El fallo sobre las islas es un revés para China y no solo legal
Pekín se niega a reconocer la jurisdicción del tribunal que ha dado la razón a Filipinas en el litigio que mantienen sobre el Mar del Sur. Todo apunta a que los choques continuarán.
Ayer un tribunal se puso de parte de Filipinas en la disputa sobre aguas de importancia estratégica que mantenía con China Al negarse a reconocer la jurisdicción de la corte, la República Popular hace dudar sobre su respeto a otras normas internacionales. La decisión de la Corte Permanente de Arbitraje (CPA) de La Haya tras más de tres años de proceso legal se convierte en referencia porque es el primer caso de este tipo. Pero no sirve de mucho para cambiar el equilibrio inmediato de poder dentro de la llamada línea de los nueve trazos –la demarcación que Pekín utiliza para hacer valer su pretensión sobre el océano–. China boicoteó la causa desde el principio, y parece poco probable que deje de construir islas artificiales, extraer petróleo y ahuyentar a los barcos de pesca de Filipinas.
A corto plazo, el fallo podría aumentar las tensiones alentando a países como Vietnam a presionar por sus reivindicaciones. También puede llevar a Estados Unidos a desempeñar un papel aún más visible en la zona, que incluye importantes rutas de navegación. Sin embargo, estas tensiones no son nuevas. Salvo una gran conflagración, las consecuencias económicas serán limitadas. Ninguno de los vecinos pequeños de China puede permitirse el lujo de correr el riesgo de llevar a cabo un desafío más directo.
La principal cuestión se centra en la actitud de China hacia otras instituciones internacionales. Su postura socava los esfuerzos para proyectar un poder más suave. Pekín ha inyectado miles de millones de dólares en instituciones como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. La actitud agresiva con sus vecinos en el Mar del Sur de China podría anular los resultados que ha obtenido en otras áreas.