Londres: Merkel, Renzi y compañía nos engañaron con el 'brexit'
Tres meses después del referéndum del brexit, el equipo del exprimer ministro británico han empezado el ajuste de cuentas con sus antiguos colegas/rivales europeos. Y Merkel, Renzi o Juncker salen muy mal parados. Pero el que peor queda es David Cameron.
"Nos hicimos demasiado dependientes de Angela Merkel (...) y la adulamos tanto que rozamos el ridículo".
"El italiano Matteo Renzi parecía un aliado y siempre podíamos contar con él para aírear críticas hacia la UE. Pero tras despotricar contra el consenso en las reuniones del Consejo, a menudo se plegaba rápidamente y aceptaba cualquier texto que se hubiera preparado el día antes".
"Juncker había dimitido como líder de Luxemburgo tras un escándalo, tenía casi 60 años y reputación de aficionado a la bebida. No nos parecía el perfil de una Europa moderna".
"Cameron pensó que era lógico oponerse al nombramiento de Juncker [como presidente de la CE] en colaboración con la canciller Angela Merkel, que también había dejado claro que no le gustaba el procedimiento [de nombrarle] y que consideraba a Juncker como la persona equivocada para ese puesto".
Daniel Korski, destacado miembro del gabinete de Cameron y uno de los artífices del éxito en el referéndum del 23 de junio se despacha en un largo artículo publicado en Politico (here) contra la presunta ceguera del resto de líderes europeos, contra las oscuras maniobras de los tecnócratas de Bruselas y contra los tejemanejes "del bueno, el feo y el malo", como denomina al secretario general del Consejo, ya los jefes de gabinete de Juncker y Donald Tusk (presidente del Consejo). Por cierto que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no aparece para nada en las 30 páginas. Ni para bien ni para mal.
El apasionante relato de Korski indaga sobre las causas de la debacle política sufrida por Cameron, más allá de las explicaciones, que califica de "simplistas", sobre la emigración, la desafección o el miedo a la globalización.
Korski intenta culpar a los líderes europeos que al parecer engañaron a Cameron, haciéndole creer que estaban de su lado para dejarle tirado en el último momento. La canciller alemana y el primer ministro italiano figuran los primeros en esa lista negra.
Pero el testimonio de Korski resulta valioso, sobre todo, por la información de primera mano que facilita sobre los preparativos del referéndum y la fallida campaña. Y de ese testimonio se desprende que el principal responsable del fiasco fue Cameron, un primer ministro que nunca entendió la importancia de la relación de Londres con la UE, que no tejió complicidades con sus colegas europeos y que erró una vez tras otra al interpretar hacia dónde soplaba el viento en Berlín y en Bruselas. El ex primer ministro se dedicó durante sus años de mandato a plantear en Bruselas batallas ficticias o nimias (la última, la del IVA de los tampones) para anotarse victorias inútiles de cara sólo a su propia galería. Jugador de chica, perdedor de mus.
Cameron es "un euroescéptico pragmático", recuerda Korski. "Uno de los logros de los que está más orgulloso es haber sacado al Partido conservador [británico] del Partido Popular Europeo", asegura Korski. Pero deja claro, poco después, que esa decisión fue uno de los primeros errores de Cameron porque le privó de contactos y relaciones con una formación política esencial en Bruselas, a la que pertenecen Merkel, Juncker, Tusk...
Cameron se embarcó después en la aventura del referéndum sin una estrategia clara sobre cómo convencería a sus votantes para que apoyasen la continuidad en la UE. En el primer discurso que anunció la consulta ni siquiera mencionó la emigración. Poco después descubrió que era un tema esencial. Demasiado tarde. Ya fue incapaz de encontrar argumentos para tranquilizar a su población ni justificaciones para reclamar a la UE un trato excepcional en materia de emigración. "Para ser honestos, no logramos encontrar ninguna evidencia [de la presión migratoria]" que justificara una restricción a la libre circulación de personas.
Aun así, Cameron arrancó a sus socios la posibilidad de discriminar durante cuatro años a los trabajadores procedentes de otros países de la UE. Pero nada más firmar el acuerdo (febrero de 2016) consideró que era invendible en una campaña de referéndum y optó por la "campaña del miedo" sobre las consecuencias económicas de romper con la UE. "Por supuesto, no funcionó", admite Korski. "El mercado único europeo era un concepto demasiado esotérico".
Tres meses después del referéndum del brexit empieza el ajsute