Vuelve la deuda (casi) perpetua
Los Tesoros de los países aprovechan los tipos de interés históricamente bajos para financiarse a plazos de hasta cien años
La deuda perpetua es la herramienta utilizada tradicionalmente por los Tesoros para financiar las guerras. Las emisiones de esta naturaleza fueron muy comunes hace justo un siglo, cuando arrancó la Gran Guerra que asoló Europa en 1914 y 1918, puesto que ni los aparatos tributarios de los Estados ni los niveles de presión fiscal soportaban la financiación de las campañas bélicas. No obstante, la primera emisión de bonos perpetuos registrada, a cargo del Tesoro de Reino Unido, data de 1720 y se puso en circulación para rescatar la Compañía de los Mares del Sur en una de las primeras crisis financieras de las que se tiene registro.
Ahora, en tiempos de paz, aprovechando la anomalía histórica de los tipos en el cero por ciento, varios países europeos están emitiendo a plazos cada vez más largos para estabilizar la factura financiera de sus Tesoros. Las emisiones oscilan de los 50 a los cien años, que aunque no son técnicamente perpétuas, en la práctica, son homologables. España, entre otros países, han visto una oportunidad en tales emisiones de deuda a plazos extremos, que podrían ser acortados a conveniencia de los emisores con amortizaciones anticipadas. Lo que consiguen los Tesoros alargando la vida de la deuda es financiarse durante periodos muy largos, superiores incluso a 50 años, a intereses anormalmente baratos. “Los emisores tanto públicos como privados aprovechan el entorno de tipos tan bajos para relanzar los vencimientos a los plazos más amplios posibles”, apunta Marian Fernández, analista de Andbank.
Irlanda y Bélgica colocaron recientemente bonos centenarios por importe de 100 millones de euros a una tasa inferior al 2,4%. Francia apenas pagará un 1,75% anual por su deuda durante el próximo medio siglo, cuando en una emisión a 50 años en 2010 el interés fue del 4%. Y España ha logrado en mayo financiación al 3,49% por una referencia hasta 2066. Ya en 2014 probó suerte y captó 1.000 millones con un cupón del 4%. Pero esta vez, el Tesoro español puso en el mercado 3.000 millones de euros a un tipo más bajo y con una gran acogida por parte de los inversores, dado que la demanda superó en más de tres veces el importe ofertado.
Desde que los Tesoros de los Estados europeos se lanzaran a la financiación a plazos extralargos, tendencia que Austria inauguró en 2012 con un bono a medio siglo, se han captado más de 16.400 millones, solo en Europa. No obstante, ha sido este año cuando la financiación a 50 años vista e incluso a un siglo de duración ha cobrado mayor protagonismo. Fuera del Viejo Continente, México se convirtió en la primavera de 2015 en el primer emisor de deuda soberana en euros con vencimiento a un siglo, con un interés del 4%. En 2010 y 2014 ya realizó sendas colocaciones a 100 años, pero en dólares y en libras, respectivamente.
España y Francia han emitido bonos a 50 años, mientras que Irlanda o Bélgica lo han hecho a cien
Estas operaciones emulan lo que en su día fueron las emisiones perpetuas de deuda (sin fecha de vencimiento fijada), utilizadas históricamente para financiar las guerras y hacer frente a los gastos extraordinarios derivados de las empresas militares. La última vez que España recurrió a esa fórmula fue en 1930. En ese año, la Corona española, bajo el reinado de Alfonso XIII, lanzó deuda perpetua al 4% (ver ilustración). Posteriormente, en la década de los 90, con José María Aznar como presidente, el Ejecutivo se encargó de amortizar este papel que pagaba un interés muy por encima del mercado. Asimismo, en 2015, Reino Unido devolvió parte de los conocidos como ‘war bons’ (bonos de guerra) con los que financió la Primera Guerra Mundial, entre otros conflictos.
