Un impuesto redundante
El impuesto de plusvalía municipal sobre el incremento del valor de los terrenos es una antigualla tributaria, que debería seguir el camino de otras muchas figuras que en el pasado han ido desapareciendo, como las tasas a las cámaras de la propiedad. En primer lugar, porque se trata de un tributo redundante, que supone una especie de doble imposición sobre el incremento del valor de un bien patrimonial como son los terrenos y los inmuebles sobre ellos levantados, dado que la plusvalía de los activos inmobiliarios, así como la de los financieros, ya las grava la Hacienda estatal. Y no tiene mucha racionalidad económica pagar dos veces por el mismo hecho imponible. Pero además es un impuesto gestionado con cierta arbitrariedad, ya que los municipios lo cobran haya registrado el vendedor incremento del valor o pérdida del mismo. De hecho, hay en los tribunales varios contenciosos interpuestos por particulares por entender que en ningún caso deben hacer frente a un impuesto sobre la plusvalía si entre compra y venta ha mediado minusvalía. Es evidente que su eliminación causaría un quebranto financiero a los municipios, escasos como están de recursos. Si deben buscar financiación alternativa, que lo hagan, pero la doble imposición sobre las plusvalías inmobiliarias parece un ejercicio redundante.