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El nuevo-nuevo Lehman

1.- Lehman Brothers solo habrá uno. Sobre todo, porque nunca había colapsado un banco sistémico de un día para otro, fallando en todos sus compromisos financieros con todas sus contrapartes, colapsando el mercado de dinero (activos a corto plazo), dejando de dar soporte a los fondos que con él operan y, sobre todo, generando la duda de qué entidad sería la siguiente. Pasarán otras cosas, cosas feas, pero no habrá otro Lehman.

2.- Hay una cierta incoherencia en el ruido alrededor del Deutsche. Puede que un banco, a causa de una multa de 14.000 millones, necesite un rescate. Puede (o más bien es seguro) que un banco del tamaño del Deutsche puede poner en riesgo la estabilidad financiera mundial. Pero, ¿ambas cosas? el Deutsche tiene 1,8 billones de euros en activos, unos 25.000 millones de recursos propios y, según ha comunicado el banco a sus empleados, más de 200.000 millones en activos líquidos.

3.- Precisamente el hecho de que sea tan grande es para preocuparse. Deutsche es más grande incluso que antes de la crisis, y debe demostrar que existe negocio para pagar su gigantesca estructura en un entorno de tipos cero y poco crecimiento. Es una entidad extremadamente activa en el poco transparente mercado de derivados financieros, y la tormenta de estas semanas demuestra que casi 10 años de crisis no han resuelto las dudas sobre los balances de la banca. Es un too big to fail de manual.

4.- Deutsche puede necesitar capital. O, al menos, el mercado parece exigirle un mayor colchón para hacer frente a multas y posibles saneamientos. Tiene varias vías para ello: la fórmula tradicional de emitir derechos o convertir deuda (los cocos son convertibles de forma automática). El problema es que no se sabe cómo lo hará, o en qué medida, o si lo hará, lo que coloca a la acción y a la deuda en la tesitura de perder o perder: mientras no se sepa qué inversor pagará el pato, todos sufren.

5.- La posición del Gobierno alemán añade dudas. La tesis oficial es que el banco se las apañe (lógico, si partimos de la base de que la situación no es crítica). Pero que el Gobierno lo explicite da pie a una interpretación contraria: el Deutsche está abandonado a su suerte, preludio de caos y destrucción, ya saben. Es evidente que Europa no ha solucionado cómo lidiar con bancos problemáticos. Porque es, también, evidente que ni Berlín ni el BCE lo dejarían caer.

6.- Los problemas actuales de Deutsche arraigan, todos, en la crisis de la que venimos. Las necesidades (regulatorias y de mercado) de más capital, las sanciones y los tipos cero son todas consecuencias de crash de Lehman. Ahora bien, que un banco esté muy tocado en el mercado no implica que sea un nuevo Apocalipsis.

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