Mario Suárez: “Antes de comprar una obra de arte hay que verla dos veces”
Atesora 70 piezas e invierte un máximo de 3.000 euros en cada una de ellas
A los 16 años se compró una serigrafía de Chillida, que le costó 25.000 pesetas (150 euros). “En mi familia no lo entendían, que prefiriera comprar arte a cualquier otra cosa”, explica Mario Suárez. Madrileño, de 38 años, compagina su trabajo como comisario, gestor cultural y periodista, con la gestión de la plataforma de arte Gunter Gallery, de la que es socio. Considera que el coleccionismo está relacionado con dos factores: con el presupuesto del que se disponga y con el criterio con el que se quiera crear una colección, ya que “tiene que tener sentido”.
Suárez comenzó comprando obra gráfica de artistas españoles de los años 60 a 80, “me gusta comprar arte de mis contemporáneos, y casi todo español”. Una de sus últimas adquisiciones, advierte que ha invertido porque está seguro que se va a revalorizar, ha sido una obra del ilustrador madrileño Simmon Said. “No compro nunca para venderlo, me cuesta desprenderme de las piezas que compro porque todas tienen un gran valor sentimental”. Para vender, reconoce que ya tiene la galería online, con la que pretende acercar el arte a los jóvenes y demostrar que es una mercancía que se puede despachar vía online. “Existe una generación de coleccionistas que buscamos nuevos formatos, no compramos en ferias, a mí me gusta hacerlo teniendo trato directo con la galería o con el artista”, explica. Su próxima adquisición, tal vez, surja en Art Marbella, del 28 de julio al 3 de agosto, “sé la pieza que quiero, es una del artista Carlos Nicanor, y estoy en negociaciones”.
Mario Suárez suele comprar alrededor de seis obras de arte al año, para las que dispone de un precio máximo, “nunca paso de los 3.000 euros por pieza”. Esta es una cifra muy habitual entre los coleccionistas de su generación, asegura. “Cantidades más elevadas ya corresponden a grandes coleccionistas”, reconoce.
Y aconseja a todo aquel que desee iniciarse en el mundo del arte, comenzar por hablar con galeristas, observar, entender al artista, “es muy importante que emocione y sobre todo desear tener la obra en casa”. Otro detalle que aconseja tener en cuenta es prestar atención al tamaño, es importante contar con el espacio adecuado para exhibirla. “Antes de comprar una obra hay que ir a verla dos veces, la primera vez engaña y más si es un día de inauguración”, explica Suárez. “Se empieza comprando obra gráfica y acabas con originales, es una afición que engancha, se trata de educar el ojo, porque el arte es infinito, nunca se acaba”.
Todas las obras las tiene repartidas por su casa, no hay rincón en el que no haya encajado alguna pieza. Necesita sentirlas cerca. Puro placer. En el recibidor, un letrero de Fernando Sánchez Castillo, con la frase Nada por las patrias, da la bienvenida. En la misma pared destaca el color rosa fresa de los helados, en distintos estados, de Gemma Ruperez, “están hechos con goma de borrar, y me encantan por las volumetrías”.
Tiene obras de Luis Gordillo, de Javier Fresneda, de José María Iturralde, de David Rodríguez Caballero, uno de los artistas más jóvenes con los que trabaja la galería Marlborough;de la fotógrafa alicantina Cristina de Middel, muy cotizada en el mercado anglosajón, “y que utiliza un espejo en la cámara para conseguir brillos”;dos paisajes de Euskadi, de Ibarrola, cuya serie completa se exhibe en el Museo Reina Sofía de Madrid... En total acumula unas 70 obras de arte, algunas de ellas, por falta de espacio, lucen ya en los salones de la familia. “Es una manera de compartir lo que te gusta”.