La UE responde al ‘brexit’ con un frágil mensaje de unidad
La primera cumbre tras el 'brexit' se limitó a buscar el denominador común en los temas más urgentes, como la crisis de los refugiados, el terrorismo o el estancamiento económico
A orillas de un río tan bañado de historia europea como el Danubio, los socios de la UE se reunieron el viernes en la capital de Eslovaquia con la significativa ausencia del Reino Unido. La cita en el castillo de Bratislava pretendía visualizar la continuidad de un club que, por primera vez en sus 59 años, se encuentra a punto de perder a uno de sus socios.
Pero el proyecto comunitario se encuentra tan alicaído y su principales líderes tan debilitados que la cumbre postbrexit se limitó a buscar el denominador común en los temas más urgentes, como la crisis de los refugiados, la amenaza yihadista o el perenne estancamiento económico. Y tan solo pudo pactar una hoja de ruta hasta dentro de siete meses, cuando espera celebrar en Roma el 60 aniversario del Tratado que dio lugar al nacimiento de la Comunidad Económica Europea.
Fuentes diplomáticas calificaron el debate como “franco”, eufemismo diplomático para bronca. Y la acritud era evidente cuando los líderes se subieron a bordo del Regina Danubia, un crucero de bandera alemana que zarpó y regresó al mismo lugar tras un corto recorrido.
La canciller alemana, Angela Merkel, reconoció que “estamos en una situación crítica”. Y el presidente francés, François Hollande, aseguró que la UE deberá elegir “entre seguir avanzando o la dislocación y dilución”. Los dos principales líderes de la UE, sin embargo, no pueden encabezar, de momento, una refundación del club, porque su propio futuro está en entredicho. Los sondeos apuntan a que Hollande perderá la presidencia en las elecciones del próximo mes de mayo (si llega a presentarse). Y Merkel, hasta ahora incuestionable, también empieza a sufrir en los sondeos a un año de sus elecciones en septiembre de 2017.
La canciller, siempre realista, resumió “el espíritu de Bratislava: “Dejémonos de declaraciones espectaculares y de reformas de Tratado y atendamos las demandas de los ciudadanos”. Entre esas demandas, se acordó la seguridad como prioridad absoluta, tanto para blindar las fronteras, como para evitar que se repita la crisis de refugiados.
Sin un eje franco-alemán potente, la UE del postbrexit se fragmentó en Bratislava en reinos de taifa de intereses geográficos, políticos o económicos.
Los euroescépticos del grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República checa y Eslovaquia) achacaron la desafección de la opinión pública a una élite de Bruselas que, a su juicio, se ha arrogado un liderazgo político sin legitimidad democrática. Los países meridionales, con Grecia en el peor estado, reclamaron estímulos económicos que, de momento, se limitarán a una prolongación (hasta 2020 o 2022) del llamado plan Juncker, cuyo objetivo de inversión (315.000 millones de euros) se doblará antes de fin de año.
El pragmático residente del Consejo Europeo, Donald Tusk, pidió a los presentes “una sobria y brutalmente honesta evaluación de la situación”. Y ese objetivo, al menos, lo consiguió, aunque fuera a costa de revelar las profundas diferencias y el evidente riesgo de que alguna de las grietas del club acabe en un nuevo exit después del de Reino Unido.
Berlín acepta aparcar el reparto de refugiados
La cumbre europea del viernes en Bratislava permitió zanjar, de momento, la tremenda trifulca sobre las cuotas de refugiados que enfrenta a los socios de la UE. En una señal de paz hacia los países de Europa central y del Este, que se han negado en redondo a las cuotas obligatorias, la canciller alemana, Angela Merkel, se mostró dispuesta en la capital eslovaca a buscar alguna suerte de “compromiso”.
La Comisión Europea, a instancias de Berlín, había propuesto un sistema obligatorio de reparto, para aliviar la carga de los países de entrada (como Italia o Grecia) y de los países de destino, como Alemania, donde el año pasado llegó más de un millón de refugiados. Bruselas llegó a proponer en mayo una multa a los países que se negasen a colaborar de 250.000 euros por refugiado.
Los países de Visegrado (Polonia, Hungría, República checa y Eslovaquia) se pusieron en pie de guerra contra esa propuesta. Y el primer ministro húngaro, Viktor Orban, ha convocado un referéndum, el 2 de octubre, a sabiendas de que el electorado húngaro votará en contra.
La reunión de Bratislava entierra de momento el plan de reparto, uno de los motivos de la profunda división actual de la UE.
Los líderes europeos también acordaron dotar de más medios a los países en primera línea, empezando por Bulgaria. La CE pondrá a disposición de Sofía una partida de 108 millones de euros para proteger la frontera con Turquía, tras comprobar que los antiguos flujos de inmigración irregular hacia Grecia se han desviado hacia Bulgaria. La dotación se espera aumentar hasta 160 millones. La UE también se compromete a seguir ayudando a Grecia.