Los notarios buscan romper con una imagen antigua y seria
El proyecto ‘Notario por un día’ pone en contacto a profesionales y estudiantes Aunque es un trabajo antiguo, se ha modernizado
Hay varias profesiones condenadas a arrastrar estereotipos y prejuicios muy complicados de borrar. Estos no siempre causan una mala imagen de una labor concreta, pero a veces sí que acarrean un desconocimiento que, de forma indirecta, no termina de venir bien a un colectivo de profesionales.
Una de estas labores es la notaría, a la que muchas veces se asocia con un despacho oscuro lleno de papeles y un señor serio vestido de negro. “Quizá sea porque no hemos sabido transmitir bien nuestra verdadera imagen, la de funcionarios públicos que se encargan de que los documentos sean válidos y todo el mundo tenga que respetarlos”, explica el presidente del Consejo General del Notariado, José Manuel García. Por esa razón, y con el objetivo de abrirse a la sociedad para aportar conocimiento, “y que también esta nos lo dé a nosotros”, recalca García, el Consejo ha puesto en marcha el proyecto Notario por un día, un plan para acercar la profesión del notario al sector de la sociedad que quizá más desconocimiento tenga de esta labor: los jóvenes. “Una de las partes que más nos interesa es que nos conozcan, para quitar todos los prejuicios que pesan sobre nosotros y también para despertar la vocación hacia el notariado en los jóvenes”, indica el presidente.
De esta forma, y aunque el proyecto está en fase piloto, desde el Consejo General del Notariado persiguen que al menos un estudiante de primero o segundo de bachillerato de cada comunidad autónoma viva la experiencia de acompañar a uno de estos profesionales durante una jornada.
En Madrid, la encargada de abanderar este proyecto fue la notaria Lucía Serrano, quien acogió en sus oficinas de la calle Zurbarán a Ruth Sacristán, estudiante de 17 años de segundo de bachillerato en el colegio concertado La Inmaculada Marillac. Y las sospechas se confirmaron, hay una gran cantidad de labores y puntos que se desconocen de la profesión del notariado. “Yo, por ejemplo, sabía que los notarios son funcionarios públicos, pero desconocía que tenían que superar una oposición”, relata Sacristán. Este es uno de los asuntos que trataron las, por un día, pupila y maestra. “Como hay libre elección de notario y cada particular puede dirigirse al profesional que quiera, parece que no somos funcionarios públicos. Y no solo lo somos, sino que nuestras tareas están totalmente reguladas, desde cómo trabajamos hasta la forma en la que tenemos que conservar y guardar los documentos”, señala Serrano.
Precisamente este último fue uno de los puntos que más curiosidad despertó en la estudiante. “Me ha sorprendido que los documentos tengan que quedar archivados en los tomos y guardados durante 25 años antes de tener que ser enviados al archivo”, apunta Sacristán. Son detalles, añade Serrano, que poca gente conoce, no solo los más jóvenes. “Los documentos no son propiedad del notario, por lo que, aunque estén bajo su custodia, tiene que dárselos a otro profesional si, por ejemplo, decide jubilarse y dejar de ejercer”. Por eso, compartiendo una mañana con varios estudiantes, también se consigue que estos luego cuenten estos datos curiosos a sus familias, vecinos y amigos. “Es una forma de crear redes y hacer llegar la profesión a mucha más gente”, prosigue José Manuel García.
Pero el proyecto no se queda solo en eso. Desde el Consejo General del Notariado inciden en que esto no es una simple clase teórica que un profesional le da a un estudiante acerca de su trabajo. También hay una parte práctica, en la que los alumnos acompañan al notario durante todas las labores que llevan a cabo. “Y es aquí donde realmente se ve nuestra función. Porque los estudiantes nos ven en nuestro hábitat y se dan cuenta de que la notaría es un espacio que está vivo, en constante movimiento” explica Serrano.
Así, durante el rato que Sacristán y Serrano estuvieron juntas en el despacho pasaron por allí una pareja que quería firmar una separación de bienes antes de casarse, un padre que necesitaba testimoniar el título de la carrera de medicina que había terminado su hijo y un hombre que quería formalizar su testamento. “Es el día a día del notario, firmar copias de documentos, resolver consultas, autorizar escrituras...”, recalca Serrano, quien ve en este proyecto una iniciativa muy bonita y necesaria para cambiar la percepción que se tiene de su profesión.
Hasta la fecha, la experiencia del proyecto es muy positiva, “todos los estudiantes que han participado nos han comentado que antes de entrar en las respectivas oficinas pensaban que el notario era un señor que se dedicaba a firmar documentos, y han descubierto que realmente hacemos mucho más”, alega García. Y de estos estudiantes, al menos una, Ruth Sacristán, ha sentido curiosidad por este trabajo. “Yo siempre he querido estudiar Derecho, y vine aquí casi sin saber en qué consistía la notaría. Ahora, al menos, ya me planteo orientar hacia ella mis estudios”.
Mucho más que papel y pluma
Probablemente, en el imaginario colectivo se asocie la notaría con una enorme pila de papeles y documentos sobre la mesa. El programa Notario por un día también busca acabar con ese estereotipo que, en parte, condena a la profesión a una imagen arcaica y antigua.
Y esto no sería tan importante si no fuera porque el Consejo General del Notariado cuenta con la red tecnológica más grande de España. “Somos el colectivo del funcionariado más digitalizado del país, con una infraestructura mayor que otros organismos muy potentes, como puede ser la Agencia Tributaria”, comenta José Manuel García, presidente del Consejo.
De este detalle también presumió en su despacho la notaria Lucía Serrano. “La ley orgánica del notariado se aprobó en el año 1862 y, aunque haya pasado tanto tiempo y sigamos haciendo algunas cosas igual, como el encuadernamiento de los tomos, también nos hemos modernizado muchísimo”, analiza Serrano, quien recalca que cada profesional tiene su despacho conectado directamente con todos los archivos competentes, para facilitar y hacer mucho más eficaz el intercambio de documentos.
Con esto, el Consejo también quiere demostrar que la profesión es cada día más joven. “El 44% de los 2.800 notarios españoles tiene menos de 50 años”, afirma García.