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Theresa May se reúne con Angela Merkel en Berlín

La cuenta atrás del ‘brexit’ arranca en Berlín

Reino Unido busca la complicidad de Alemania ante la atenta mirada de Bruselas La Comisión no quiere que un acuerdo entre Londres y Berlín condicione la negociación de la salida británica del club europeo

La nueva primera ministra británica, Theresa May (d), y el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, conversan durante su reunión en Downing Street en Londres, hoy, 19 de julio de 2016.
La nueva primera ministra británica, Theresa May (d), y el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, conversan durante su reunión en Downing Street en Londres, hoy, 19 de julio de 2016. EFE

"Brexit significa brexit", aseguró Theresa May horas antes de llegar a Downing Street. Y solo una semana después de tomar posesión como primera ministra del Reino Unido, May aterriza mañana en Berlín para empezar a dar forma a su compromiso de sacar al país de la Unión Europea tras la victoria del Leave en el referéndum del 23 de junio. España, uno de los socios potencialmente más afectados por el brexit, también prepara ya la agenda de encuentros para empezar a perfilar una nueva relación bilateral de la que dependen grandes intereses comerciales y económicos y el día a día de los miles de británicos y españoles que residen en “campo contrario”.

El encuentro de la primera ministra británica con la canciller alemana, Angela Merkel, marcará el pistoletazo de salida para un acuerdo de divorcio que se prevé complicadísimo, tanto desde el punto de vista jurídico, como político y geoestratégico. España también quiere estar en la primera fila, como uno de los socios con mayor relación comercial con Reino Unido y uno de los potencialmente más afectados por el brexit.

Las negociaciones oficiales no comenzarán hasta 2017. Pero los contactos previos como el de mañana aspiran a sentar las bases de una separación que pasa inevitablemente por un largo período de convivencia. El jueves May visitará también París para una reunión similar con el presidente francés, François Hollande.

Los primeros movimientos de May están claramente calculados. La mandataria británica ha elegido la capital alemana como el primer destino de su agenda internacional. Una visita cargada de simbolismo que no ha pasado desapercibida en el resto de capitales europeas, muy en particular en Bruselas. “Los británicos”, comentan fuentes diplomáticas, “quieren dejar claro que su principal interlocutor está en Alemania y que las negociaciones Londres-Berlín marcarán el paso al resto”. May sigue así la estrategia de su fracasado predecesor.

David Cameron también buscó la complicidad de Merkel para arrancar un acuerdo sobre restricciones a los derechos de los trabajadores comunitarios que le ayudara a defender la opción del Remain (quedarse) en el referéndum. El resto de socios europeos aceptó a regañadientes un pacto que suponía la discriminación (durante un plazo de hasta cuatro años) de los ciudadanos que decidiesen trasladarse a trabajar en Reino Unido. Una concesión que no impidió la derrota de Cameron y su abrupta salida del Downing Street.

Fuentes europeas advierten que May corre el mismo riesgo. “Nadie niega que Berlín es la capital más importante en estos momentos, pero de ahí a pensar que el resto se va a tragar lo que salga de un acuerdo entre Reino Unido y Alemania hay una distancia”, advierten fuentes diplomáticas.

En principio, Berlín se mantiene fiel a la estrategia pactada por los socios de la UE el pasado 29 de junio, en la primera cumbre europea sin presencia de Reino Unido. Los 27 miembros restantes se han comprometido a no comenzar las negociaciones mientras Londres no solicite oficialmente la salida del club en base al artículo 50 del Tratado de la UE, que fija un plazo de dos años (prorrogable por unanimidad) para consumar el “divorcio”.

Los socios más duros con Londres, como Francia, consideran que la cuenta atrás de dos años les da una poderosa baza negociadora. Pero May ha dejado claro que, al menos de momento, no va a poner en marcha el reloj. Y Merkel, por ahora, acepta la pausa.

Fuentes europeas admiten que la vigencia del acuerdo para no negociar es muy frágil y que difícilmente se respetará a rajatabla. A ninguna de las dos partes le interesa entrar en el proceso a ciegas y sin tener más o menos claro cuándo y dónde puede desembocar. España, como otros socios, afronta la situación con pragmatismo y se dispone a abrir contactos con la nueva administración británica para preparar las consecuencias del brexit.

El ministro español de Exteriores en funciones, José Manuel García Margallo, reconoció el lunes en Bruselas que algunos asuntos bilaterales, como el futuro de Gibraltar o la cobertura sanitaria de los 15 millones de turistas británicos anuales que visitan España, requieren preparativos inaplazables. “Prever estas cosas me parece una actitud prudente”, justificó Margallo durante sus primeros contactos con su nuevo homólogo británico, Boris Johnson.

Margallo espera cerrar este mismo mes su primera cita oficial con Johnson en Londres, un encuentro que según el ministro español no contradice el acuerdo de “no negociación sin notificación”. “Una cosa es hablar y otra es negociar”, asegura Margallo, “aunque entiendo que la diferencia puede ser sutil”. Merkel y May también se limitarán mañana a hablar del brexit en Berlín. Una foto que para los menos sutiles marca el inicio de la negociación.

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