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El Eurogrupo roza el ridículo

El rescate de Grecia ha pasado por muchas fases. Desde el abismo (2010) a la aparente calma (2013) y la ruptura y reconciliación (2015). Hoy, tras seis años de continuo fracaso, el Eurogrupo celebra otra reunión extraordinaria en Bruselas en una situación que roza ya el ridículo.

En una Europa en grave proceso de descomposición, los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro (Eurogrupo) siguen dedicados en cuerpo y alma a los irresolubles problemas de deuda de un país que supone el 2% del PIB de la Unión y en el que viven poco más de 11 millones de personas. Es como si el Gobierno español llevara seis años dedicado casi en exclusiva a debatir las cuentas de una capital de provincia de menos de un millón de habitantes.

El escenario ha cambiado mucho desde que en mayo de 2010 se puso en marcha el rescate de Grecia. La Comisión, el Eurogrupo y el BCE cambiaron de presidentes. El director-gerente del FMI dimitió acusado de violación. En Atenas se han sucedido hasta cuatro primeros ministros y muchos más ministros de Economía. En el Eurogrupo no hay casi ningún superviviente de aquel primer rescate que se cifró en poco más de 30.000 millones de euros y ya ha multiplicado por 10 esa cantidad.

Sólo dos elementos permanecen. Wolfgang Schäuble al frente del ministerio alemán de Finanzas. Y el empecinamiento de Berlín, y sus títeres bruselenses, en asegurar que el problema griego de la deuda se puede resolver a base de reformas y recortes.

Para mantener esa ficción se manipulan los datos y se asegura que el gobierno de Tsipras puede lograr un superávit primario del 3,5% de manera casi indefinida. El burdo truco ha exasperado al Fondo Monetario Internacional. Su directora gerente, Christine Lagarde, ha advertido por carta (here) antes de la reunión de hoy que el FMI sólo continuará apoyando el rescate de Grecia "si la financiación y el alivio de la deuda se basa en objetivos fiscales realistas".

Lagarde se teme que Berlín recompense a Tsipras por su colaboración en la crisis de los refugiados con un ajuste a la baja del rescate sin ninguna lógica económica ni presupuestaria. En el fondo, Alemania va a hacer lo mismo que en los últimos seis años, es decir, apretar o aflojar las tuercas a Atenas en función del rédito político que pueda obtener.

Esta vez toca aflojar, pero Berlín se expone a perder el valioso apoyo del FMI. Esa es la clave de la absurda reunión de hoy, en la que docena y media de ministros y los representantes de la CE y del BCE servirán de nuevo de comparsa para una batalla que no redunda en beneficio de los europeos.

Los ministros han dedicado horas y horas, meses y años, a la deuda de Grecia mientras la zona euro sigue sin recuperar los niveles de empleo e inversión previos a la crisis; la cola del paro suma 16,4 millones de personas (21,4 millones en toda la UE), y la banca sigue lastrada por préstamos dudosos o fallidos que no terminan de aflorar, según denuncia una y otra vez el FMI.

En seis años, los ministros han creado algunos mecanismos de defensa para futuras crisis, tan precarios como el fondo europeo de resolución bancaria, que ha nacido sin un respaldo financiero claro para casos de emergencia. En 2016 sólo parecen claras dos cosas: si llega un nuevo vendaval cogerá a la zona euro otra vez desprotegida. Y a los ministros de Economía, reunidos analizando la deuda de Grecia.

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