Pero las razones del auge de las emisiones a plazos ultralargos en la actualidad distan mucho de las del pasado. Hoy día, es la acción del Banco Central Europeo (BCE) y su política monetaria ultralaxa lo que ha motivado la preferencia por la deuda a plazos más largos. Las medidas expansivas adoptadas por Mario Draghi para alejar el fantasma de la deflación y afianzar la recuperación en la eurozona se han traducido en una caída de las rentabilidades de la deuda, que en los plazos más cortos cotizan incluso en negativo. “Los tipos están anormalmente bajos debido a una situación excepcional por la política tan laxa del BCE”, explica Albert Enguix, gestor de GVC Gaesco Gestión.
A comienzos de 2015, el presidente del BCE anunció la puesta en marcha del programa de compra de deuda pública. En apenas dos meses, los tipos de interés de la deuda de los Estados de la zona euro cayeron a mínimos históricos y muchos analistas empezaron a afirmar que el mercado de bonos vivía una burbuja. Meses después, la aparición de nuevos elementos desestabilizadores llevaron a los bonos a vivir una corrección. Pero esta situación duró poco, pues a finales de año, el banquero italiano amplió la duración del Quantative Easing hasta marzo de 2017, incluyendo la deuda regional. Ante la incapacidad de que el IPC recuperase tono, tres meses después, en marzo de este año, Draghi anunció que a partir de junio comenzaría a comprar bonos corporativos. Así, y tras un inicio de año de escasez en el mercado de capitales, las empresas y algunos gobiernos se han lanzado al mercado a la búsqueda de financiación barata a plazos largos, gracias al BCE.
“A nivel global, los Tesoros está aprovechando la coyuntura favorable para emitir a plazos cada vez superiores. Por una parte, los tipos interés están situados en niveles mínimos históricos y colocando bonos ultralargos se aseguran un coste de emisión muy reducido para un plazo muy elevado. De esta forma reducen el riesgo de refinanciación”, indica Cristina Martínez, gestora de Ibercaja Gestión.
En la misma línea, el analista de XTB, Rodrigo García, opina que “el momento actual de tipos de interés bajos por un tiempo prolongado es una época propicia para realizar este tipo de emisiones”. Además, los emisores no quieren dejar pasar la ocasión antes de que el posible brexit (salia del Reino Unidos de la Unión Europea) haga tambalear los mercados. García advierte, no obstante, que “nunca es una buena noticia que haya que financiarse para acometer gastos”. A su juicio, “los Gobiernos deberían preocuparse más por no tener que emitir deuda que por emitir en unas condiciones u otras”.
- Gran demanda
Con todo, la realidad es que los bonos a muy largo plazo no solo están resultado atractivos para los Estados, sino también para los inversores, que buscan una rentabilidad que ya no dan la deuda a corto plazo ni los depósitos.
Cristina Martínez, de Ibercaja Gestión, explica que el interés de los inversores hacia este tipo de deuda se debe a “la falta de rentabilidad en el mercado y la escasa expectativa de repunte significativo a medio plazo, de manera que los inversores están dispuestos a asumir un mayor riesgo de duración”. Añade que si lo que un inversor pretende es sacar partido a su dinero, deberá refugiarse en plazos superiores a los 30 años”.
Gonzalo Ramírez Celaya, director de renta fija y estructurados de Tressis, considera además que “en el mercado hay poco papel y cualquier emisión de este tipo va a tener mucha demanda”. De hecho, las últimas colocaciones están teniendo un gran éxito, como demuestra por ejemplo la sobredemanda de la última emisión sindicada del Tesoro español a 50 años, que superó los 10.400 millones, pagando solo 250 puntos básico por encima de mid swap. Impera la búsqueda de rentabilidad. En definitiva, como afirma Rodrigo García, de XTB, “una inversión que renta un 3% al año durante los próximos 50 años no está mal para los tiempos que corren”.
Pero el atractivo de estos bonos no solo se refleja en el tipo de interés de las emisiones, sino que tiene su réplica en el mercado secundario, donde cotizan con unos precios muy por encima del 100%. Y en algunos casos como el de la emisión belga a cien años, a la austríaca o suiza a 50, superan el 150%.
Sin embargo, los expertos coinciden en que hay que sopesar los riesgos. Albert Enguix, de GVCGaescoGestión, advierte de que hay que “ir con cuidado porque si hay cambios en la política monetaria, bajarán los precios, y mantener estos bonos tanto tiempo obligaría a refinanciarlos a precios más bajos. Hay que ser conscientes de que el Banco Central Europeo está sosteniendo los precios”. Y Ramírez Celaya, de Tressis, considera fundamental comprar este tipo de bonos “atendiendo a variables como el déficit, el paro o la deuda”.
