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Ciencia

La Fundación Botín apuesta por el arte y las ‘biotec’

Ha impulsado siete ‘startups’ científicas. El Centro Botín, su gran apuesta cultural, está construido al 80%.

El presidente de la Fundación Botín, Javier Botín, posa hoy junto a su equipo directivo momentos antes de la presentación de la memoria de actividad de la entidad en 2015.
El presidente de la Fundación Botín, Javier Botín, posa hoy junto a su equipo directivo momentos antes de la presentación de la memoria de actividad de la entidad en 2015.Román G. Aguilera (EFE)
Manuel G. Pascual

Corren tiempos de intensa actividad en la Fundación Botín. El Centro Botín de Santander, su gran apuesta de los últimos años y con la que se pretende conseguir un efecto dinamizador similar al que tuvo el Guggenheim en Bilbao, está cerca de convertirse en una realidad. Se ha completado más del 80% de las obras, pero su fecha de apertura sigue siendo un misterio. “Reconozco que en su momento pecamos de ambiciosos al situar 2014 como su año de inauguración”, ha apuntado hoy Javier Botín, presidente de la fundación, durante la presentación de su memoria anual. La prudencia aconseja ahora, dice, no hablar de fechas.

Pero la construcción del Centro Botín, que solo en 2015 consumió 19 de los 34,8 millones de euros de presupuesto de la fundación, no es el único de los programas que la institución vinculada a la familia fundadora de Banco Santander ha iniciado. De entre los muchos proyectos en los que trabaja la fundación destaca, por su contribución al tejido empresarial y científico español, el papel que ha asumido como aceleradora de startups biotecnológicas.

Hasta la fecha ha puesto en marcha siete compañías con una alta capacidad innovadora, que suman unos 1.500 empleos directos e indirectos de alta cualificación (doctores y doctorandos). Cada año se incorporan tres nuevos proyectos al programa, que reciben una inversión semilla de 500.000 euros en dos años. El capital lo inyecta la propia fundación junto con cinco inversores privados, nacionales e internacionales. Aunque permanecen en el anonimato, fuentes de la Fundación Botín confirman que la idea de invitar a posibles inversores surgió del interés mostrado por terceras personas en colocar su dinero en actividades rentables y que a la vez tuvieran un fuerte impacto social. En esa categoría entrarían desde grandes patrimonios hasta sociedades privadas.

Panorámica del Centro Botín, aún en construcción, situado en Santander (Cantabria).
Panorámica del Centro Botín, aún en construcción, situado en Santander (Cantabria).

La joya de la corona del programa Mind the Gap de apoyo a la biotecnología es Life Length, la empresa encabezada por María Blasco, a la sazón directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Esta spin-off se dedica a la medición de telómeros, unas estructuras cromosómicas cuya longitud es un indicador del envejecimiento celular. Se ha convertido este mes en el único laboratorio europeo certificado para hacer test en humanos. La Fundación Botín ha invertido ya en ella 600.000 euros, contribuyendo a la contratación de 20 científicos, a los que se suman otros 750 empleos indirectos.

Este año se han incorporado tres nuevas empresas al programa. La primera de ellas fue Lentimad, desarrollada en colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela, que ha creado unas lentillas con un material nuevo capaz de almacenar y liberar fármacos (desde colirio a otros dirigidos al glaucoma). Una tecnología 100% española que ya está despertando el interés de varios inversores. Otra de las novedades es Senolitic Farma, creada con la Universidad Politècnica de València y el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. En este caso, la firma ha creado un sistema de nanosferas diseñado para atacar a células cancerígenas. Uno de los mayores laboratorios farmacéuticos del mundo ya está en conversaciones con ella para explorar vías de colaboración.

Por último, Colostage ha diseñado un panel genético capaz de diagnosticar tratamientos más adecuados para el cáncer de colon a través de muestras sanguíneas. En este caso, ha recibido 500.000 euros de la fundación y 1,5 millones del IRB de Barcelona.

Educación e inteligencia emocional

El arte y la aceleración de empresas de base científica son dos de las principales ramas de actividad de la Fundación Botín, pero no las únicas. Otro de los proyectos más interesantes en los que trabajan es el programa Educación Responsable, dirigido a promover el conocimiento y desarrollo de la inteligencia emocional en 200 centros escolares de siete comunidades autónomas.

“Son más de 100.000 alumnos de toda España los que se benefician de él gracias a la participación de más de 12.000 docentes”, puntualizó Javier Botín. Considerada hoy en día por pedagogos y neurocientíficos una de las áreas más importantes para el desarrollo de los estudiantes, la inteligencia emocional y su estimulación no están del todo integradas en el sistema educativo. De ahí que la fundación dedique recursos a promover su importancia entre los profesores, formándoles a través de talleres y cursos para que puedan transmitir luego a los estudiantes. “El programa mejora de manera estable las habilidades sociales, emocionales y creativas de los estudiantes, aseguró Botín.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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