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Y los indecisos decidieron: romper el "status quo".

Finalmente, y en contra de los que parecía anunciarse al cierre de los colegios electorales ayer noche, el Reino Unido ha decidido salirse de la UE. El resultado del referéndum daba una victoria a esa opción ("Brexit") por un 51,9% frente a la opción contraria ("Bremain") que se situaba en un escaso 48,1%. La diferencia en votos de ambas opciones es de algo más de un millón. Demasiado para ser ignorada. La participación alcanzaba el 72% por encima de las últimas elecciones presidenciales de 2015 (66,4%), aunque lejos de los ratios alcanzados en la consulta sobre la independencia en Escocia del 2014 (84,6%).

La reacción de los mercados no se hizo esperar. Nada más conocerse la noticia, la libra esterlina se depreciaba abruptamente (algo más del 8,0% frente al USD) hasta los 1,37 GBP/USD (1,40 en vísperas de la noticia) mientras que con el euro la caída era menor (el EUR también se depreció contra el USD) ya que fue de "apenas" un 6,0% cruzándose operaciones actualmente en 0,8100 EUR/GBP.

Hay que tener en cuenta que las encuestas que se manejaban en la mañana de ayer, de las cuales se desprendía un fuerte apreciación de la libra esterlina y los mercados bursátiles, hicieron más vulnerable a ambos al resultado de finalmente se conocía esta madrugada. En parte esta reacción es fruto del "triunfalismo" (o espejismos) que corría ayer y que descontaba un Reino Unido que se mantendría dentro de la UE.

Una vez roto el "status quo", el Reino Unido se enfrenta a una serie de incertidumbres que van atener lugar en los próximos 2-3 años. Primero porque habrá de negociar los términos en los que "liquidará" su relación actual con la UE. Pero no quedan ahí las cosas. La fuerte disparidad regional del voto (no hablemos ya de la generacional) abre una brecha dentro de las fronteras del país. Irlanda del Norte o Escocia han optado mayoritariamente en el referéndum de ayer por la permanencia. Esta última ha tenido recientemente un referéndum para la independencia que se perdió precisamente por que de lograrla, el Reino Unido obstaculizaría su entrada en la UE. Resultaría curioso que precisamente el referéndum de ayer los avocara a una salida de la UE, habiendo ellos renunciado a su deseo de independencia precisamente para salvaguardar su permanencia en la misma.

En la UE la onda expansiva de la explosión de ayer puede dar lugar a posibles movimientos secesionistas dado que el germen de todo ello es el populismo (disfrazado de nacionalismo) que se extiende sin cesar.Lo de ayer no es más que gasolina para ellos. Los primeros en reaccionar han sido los holandeses (lógico dada la cercanía geográfica y cultural con el Reino Unido) cuya extrema derecha plantea realizar también un referéndum sobre este mismo asunto. Políticamente es un golpe fuerte para el proyecto europeo. En lo económico es probable que limite el crecimiento para el próximo año, aunque en bastante menor medida que en UK.

Pero las repercusiones no acaban ahí. Como decíamos ayer, en caso de victoria ayer del "status quo" ("Remain") la Reserva Federal se vería obligada a romper el "status quo" de lo que hemos llamado repetidamente el típico "Si, pero no". Ha ganado lo contrario: la ruptura del "status quo" británico. La Reserva Federal puede mantener si típico "Si, pero no" y todo el mundo lo entenderá (incluso aplaudirá).

A corto plazo todo esto puede seguir funcionando, pero ocurre con un ya muy débil estado de la economía a nivel global. Los bancos centrales velarán porque los efectos sean limitados, pero las herramientas monetarias son ya de por sí, muy escasas, y cada vez menos afectivas.

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