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Otra sorpresa alemana, pero nubarrones en el horizonte.

Nuevo dato positivo sobre la economía alemana: el índice de confianza empresarial IFO subió a 110,5 en octubre superando los 109,5 de septiembre y, de paso, las expectativas del mercado (que esperaba se mantuviese sin cambios en los 109,5). El índice que lleva el nombre del centro de estudios IFO, con sede en Múnich, está basado en una encuesta mensual a unas 7.000 empresas de diverso tamaño y de todos los sectores (manufacturero, construcción, ventas mayoristas y minoristas). El nivel alcanzado en octubre de este indicador es el más alto desde abril del 2014. Las empresas alemanas están más satisfechas con su situación actual y también mantienen un optimismo mucho mayor con respecto a los próximos meses.

La confianza empresarial ha mejorado en el sector manufacturero, donde la demanda de bienes de capital es especialmente fuerte. La tasa de utilización de la capacidad se ha incrementado 0,9 puntos porcentuales hasta el 85,7 % respecto al trimestre anterior. Sin embargo, la confianza empresarial ha empeorado en el sector de ventas mayoristas, si bien el IFO señala que se ha situado en un nivel significativamente superior a su media de largo plazo. En el sector de ventas minoristas, la confianza empresarial se ha mantenido prácticamente sin cambios y en el de la construcción ha batido un nuevo récord, tras subir por séptimo mes consecutivo.

La recuperación moderada de la economía en el resto de Europa ayuda a las empresas alemanas, orientadas a la exportación, a mantener una perspectiva positiva. El IFO con todo ello, pronostica que Alemania crecerá un 1,8 % en 2016 y un 1,3 % en 2017 auspiciado por el consumo, la mejora del empleo y las subidas salariales.

El resultado del referendum británico sobre su pertenencia a la Unión Europea (que acabó, como todos saben, en el famoso “Brexit”) parece que ha tenido un efecto pasajero y, tras unas semanas de incertidumbre, la situación parece que no ha tenido las consecuencias que se temían para la economía alemana. Inicialmente los factores exteriores continúan contribuido a la mejora de la confianza empresarial.

Pero varios problemas se avecinan a corto medio plazo. Por un lado uno estructural como es el hecho de que los volúmenes de comercio mundial no han aumentado en los dos últimos años y en los próximos años es muy probable no lo harán y, ahora entramos en otro terreno adicional, porque crece el proteccionismo.

Dos acontecimientos son claves en este último tema. Por un lado el rechazo de Valonia al acuerdo comercial de la UE con Canadá (llamado Ceta) y en segundo lugar, el tortuoso camino al que se enfrente la negociación entre la UE y el Reino Unido tras el “Brexit”.

El farragoso proceso de negociación entre la UE y el Reino Unido ya empezó mal, primero con el retraso táctico en la invocación del artículo 50 del Tratado de Lisboa y la crisis (convertido en la farsa) con descomposición del UKIP. Se continua mal cuando la Primer Ministra parece haber cambiado de rumbo y apuesta por un “Brexit-duro” y aislacionista llegando incluso a criticar (un síntoma de una apuesta por el populismo) las recientes decisiones medidas del Banco de Inglaterra al considerar que favorecían sólo a unos pocos. Nadie parece acordarse que esas medidas se pusieron en práctica con todos ellos "con mando en plaza".

Y ahora no hace más que aumentar el descontrol cuando dentro de su gabinete May se encuentra con disidencias en personajes claves: el Secretario del Tesoro a alabado las decisiones de política monetaria del Banco de Inglaterra. Mientras tanto, la población (incluso esa juventud que se nos dice que ha votado por el “Remain”) se “tira al monte” con manifestaciones xenófobas de todo tipo y de mucho impacto mediático.

Se imaginan ustedes el problema al que nos enfrentamos si metemos en el coctel la posibilidad de que Escocia rechace (como ahora Valonia) el acuerdo que se negocie entre la UE y el Reino Unido? Al fin ya la cabo la oposición del parlamento regional de Valonia (región de unos 3,5 millones de habitantes) ha condicionado el aparente apoyo de 500 millones de habitantes y ha tirado por la borda años de negociación entre las partes. Súmenle a eso las elecciones presidenciales que tendrá lugar en Francia en abril de 2017 y a los comicios alemanes hacia otoño también del año próximo. No me extraña que aquí no se quieran nuevas elecciones.

¿Cómo puede ser posible tanto descontrol de la situación y "cabreo" popular, si nuestras elites lo habían hecho todo de maravilla?

Demasiados “numeritos” ocultaban una situación que ahora nos estalla en la cara con toda la crudeza de la que es capaz la realidad de mostrarse ante nosotros.

¿No será que nos lo tenemos merecido?

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