Cambio inteligente de divisas
Cientos de empresas españolas están en estos momentos intentando digerir el impacto que su exposición a la libra esterlina está teniendo en sus cuentas tras el brexit. Y la inmensa mayoría de ellas se encuentran con que las opciones operativas que tienen para manejar este problema son realmente reducidas, por no decir dramáticamente nulas. Tras visitar a su banco de toda la vida comprueban, con cierta consternación, que este no es más que un simple intermediario, que compra, vende, cobra comisiones y mantiene durante no se sabe cuánto tiempo dentro de su sistema los pagos internacionales, por lo que siempre gana, y no parece muy dispuesto a hacer algo en su favor que le permita afrontar el problema en condiciones mínimamente óptimas.
La bancarización domina casi por completo el mercado de cambio de divisas en España, confortablemente instalado en una operativa muy poco proclive a cambiar y a ofrecer opciones en las que las necesidades de los clientes sean algo prioritario. Esto, en un momento de máxima internacionalización de nuestras empresas, se convierte en un factor de altísimo riesgo con impacto directo en el futuro de esa expansión exterior.
El cambio de divisas no tiene por qué suponer un coste constante, inamovible, sobre el que las empresas no tienen capacidad de maniobra alguna para intervenir a su favor. De ninguna manera es así. Hay opciones asequibles para actuar de forma proactiva y eludir la propuesta cerrada de la mera intermediación bancaria.
Comprar o vender divisas ahora o en unas horas puede suponer miles de euros o dólares en una transacción de tamaño medio. Conocer los factores que mueven el mercado de divisas puede ser decisivo a la hora de cerrar operaciones comerciales transnacionales. Son elementos que convierten el cambio de divisas en un factor estratégico clave en la gestión de negocio, que tiene que salir de la simple intermediación y entrar en el terreno de la inteligencia empresarial.
Por fortuna, hay conocimiento experto que puede ayudar a las empresas a manejar esa inteligencia en el cambio de divisas y convertir lo que hasta ahora era una carga en un elemento de competitividad. Acceder a ese conocimiento experto va a exigir cambios culturales importantes entre los directivos empresariales. Ellos van a tener que dar el primer paso para salir de la bancarización del sistema y acceder a ese universo de proactividad en la operativa con divisas. Hablamos de análisis de mercado, de atención personalizada para elegir el momento idóneo para la ejecución de cada operación, de poder alcanzar precios competitivos que tengan una repercusión inmediata en las empresas, de una operativa ininterrumpida, de compromiso con los objetivos de las empresas, de tener ojos y oídos en un mercado complejo y en el que se necesitan guías expertos.
Todo un conjunto de opciones, de operativas, de herramientas que tienen que incorporarse casi de inmediato a los modelos de gestión empresarial y convertirse en rutinarios. Si somos conscientes de que una gestión proactiva de todo lo relacionado con el cambio de divisas puede generar ahorros de hasta el 3% respecto a los viejos modelos, no hace falta insistir mucho en la necesidad de ese cambio de cultura. Con esos porcentajes nos situamos en unos niveles de optimización de las operaciones transnacionales que de ninguna manera pueden ser eludidos, pues determinan en muchas ocasiones el éxito o el fracaso.
No cabe duda, pues, de que estamos ante una optimización que refuerza el carácter estratégico que tiene que adquirir el manejo de divisas, que debe ser asumido al máximo nivel dentro de las corporaciones. Eso supone implicar a la alta dirección, que debe considerar el cambio de divisas de la misma manera que lo hace con las cuestiones comerciales, técnicas, industriales o financieras.
Las empresas tienen que empezar a descubrir ese más allá que hay tras la ventanilla de cambios de moneda de sus bancos tradicionales. Las entidades financieras, insisto en que confortablemente instaladas en una operativa en la que siempre ganan, empezarán a moverse y a ofrecer algo nuevo a sus clientes cuando estos se pongan a preguntar o, simplemente, empiecen a migrar de forma más o menos masiva hacia esos otros operadores proactivos capaces de incorporar un plus de inteligencia al cambio de divisas.
Elena Bernardo es Directora para España de Monex Europe