para presidir un gobierno para todos los españoles, con una visión compartida. Porque varios son los retos que tiene por delante el presidente y su nuevo equipo, después de casi un año en barbecho. Varios son los puntos que tiene por delante el nuevo ejecutivo, que debería atender, en opinión de José Medina, presidente de la firma de cazatalentos Odgers Berndtson, a las tres G de la diversidad: género, generación y globalización, “ya que debe vivir en un mundo interdependiente, todo esto contra otra G, la de la gerontocracia”.
Porque además del día a día, del nuevo equipo depende devolverle la credibilidad y regeneración a los políticos, así como sostener el diálogo con todas las fuerzas políticas. Por tanto, según añade Medina, deberá ser capaz de mantener el compromiso para afrontar y sacar adelante los principales problemas, como son el empleo y el paro, la sostenibilidad de las pensiones y el déficit público. Se necesitan políticos negociadores y con gran capacidad de escucha.
En este sentido, las dos dimensiones clave, agrega este experto, de un buen negociador flexible son la asertividad, esto es, que tenga claras las líneas rojas, pero cediendo hasta donde pueda hacerlo, y tener capacidad para escuchar, lo que implica entender a la otra parte con empatía. Y es aquí, señala Medina, donde las mujeres están, en general, mejor preparadas que los varones para este cometido. “Hay muchos hombres buenos negociadores y muchas mujeres malas negociadoras, pero el perfil femenino se adapta mejor a estos cometidos, con suavidad en la forma y firmeza en el fondo”.
Aunque el presidente, a la vista de lo acontecido estos últimos meses, parece no estar muy entrenado en estos menesteres, el futuro pasa por políticos negociadores, dialogantes, flexibles y con mano izquierda, además de aplomo, firmeza y buena estructura de personalidad.
“El nuevo ejecutivo se enfrenta a un contexto que requiere una decisión totalmente estratégica, a largo plazo, y la diversidad es uno de los aspectos fundamentales en estas situaciones”, apunta la profesora y experta en liderazgo del IE Business School, Margarita Mayo. “Cómo conseguir aglutinar un equipo que sea así de diverso es el principal reto que tiene Rajoy”, añade.
Al menos en lo que respecta al tema del género, en opinión de la experta, la formación azul tiene los deberes bien hechos. “Creo que hay bastante equidad en los cargos”. Otro asunto muy diferente, prosigue Mayo, es la cuestión generacional. Y es aquí donde aparece uno de los puntos más importantes a mejorar, “ya que la brecha generacional es una de las principales perspectivas que contempla la diversidad en cualquier organización”.
Uno de los propósitos que persigue tener la mayor cantidad de jóvenes y de veteranos posible es la diversidad en cuanto a información e impresiones que la organización recibe. “La gente de menos edad ofrece un punto de vista y unos recursos diferentes a los de los más mayores”. Es decir, cuanta más diversidad generacional haya en el partido, o en una empresa cualquiera, mayor será la cantidad de estímulos que se recogerán de puertas hacia afuera. “Cada persona es embajadora de su propio segmento social, por eso, gente joven como Pablo Casado o Andrea Levy proporcionarían al nuevo gobierno puntos de vista diferentes de los que tendría un ejecutivo únicamente formado por perfiles más sénior”, aconseja Mayo.
Pero no solo en lo que respecta a la información cosechada. La imagen y todo lo que se percibe de una organización desde fuera también mejoraría, a juicio de la docente, en el partido. “Es gente que viste, que habla y que se comunica de forma diferente a la de sus compañeros más mayores. Eso también es importante en las situaciones actuales”. A su vez, hay otros detalles relevantes que surgen de forma natural tras una renovación en las filas: “Las luchas de poder y las jerarquías”, afirma Mayo, que menciona como ejemplo el caso de María Dolores de Cospedal, una persona que, a pesar de haber tenido peso en el partido, nunca ha ostentado un cargo en el gobierno. “Esas diferencias de estatus, que aunque en el fondo no sean reales pueden ser percibidas como tal, tienen el riesgo de provocar jerarquías que deben evitarse”.
La profesora del IE señala un último aspecto: el carisma. “Rajoy ha demostrado ser bueno en temas como la formalidad, la espera o la paciencia, pero lo que fortalece y une a un grupo, la capacidad carismática, no la tiene tan trabajada. El recién electo presidente debe tener claro que aquello que le hizo llegar y mantenerse, no es lo que le va dejar ahí”. Otro asunto relevante, apunta José Medina, es saber gestionar la ansiedad de estatus, que se genera cuando “una persona oscila entre ser uno mismo y actuar de manera diferente, en función del cometido que se tenga por delante”.
Los riesgos de un gran cambio en las filas
El rejuvenecimiento del partido parece ser una necesidad innegable en las filas populares. Pero además de las ventajas, este cambio trae consigo una serie de retos a los que Mariano Rajoy deberá hacer frente.
La posible llegada de nuevas caras a la mesa de ministros puede dividir al grupo, al igual que sucede cuando una organización lleva a cabo una serie de cambios significativos. “Los veteranos podrían sentirse desplazados, ya que después de un trabajo bien hecho, verían cómo sus antiguas sillas son ocupadas por gente nueva”, explica la profesora de liderazgo del IE Business School, Margarita Mayo.
Estas situaciones son comunes en cualquier organización, y conllevan una “férrea gestión del ego, tanto de aquellos que se mantienen en los puestos, para que sepan aceptar el cambio, como de aquellos que llegan nuevos, para que los primeros no les absorban y les dirijan”. La mayor dificultad en estos casos, prosigue, es crear un equipo unido, que trabaje en común pese a las diferencias en la edad.