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Follow the money

Ni Donald Trump es tan rico como dice o aparenta ni su campaña ha manejado más dinero que la de Clinton. Pero sus principales financiadores son tan rompedores e inquietantes como el propio candidato. Todo empieza en 2010, con la sentencia Citizens United vs FEC, en la que el Supremo eliminó las limitaciones a las donaciones políticas privadas a grupos de acción política. Los críticos ya advirtieron en su día del riesgo de que las multinacionales capturasen el proceso político. No ha sucedido (o, al menos, no mucho más que antes), pero aquella sentencia tiene algo que ver con Trump.

Robert Mercer es un personaje un tanto particular. Es el consejero delegado (cargo compartido) de Renaissance Tech, que podríamos llamar una gestora “ultracuantitativa”; basa su estrategia en el análisis masivo de datos del mercado y la creación de algoritmos que permitan invertir en función de los patrones detectados; de sus 300 empleados, 90 son matemáticos o físicos. Para hacerse una idea de cómo trabaja esta gente, para evitar que los sistemas de alta frecuencia detecten los flujos de órdenes de compra o venta y se anticipen a ellos, barajan construir un sistema de ejecución de órdenes basado en un reloj atómico (aquí está la patente).

Renaissance es a los hedge funds cuantitativos lo que Warren Buffett a la inversión tradicional: un mito. Tiene unos activos bajo gestión de 37.000 millones de dólares, sus dos principales fondos llevan rentando más del 10% tres años seguidos, y los inversores inyectan hasta 7.000 millones al año en este producto. Mercer no fundó Renaissance; fue fichado por Jim Simmons (éste, destacado donante demócrata) en los años 90, debido a su trabajo en lingüística computacional, o cómo enseñar el lenguaje humano a un ordenador.

Mercer, cuya colección de armas incluye originales del film Terminator, ha apoyado campañas según los estándares tradicionales de la derecha (a favor de la pena de muerte, contra el aborto...). Más heterodoxa, y contradictoria con la sofisticación de su fondo, es ss postura a favor del patrón oro y de acabar con la reserva fraccionaria de los bancos. Su apoyo en 2010 a un pintoresco médico candidato al Congreso (Arthur Robinson) que almacena miles de muestras de orina humana para prolongar la vida también distingue a Mercer del clásico preboste republicano.

Hasta 2012 los Mercer siguieron, según relata este artículo de FT, la política habitual en los donantes: poner dinero y esperar. La derrota de Romney (otro gestor de fondos, en este caso fiel representante del republicano clásico) provocó un cambio de táctica. Ya no se trataba de ganar influencia en el partido, sino de darle la vuelta por completo.

En 2014, según Bloomberg, Mercer forjó en una cena en Palm Beach su ofensiva para controlar el partido, aunque falló en el candidato: pactó una fuerte contribución a la campaña de Ted Cruz (congresista que parecía dispuesto a que EE UU entrase en suspensión de pagos para evitar la extensión del seguro médico Obamacare), bajo la premisa de que Estados Unidos necesitaba como presidente un “Mr Smith”, un vecino cualquiera alejado de las elites que hablase el lenguaje de la calle.

Cruz recibió más de 10 millones de los Mercer. Perdió, pero el plan siguió su curso. Los Mercer se convirtieron en primeros donantes de Trump, con unos 20 millones. Este verano el candidato contrató como jefes de campaña a la responsable del Super PAC mediante el que los Mercer apoyaban a Cruz y al presidente de Breitbart.com, una web conservadora que ataca con la misma saña a los demócratas y al establishment republicano y generosamente financiada por Mercer .

La combinación de milmillonarios y (poco) disimulada xenofobia funcionó muy bien en el Reino Unido, pero Trump parece con pocas opciones de ganar. El trumpismo, con todo, sigue ahí. Ha demolido no pocos cimientos en el partido republicano y ha convertido al Tea Party en una pandilla de aficionados moderados. No es muy aventurado pensar que esta combinación tiene algo que ver con la crisis y la postcrisis pero, en fin, eso lo dejamos para otro día.

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