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Entrevista

Paloma Durán: “En cada subasta de arte hay una obra incógnita”

La directora general de Fernando Durán Subastas trabaja rodeada de libros Cada año pasan por la casa de pujas entre 5.000 y 8.000 obras de arte

Manuel Casamayón

Desde pequeña estuvo rodeada de obras de arte. Su padre regentaba la casa de subastas Fernando Durán y ella quiso seguir su legado. Desde hace diez años, Paloma Durán (Madrid, 1965) es la directora de esta empresa familiar, fundada en 1969. “Tras estudiar Historia del Arte y especializarme en diamantes y tasación, comencé a trabajar aquí, con los pros y los contras de ser la hija del fundador”, explica Durán.

En ese sentido, empezó como una más, “desde abajo, en atención en sala”. Tal y como reconoce, tras salir de la universidad tenía mucho conocimiento teórico, pero le faltaba pulir esos aspectos que solo la práctica puede impulsar y que, en su caso, fue adquiriendo al observar a los más veteranos e ir recogiendo poco a poco su testigo. Eso sí, en estos años también le ha tocado adaptarse a situaciones y tesituras desconocidas. “Cuando empecé no había casi ordenadores, y ahora que estamos en plena revolución tecnológica también hemos notado algunos cambios en la profesión”, prosigue. Por esta razón, el trabajo de Durán sigue estando en su mayoría a pie de calle. “Yo llego a la oficina e inmediatamente salgo para seleccionar obras de arte en viviendas y galerías. Luego, por la tarde, vuelvo a la oficina para revisar el trabajo y las valoraciones que el equipo ha hecho de las obras cada día”.

Por eso presume de que siempre está en espacios maravillosos. “Uno de ellos, mi propio despacho”, una pequeña pero acogedora oficina, que se encuentra al fondo de la casa de subastas, ubicada en pleno corazón del barrio de Salamanca en Madrid, y que obliga a todo aquel que la visite a pasar entre los estantes de la estancia, sorteando cuadros, joyas, esculturas y todo tipo de objetos. De hecho, algunas de las obras que llegan a la casa de subastas y que no pueden almacenarse cuando el aforo está completo van a parar al despacho de la directora, repleto principalmente de libros y documentos históricos, que se acumulan por cientos en las estanterías y en su mesa de trabajo, de madera de caoba, a juego con el resto de la habitación. “Todas las obras que nos llegan las tenemos que analizar y contrastar con documentos para poder fijar a qué época y artista pertenecen y no cometer ningún error, porque en ganar prestigio se tarda mucho, pero en perderlo, muy poco”.

Esta biblioteca personal es, en parte, el alma de la casa de subastas. La otra la componen los profesionales de la empresa, 20 personas que llevan a cabo todo el trabajo. “Además, como nos llegan objetos de todos los tipos, contamos con varios expertos en diferentes ramas, como la joyería o la pintura antigua, que ayudan a catalogar cada obra, algo necesario para poder venderlas luego”, relata Durán.

Por eso, las subastas que organizan suelen acabar con buenos resultados. La última cerró con un 80% de ventas, de un total de 1.000 objetos, “incluso con alguna obra que multiplicó su precio de salida, de los 2.000 euros a los casi 60.000”. No obstante, aunque se inviertan enormes esfuerzos en analizar y fijar cada obra, también para retirar las imitaciones, no siempre se consigue etiquetar todas. “De hecho, en cada subasta de arte siempre hay una obra incógnita que también tiene mucho éxito”.

Arte francés para reivindicar la sencillez

Presume Paloma Durán del camino que se ha abierto paso Fernando Durán Subastas. “Cada año pasan por aquí entre 5.000 y 8.000 obras y en una subasta pueden participar incluso más de 300 personas”, explica. Y la directora general, como buena enamorada del arte, no es de piedra, y en más de una ocasión ha quedado prendada de más de una obra. La última de ellas es un bureau de cilindro estilo Luis XV en madera con detalles dorados, que Durán guarda en una de las muchas repisas de la casa de subastas. “Me parece que representa mejor que ninguna que la elegancia y la sencillez no rompen con el diseño”.

Sin embargo, esta no es la única pieza predilecta que la directora de la casa se ha encontrado en estos años. Y asegura que no será la última. “La gente no sabe todo lo que tiene en sus casas”, comenta. Porque muchas veces, alega, cuando va a visitar una vivienda o una colección, se encuentra con objetos y obras que el dueño no valora y que finalmente acaban siendo mucho mejores que las que había ido a catalogar. El arte es algo tan subjetivo que en muchas ocasiones no sabe valorarse. Y esta subjetividad es la que les ha permitido, en parte, poder sobrevivir a la invasión tecnológica.

“El único problema de mi trabajo es que me apasiona tanto que se me mete hasta dentro, hasta el punto de que me cuesta desengancharme el fin de semana”. Mucho más en estas fechas. A finales de este mes de mayo, Fernando Durán organiza una subasta con obras de maestros como Rodin, Toulouse-Lautrec, Miró, Jean Dubuffet o Pablo Picasso. “En esta puja, además, entrará todo el lote de arte que se incautó en la Operación Malaya”, añade.

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