Grandes oportunidades en los pequeños valores
El año 2016 no parece que vaya a ser un buen ejercicio para los inversores en las Bolsas de toda Europa, aunque en términos relativos unos índices hayan tenido mejor desempeño que otros. El español desciende casi un 10% en el año, pese ha haber recuperado muchas posiciones en las últimas sesiones; Italia pierde cerca del doble por las dudas sobre la solvencia de la banca transalpina, y Alemania está prácticamente como empezó el ejercicio. Las subidas de los tipos iniciadas en Estados Unidos, tras largos años de mantenerlos cerca del 0%; las dudas sobre la situación real de la economía de China; los vaivenes de los precios de las materias primas; la tempestad desatada en Europa por el voto de la ciudadanía británica a favor del brexit; el creciente nacionalismo en el Viejo Continente, que pone en duda el propio proyecto europeo, o las posibilidades de que llegue al poder un presidente populista y revisionista en EE UU son acontecimientos que han lastrado las opciones de las Bolsas. Y superado uno, si es que hay alguno superado, aparece otro y otro para recordar que no hay estabilidad política ni económica y que la volatilidad se ha adueñado del mercado hasta que el crecimiento económico en el mundo devuelva el crédito y los inversores comiencen a fijarse en los fundamentales de las compañías más que en los acontecimientos políticos.
Pero como los gestores del dinero no pueden esperar eternamente, y han de buscar opciones de inversión para sus clientes que aporten algo más que mantener el capital, y deben hacerlo en un entorno de tipos de interés que neutraliza muchas de las opciones tradicionales, tienen que volver la vista necesariamente a los fundamentales de las empresas. Tomando en consideración la realidad del negocio, si se puede hacer abstracción de los acontecimientos que rodean a la economía, infinidad de fondos de inversión encuentran centenares de oportunidades de rentabilidad, con tomas de riesgo relativamente limitadas. Y entre esas opciones siempre hay auténticas joyas en los mercados bursátiles de toda Europa y también de España. Generalmente, se trata de pequeños valores descuidados de los analistas, pero que guardan grandes retornos por operar en mercados de nicho y de crecimiento.
Hemos seleccionado en nuestras páginas de este fin de semana hasta una decena de empresas con tales características, y otras tantas en diversas Bolsas europeas, para conformar una cartera de cierto riesgo, pero que guarda suculentos potenciales de revalorización. En ambos casos hay presencia de sectores de consumo, tecnología, biomedicina, ocio y manufacturas, con una combinación equilibrada de empresas cíclicas con otras de sectores que lideran los cambios en los comportamientos de los consumidores. En definitiva, una cartera sintética que supondría cuasi una réplica de cualquiera de los grandes índices, pero con la particularidad de estar conformada por sociedades de tamaño medio o pequeño, menos sujetas a los vaivenes a los que la alta volatilidad somete a las grandes compañías en Bolsa.
Incluso entre los valores seleccionados por su alto potencial de revalorización empiezan a aparecer algunas entidades financieras, pese a que el mercado las ha puesto en cuarentena por las malas expectativas de rentabilidad que tiene el negocio financiero en toda Europa, con un entorno tan complicado como el que pintan los tipos de interés en el 0% por tiempo indefinido. Y en el caso de España, las pequeñas inmobiliarias que han surgido tras la crisis, sin deudas hipotecadoras, son buenas opciones si el mercado inmobiliario prosigue con la recuperación que ha iniciado en los últimos trimestres, tanto en ventas como en precios.
En todo caso, antes de tomar decisiones, los particulares deben asesorarse bien para componer una cartera equilibrada, y mirar con lupa desde las comisiones, especialmente en las empresas que cotizan en mercados externos, hasta un estudio del itinerario de cada compañía. Deben analizarse sus cuentas de resultados, sus niveles de endeudamiento, sus flujos regulares de caja, sus históricos de pagos por dividendos a los accionistas y la posición que ocupan en sus mercados. Y, en todo caso, deben componer una cartera diversificada que limite los riesgos.