Los expertos también están de acuerdo en que las emisiones utralargas tienen más sentido para los inversores institucionales o carteras de aseguradoras para estabilizar las caretras y la rentabilidad a ofrecer a los partícipes. De hecho, el 38,3% de la emisión del Tesoro español del 11 de mayo pasó a manos de gestores de fondos y el 30,5%, compañías aseguradoras y fondos de pensiones, como resaltan desde Ibercaja Gestión. “Para los fondos de pensiones y aseguradoras con dificultades para conseguir sus objetivos de rentabilidad, la deuda a largo plazo es un instrumento cada vez más popular”, resalta Cristina Martínez. Es por eso que Marian Fernández, de Andbank, desaconseja a los minoristas estas operaciones. Y para ellos recomienda duraciones más cortas.
Las emisiones tan largas tienen sentido para los fondos, y en el secundario disparan su precio
Si habrá más emisiones de referencias a plazos ultralargos en los próximos meses está por ver. En el caso de España, el analista de XTB explica que “dependerá de las necesidades de financiación y también del Gobierno que haya”. Por lo pronto, Italia estaría sondeando el mercado para emitir también a 50 años.
Bastien Drut, estratega y analista económico de Amundi, considera que “debemos tener cuidado al interpretar los datos sobre el mercado primario. Con frecuencia los gobiernos emiten a largos vencimientos durante los primeros meses del año”. Matiza que “el vencimiento medio de los bonos soberanos emitidos por los cuatro países más grandes de la eurozona a 12 meses realmente no ha subido, aunque sí la media para otros países de la zona euro”.
Las empresas ya emiten bonos corporativos a una década
Las emisiones de deuda a plazos largos no es algo que se haya reservado única y exclusivamente a los Estados. Las empresas tampoco han querido quedarse atrás y, aunque los vencimientos son mucho más cortos, es posible encontrar una amplia gama de compañías que han recurrido al mercado de deuda para obtener financiación a precios muy bajos.
Aunque en los primeros meses del año ya algunas empresas probaron suerte, especialmente las compañías americanas y estadounidenses, fue a partir de marzo cuando la tendencia se aceleró en el Viejo Continente. En total, en lo que va de 2016, las firmas han captado 52.300 millones en bonos con vencimiento desde los nueve a los 20 años, de acuerdo a la información proporcionada por Société Générale.
“Con este tipo de emisiones, las compañías consiguen ampliar los vencimientos medios y contar con una estructura de financiación claramente más cómoda”, asegura Marian Fernández, analista de Andbank, que señala que hasta abril las emisiones corporativas rondaban de media los siete años y ahora buena parte de ellas se están yendo a plazos superiores.
Dentro de este grupo es posible encontrar empresas españolas. La encargada de abrir fuego fue Telefónica que el 13 de abril colocó 1.350 millones a diez años con un cupón de anual del 1,46%. A ella le siguieron Red Eléctrica, Gas Natural, Iberdrola, Enagás, Abertis y la semana pasada Viesgo.Los plazos de vencimiento de estas operaciones son la década, a excepción de Enagás que vendió bonos a 12 años.
Como ocurre con la deuda soberana, estas colocaciones también han contado con el favor de la demanda. “No solo hay una alta demanda de bonos soberanos, sino también de los corporativos de empresas solventes. Salen a financiarse aunque no les haga falta porque van a encontrar demanda. El mercado necesita mucho papel porque hay iliquidez”, afirma Gonzálo Ramírez Celaya, director de renta fija y estructurados de Tressis.Los cupones reportados oscilan entre en 0,87% de la emisión de 600 millones de Airbus el 9 de mayo, hasta el 3,62% que da Telecom Italia. Es decir, a pesar de los elevados vencimientos, las rentabilidades pagadas se sitúan a años luz de épocas pasadas, pero superan lo reportado por los depósitos y cuentas ahora que el precio del dinero en la eurozona se sitúa en el 0%, su mínimo histórico.