Popular destina el beneficio del trimestre a provisiones
Divide sus negocios bancario e inmobiliario para lograr volver a la rentabilidad en 2018
Popular cerró el semestre con un beneficio de 94 millones de euros, tras dedicar la totalidad de sus resultados del segundo trimestre a provisiones, con el objetivo de sanear todo su balance, contaminado por su fuerte exposición durante los últimos años al ladrillo. Su beneficio neto ordinario (exprovisiones extraordinarias), ha sido de 168 millones de euros, un 10,6% menos que en el mismo periodo del año anterior. El banco explica que esta variación se debe a la “intensa reducción de los márgenes” por los bajos tipos de interés, la supresión de las cláusulas suelo (por 47,1 millones de euros ) y la dotación de 52 millones de euros al Fondo Único de Resolución del Banco Central Europeo (BCE). El reto del banco, de hecho, es hacer unas provisiones de 4.700 millones de euros este año, razón por la que, como ya explicó en mayo cuando anunció su ampliación de capital por 2.500 millones de euros, durante este ejercicio presentará unas pérdidas de 2.000 millones de euros, cubiertas por la inyección de capital.
El objetivo es que el banco recupere su rentabilidad en 2018. El modelo operativo resultantes, tras su saneamiento, “estará focalizado en la eficiencia y la rentabilidad”, explica el banco.
El director general financiero de Popular, Francisco Sancha, explicó que la reducción de sus beneficios se debe a que “el negocio inmobiliario está detrayendo valor”. Para intentar descontaminar la actividad del negocio bancario, de la inmobiliaria, que representa algo menos del 20% del balance, el banco ha creado una nueva estructura que separa la gestión de la actividad y el negocio inmobiliario asociado. El nuevo consejero delegado, Pedro Larena, será el encargado de buscar a los dos responsables que se ocupen de ambas divisiones, que pretenden una desconsolidación del ladrillo del resto del negocio del banco.
El banco no quiso el viernes precisar los posibles ajustes de plantilla y cierre de oficinas que realizará como consecuencia de su nuevo plan de negocio y saneamiento. Solo avanzó que pretende ahorrar 175 millones de euros a partir de 2017, con una inversión de 375 millones, que implica una “optimización de gastos tanto de personal como generales”. Todo indica que el recorte de plantilla afectará a más de 2.000 empleados, de los 13.400 trabajadores que tiene.
Tampoco facilitó la rentabilidad que tiene la entidad, al considerar que no tiene sentido su publicación al haber presentado en el trimestre un beneficio 0.
A partir de ahora, el negocio principal de Popular englobará los negocios de pymes y autónomos, el negocio de consumo, el negocio de banca seguros, la actividad mayorista y el negocio de particulares, y estará separado del inmobiliario, que “no será un banco malo, puesto que tiene préstamos al corriente de pago”. “Consideramos que son negocios distintos, por eso los segregamos. La gestión separada va a traer grandes réditos. Eso es lo que se persigue, además de poner el foco en la desinversión”, declaró Sancha.
El negocio principal de la entidad, el bancario, suma unos activos totales medios de 128.151 millones de euros, que proporcionaron unos beneficios en el semestre de 577 millones, un 18,9% menos que el mismo periodo del año. El negocio inmobiliario, mientras, tiene unos activos totales de 28.321 millones, que generaron unas pérdidas entre enero a junio de 483 millones.
La entidad mantiene su plan de vender algunos de sus negocios o filiales, como lo venía haciendo desde hace tiempo. La última venta de una importante participación ha sido la anunciada el viernes, su financiera a Pepper, especializado en consumo con proyección nacional e internacional.
Durante este semestre el banco ha constituido provisiones de 634 millones de euros, un 22% menos que hace un año.
Su morosidad está por encima de la media del sector al superar el 12%.
“El banco ha asumido unos compromisos muy exigentes y estamos comprometidos con su consumación”, afirmó el director financiero, quien añadió que Popular “mantendrá el pulso y la intensidad” en el desarrollo de todas las acciones puestas en marcha hasta ahora para alcanzar sus objetivos.
Una destitución ¿para una nueva etapa?
Popular nombró el miércoles a un nuevo consejero delegado, Pedro Larena, que sustituye a Francisco Gómez, destituido por el consejo hace dos días. Larena provienen de Deutsche Bank (banco que está diseñando gran parte del plan de saneamiento de Popular), donde se incorporó en 2009 para dirigir sus negocios de banca de particulares en Europa. Antes había estado en Banesto. Francisco Gómez ha sido la cabeza de turco de lo que está ocurriendo en el banco que preside Ángel Ron, coinciden todas las fuentes consultadas. El director financiero de Popular, Francisco Sancha, indicó que el cambio de consejero delegado en la entidad no ha estado auspiciado por el Banco de España ni por el Banco Central Europeo (BCE), sino que ha sido una decisión interna y de los órganos de administración de la entidad. “No ha habido injerencia ni comunicación previa con las autoridades”, contestó.
Sancha considera que Ron cuenta con un “respaldo total” tras el “éxito” de la ampliación de capital por 2.505 millones de euros anunciada a finales de mayo y el impulso de un nuevo plan de negocio a 2018.
“El consejo de administración respalda la ampliación impulsada por el presidente, al igual que el plan de negocio”, señaló Sancha.
Esta es la primera vez que Popular recurre a un fichaje de fuera para el puesto de consejo delegado. Popular asegura que la prejubilación de Gómez se debe a que el banco ha abierto “una nueva etapa”.