El entrenamiento oculto de los medallistas españoles
En unos Juegos Olímpicos el nivel físico de los deportistas es muy similar Los pequeños detalles son los que marcan la diferencia
Ya sea estando en el Estadio Olímpico Acuático de Río de Janeiro, o desde la pantalla del televisor, los espectadores que ven las competiciones de nado solo son conscientes de lo que ocurre desde que los deportistas abandonan el vestuario y se sumergen en el agua. La carrera, sin embargo, empieza mucho antes, lejos de la piscina, cuando en la llamada cámara de salida, todos los nadadores se juntan unos minutos en un pequeño espacio, donde pueden mirarse, hablar entre sí o desviar los ojos hacia cualquier punto en blanco. En unos Juegos la igualdad es máxima entre los deportistas, así como la preparación física. Por eso, son los pequeños detalles los que marcan las diferencias. Diferencias tan justas como las tres céntesimas que dieron la victoria a Mireia Belmonte en 200 metros mariposa, la semana pasada.
Antes de la competición, Belmonte se sumergió, no en el agua, sino en la música, con sus cascos. “Es un momento piscológico muy importante. La información de tu contrincante depende de tu comportamiento, y ahí es donde empiezas a ganar o a perder. Mi estrategia es ocupar el espacio de mi rival más directa, meterme en el lugar donde le coma la moral”, explica la campeona olímpica en el libro A por más. Después solo hay que rematar la jugada abriéndose paso en el agua.
Esa es la parte más fácil para un nadador de élite, en el momento en el que su cuerpo siente el frío del agua. Pero antes han tenido que ser necesarios años de duro entrenamiento, nadando a la semana unos 84 kilómetros de media. Más aún con la dificultad añadida de Belmonte: una nadadora olímpica asmática y alérgica al cloro de las piscinas. El secreto es el trabajo, la respuesta y el sacrificio. Mirar solo lo inmediato. “Vaya muy bien o mal el día, lo anterior lo olvido. No arrastro lo malo ni me creo lo bueno si gano una medalla”, prosigue. Y es que, mirar solo hacia el corto plazo, a veces, es imprescindible. Tanto como la humildad, una cualidad que en el deporte también marca la diferencia.
“Esta es una medalla de todo el equipo y para todo el equipo. Somos un grupo que hemos trabajado mucho y muy duro”, remarcó la campeona de K1, Maialen Chourraut, tras lograr el oro, también la semana pasada, en Río. Y es que, en el deporte, como en el resto de ámbitos, los verdaderos líderes son así, y aunque ella sea la ejecutora y la que porte la medalla, le debe todo a su equipo, el que ha trabajado y entrenado con ella durante años, adaptándose a todas las complicaciones y retos que se ha encontrado en su camino.
El K1, como el resto de deportes de remo, tiene la peculiaridad de ser uno de los más mutables, y en los que más preparados hay que estar para poder adaptase al cambio. “El agua fluye, es cambiante y es muy difícil que siempre sea igual. Esa es mi lucha, siempre se falla: luchar contra el fallo”, comenta Chourraut. Una lucha que le llevó, por ejemplo, a no dejar de entrenar ni de remar hasta dos días antes de dar a la luz a su hija, hace tres años, y a intentar volver a subir a la piragua dos semanas después del parto, sin que los médicos se lo permitiesen. También a no arredrarse ante la adversidad, como cuando el Pekín 2008, un golpe de mala suerte le hizo volver a España en decimosexta posición.
El deportista que no quiso psicólogo
Ocho años después de lograr su primera medalla olímpica en Pekin 2008, Rafa Nadal consiguió junto a Marc López el oro en dobles, y un meritorio cuarto puesto en el torneo individual de Río 2016. Un cambio revolucionario para un deportista que no obtuvo en la temporada pasada ningún Grand Slam ni ningún Master 1.000, algo que no le sucedía al tenista desde el año 2004.
Tras ser eliminado en 2015 en Miami por Verdasco, Nadal reconocía que su lesión había sido mental. “Por primera vez en mi carrera profesional no he sido dueño de mis emociones en la pista, no he tenido el control de mis nervios he pasado malos ratos y no he podido superarlos”. Pese a esto, su palmarés estaba formado por 68 títulos, 14 de ellos de grandes competiciones, y una medalla olímpica (A LA QUE SE LE SUMAN...).
Un duro entrenamiento físico ha sido sin duda la clave del éxito que el tenista ha cosechado durante su trayectoria. A la que se le suma una peculiaridad poco corriente entre los deportistas de élite: haber prescindido siempre de un psicólogo.